Me llamo Ricardo Fariña, tengo 60 años y soy oriundo de la ciudad de Asunción del barrio Añaretã’i y actualmente vivo en el barrio Pinozá. Hace 41 años que me conocen por ser el “Michael Jackson paraguayo”, porque toda mi vida me dediqué a imitarle.
Provengo de una familia humilde, mi mamá fue nuestro padre y madre a la vez, porque cuando era chiquitito ellos se separaron y fue ella quien nos crió a mí y a mis hermanos. Nos hizo estudiar, ella hizo todo por nosotros para salir adelante. Cuando era la década del 70 estudiar y llegar al sexto grado, recuerdo que era lo máximo en esa época. Con mis hermanos solo terminamos el sexto grado por el hecho de que éramos muy pobres y a mi mamá le costaba mucho porque estaba sola. Desde los 12 años hasta los 18 trabajaba con mi hermana por la calle como vendedores ambulantes y vendíamos jabón, desodorante, papel higiénico, entre otras cosas para ayudar con los gastos de la casa. Después practiqué en el club Deportivo Luqueño un año porque siempre me gustó el fútbol.
INICIO DE LA CARRERA
Lo más curioso de todo esto es que a mí no me gustaba el baile, sinceramente. Yo anteriormente me iba mucho a la Iglesia, compartía con mis amigos y principalmente, jugaba al fútbol, que era lo que más me gustaba, pero cuando Michael apareció cambió a mucha gente y a mí personalmente me cambió la vida y dio un giro inmenso.
Todo comenzó en marzo del año 1984 cuando Michael Jackson causó furor con la canción Billie Jean, que fue el tema que revolucionó el mundo entero y que a todos nos llamó la atención por el baile increíble y único que hacía. Yo aprendí en una época muy difícil en el sentido de que no teníamos nada de tecnología y tenía que ver un programa musical que mostraba a la tarde todos los viernes, así que tenía una semana para practicar, aprender y ver una y otra vez y es así como fui memorizando los pasos.
Cuando aprendí a bailar como él me gustaba mostrarle solo mis amigos en las fiestas porque era lo que estaba de moda. Un día me invitaron a una fiesta estudiantil en Afemot, luego empezó a sonar Billie Jean y empecé a bailar y la gente comenzó a mirarme y aplaudirme y se pusieron alrededor mío mientras yo hacía los pasos; primeramente me sentí incómodo porque nunca en mi vida bailé para tanta gente, pero continué y a todos les gustaba. Esa noche en la fiesta estuvo un señor que era dueño de una discoteca y le gustó mucho el show. Luego él vino a hablar conmigo y me dijo que tenía una fiesta de colegio el sábado en el Club Nacional Rollerdisco, en donde se hacían fiestas en esa época. Una semana antes no dormía por el hecho de que estaba nervioso y con mucha ansiedad. Luego llegó esa noche, fui al lugar y al ver tanta gente me puse muy nervioso y yo le dije al señor que no me animaba, pero luego me habló mucho y me convenció. Me subí un escalón del escenario y empezaba a temblar, yo no sabía qué era lo que iba a hacer o si me iba a caer o equivocar, pero después, gracias a Dios me superé y bailé, le gustó mucho a la gente y me sentí muy feliz por eso.
Esa misma noche se me acercó otra persona y me contrató para bailar en otra fiesta y fue así que me hice famoso en el ámbito del baile y todo empezaba a salir muy bien y de a poquito fui escalando. Llegué incluso a bailar varias veces en el año 1994 en Buenos Aires y la verdad que nunca me imaginé que iba a dedicar toda mi vida al arte y haber progresado, porque nunca se me cruzó en mente bailar. Cuando empecé solo tenía un pantalón básico negro y yo doblaba porque se tenía que ver las medias como a Michael. También tenía una camisa nomás y un saquito que se me prestaba para la ocasión, no tenía ropa.
Luego con el tiempo, al ganar un poquitito más de dinerito invertía ya en mi vestuario y actualmente cuento con los atuendos de cada canción y también me maquillo para caracterizarlo, con los años fui practicando y perfeccionando esos detalles. Yo siempre represento al Michael de los ochenta, cuando él aún no se cambió el color de su piel, porque luego él tuvo que hacerse un tratamiento por sus problemas de vitiligo, hasta que presentó una nueva imagen y se hizo blanco.
LEGADO A SUS HIJOS
Yo tengo tres hijos, Ricardo que tiene 20, Monserrath de 18 y Marlon que tiene actualmente 12 años. Mis dos hijos varones siguieron mis pasos y ahora también se dedican al baile y los tres actuamos juntos. Ricardo el mayor es El Joven Michael y empezó a los 1 año 8 meses al igual que Marlon que es El Pequeño Michael que empezó más o menos a esa edad también. A él le llamamos así porque el hermano de Michael se llama Marlon Jackson. Cuando yo bailaba, generalmente ellos me miraban y luego me imitaban.
Por ejemplo, cuando sobraba un retazo de tela de mi vestuario le hacíamos a ellos para su ropita de Michael, para su pantalón, sus medias, guantes y el famoso trajecito negro, sombrerito, y cuando iban creciendo veíamos que también les gustaba bailar y solo aprendían mirándome. Ahora ambos, además de bailar conmigo imitando a Michael, también practican danza en una academia y bailan estilos urbanos, prácticamente desde que nacieron les gustó el arte de bailar.
ORGULLO INTERNACIONAL
Mi hijo mayor Ricardo Fariña Kiese viajó en un crucero durante nueve meses a varios países de Europa imitando a Michael Jackson y volvió este año; no puedo explicar el orgullo que siento porque mi hijo está cumpliendo su sueño y su talento está siendo reconocido en el mundo entero. Todo comenzó cuando un amigo de mi hijo que es cantante de un crucero le dijo a Ricardo para que prepare un video de sus bailes para mostrarle al dueño; luego el señor vio el talento de mi hijo y le gustó mucho y directamente le pidió para trabajar en el barco imitando a Michael y es así como él presentó sus shows en países como Inglaterra, España, Roma, entre otros. Este año fue invitado nuevamente a un crucero con destino a Senegal, África, y espero que logre demostrar su talento en más países del mundo y que llegue lejos haciendo lo que ama.
Espero que cuando yo no pueda bailar más mis hijos continúen mi legado porque así fue Michael, a pesar de que falleció, él fue trascendental en todo el mundo y siempre será una estrella inolvidable.