06 oct. 2024

Milei y un Mercosur sin rumbo

Mañana se realiza en Asunción la Cumbre de presidentes del Mercosur donde el Paraguay entregará la presidencia pro témpore del bloque al Uruguay.

Estarán todos los presidentes menos Javier Milei, quien ha decidido no participar porque ha preferido estar presente en un evento de partidos políticos conservadores que se realizará en Camboriú (Brasil). En dicho evento, Milei hablará y casi con seguridad criticará fuertemente a la izquierda y al gobernante del país anfitrión. Recordemos que tanto en su campaña electoral como después como presidente, Milei tildó a Lula de corrupto y comunista.

Para escalar aún más este conflicto, estando Milei en territorio brasilero, compartirá el escenario, y seguramente las críticas al presidente brasileño, con Jair Bolsonaro, el archienemigo de Lula.

Esta situación rompe todos los moldes más elementales del relacionamiento diplomático entre los países y agrava una ya larga crisis en el Mercosur. Recordemos que el Mercosur fue creado mirando como modelo el exitoso proceso de integración de la Unión Europea, el cual estaba basado en el libre mercado y en la democracia.

El Mercosur nació con una enorme asimetría en el tamaño de los países que la integran y, consecuentemente, los objetivos de cada uno de ellos son muy diferentes.

En población, el gigantesco Brasil representa casi el 80% del bloque; la Argentina –un país en permanente crisis– es el 18% y el Uruguay y el Paraguay, juntos, son un poco más del 2%.

A pesar de la disparidad de tamaño, las decisiones se toman por consenso y el voto de cada país tiene el mismo valor. Pero ya hemos visto a lo largo de estos 30 años que somos iguales, pero no tan iguales, porque la posición del Brasil es determinante.

El bloque funcionó relativamente bien desde su creación en 1991 hasta el año 1998 cuando los países emergentes del Asia sufrieron fuertes devaluaciones que se propagaron a América Latina afectando al Brasil que tuvo que devaluar el real. Ahí se rompió todo el esfuerzo de coordinación macroeconómica que se estaba construyendo con mucha dificultad; ahí se rompió el Mercosur económico y con la llegada de Lula y Kirchner a las presidencias de los dos grandes países se dio paso al Mercosur político y social.

Con el Mercosur político, los temas económicos fueron quedando de lado y las reuniones giraban en torno al enfrentamiento con los Estados Unidos, que estaba impulsando su propio proyecto de integración llamado el ALCA.

En gran parte de la historia del Mercosur hubo afinidad ideológica entre los presidentes brasileños y argentinos de cada etapa. En la génesis del Mercosur lo hubo entre Sarney y Alfonsín para fortalecer las democracias; en los primeros años de vida del bloque lo hubo entre Collor de Mello y Menem para avanzar en la integración económica; en los años de Lula, Kirchner y Chávez lo hubo para impulsar el socialismo, y en los años de Temer, Bolsonaro y Macri lo hubo para volver por la senda económica.

Pero desde el 2019, el Mercosur ha perdido totalmente su rumbo porque el enfrentamiento entre los dos países dominantes es cada vez mayor. Primero fue entre Bolsonaro de derecha y Fernández de izquierda; ahora es entre Milei de derecha y Lula de izquierda.

Pero ahora la crisis ha escalado porque con Milei el enfrentamiento no es solamente ideológico, sino es personal, agravado por los viajes del presidente argentino a inmiscuirse en las internas políticas del país vecino.

Todo lo que ocurre es lamentable, porque en lugar de fortalecerse el bloque en un momento de grandes tensiones y enfrentamientos entre las grandes potencias mundiales, nos peleamos entre nosotros.

Recordemos siempre la frase de Martín Fierro que dice: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera”.

Ojalá nuestros líderes locales, regionales e internacionales siempre lean al Martín Fierro y pongan en práctica sus enseñanzas.

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