07 nov. 2024

Minerva Montiel: Con los guantes bien puestos

Para ella, el ring no es un lugar desconocido. Con los gestos automáticos que solo pueden surgir después de años de práctica, se venda las manos —el vendaje debe estar tenso, pero sin excederse—, se calza los guantes, los ajusta y ya está lista para el cuadrilátero. Hoy conocemos a nada más y nada menos que una de las 10 mejores boxeadoras del mundo: Minerva Montiel.

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Podríamos decir que el boxeo es parte de su vida desde el principio, prácticamente: Minerva Montiel es hija de Juan Maestrito Montiel, expugilista y actual entrenador del deporte de combate. Se crió entre bolsas de entrenamiento y en el gimnasio al que acompañaba a su papá. De chica, ella quería practicar handball o danza, nos cuenta, pero a los 12 años se acercó a Maestrito y le dijo que quería seguir sus pasos.

“Nunca quise que fuera boxeadora, pero decidí acompañarla”, expresó el entrenador en una entrevista en julio del 2016, donde la joven era presentada como una promesa del boxeo femenino paraguayo. Su padre le legó en vida el amor por el deporte y su propio apodo; a veces, la llaman Maestrita.

Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces y hoy Minerva trascendió la escena nacional para posicionarse en la región (y en el mundo) como una de las mejores boxeadoras de su categoría. Tras ganar la medalla de bronce en los Juegos Suramericanos Asu 2022 y con dos preseas en los Campeonatos Continentales 2022 y 2023 en la clasificación Élite 54-57 kg, arrancó el año con una noticia aún mejor: escaló al puesto 9 del ranking mundial de la International Boxing Association (IBA). Hoy, nos acompaña en esta edición de Pausa para contarnos todo sobre su carrera.

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De un lado del ring, quien humildemente les escribe; del otro, una deportista de 26 años que promete posicionarse entre las mejores del mundo. Tuvimos la oportunidad de conocer a Minerva Montiel en dos escenarios: en una conocida heladería asuncena y en el gimnasio de boxeo del Comité Olímpico Paraguayo. Más de un lector podrá adivinar en dónde estuvo más a gusto.

Deporte de familia

Siempre fue una niña activa. Esperaba con ansias la clase de Educación Física y soñaba con practicar varios deportes relacionados con el movimiento. Como dijimos, quiso dedicarse a la danza, y el handball era un deseo constante. Pero “la sangre no es agua” dice el famoso refrán, y destinó su vida al deporte familiar al que se dedicaban su padre y su tío, Daniel Montiel, que hoy preside la Federación Paraguaya de Boxeo.

Al principio, Minerva empezó a entrenar como un hobby. Pero de a poco, al acompañar a su papá a las peleas, le empezó a interesar más. Decidió que también quería combatir. “Mirá, mi hija, el entrenamiento va a ser duro si decidís competir”, advirtió su padre, Juan. Desde esa conversación, comenzaron a entrenar de forma más intensa y ella se tomó el deporte como una responsabilidad. “Hay que meterse de lleno, se gana con corazón, no con sudor”, es una frase que él le repetía una y otra vez. “Debuté a los 14 años y ahí empezó todo”, detalla Minerva.

No conocía a muchas mujeres que se dedicaran a su deporte hasta que vio videos de la argentina Yésica Bopp, excampeona mundial en la categoría minimosca de la Asociación Mundial de Boxeo y la Organización Mundial de Boxeo. Automáticamente se convirtió en una inspiración y muy pronto le siguió Katie Taylor, boxeadora amateur que ganó el Campeonato Mundial cinco veces entre 2006 y 2014, y el Campeonato Europeo seis veces entre 2005 y 2014. Ambas son representantes del pugilismo profesional.

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Con el tiempo y a medida que se decidía, en su camino conoció a boxeadoras olímpicas, entre las que se destaca la colombiana Ingrit Valencia, medallista en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. “Me gusta mucho su estilo”, detalla Minerva y agrega: “Gracias a los viajes ahora puedo compartir con ella e incluso decir que es amiga mía”.

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El sueño de todo atleta es coronarse en una Olimpiada. “Mi camino me lleva hacia ese lado”, cuenta Minerva. “Todas las grandes boxeadoras que hoy son campeonas del mundo en algún momento hicieron este proceso que estoy haciendo yo y fueron medallistas olímpicas, panamericanas, sudamericanas; recién cuando cumplen ese proceso hacen el salto al boxeo profesional”, explica. Y afirma: “Siempre recalqué que es sumamente importante hacer ese proceso. Ir paso a paso. Porque si no fuiste un buen boxeador amateur no creo que puedas ser, el día mañana, un gran profesional”.

Jabs al objetivo

Con el tiempo, la alumna superó al maestro y le tocó trabajar con otros entrenadores. Desde principios de 2022 está bajo la tutela de Richard Chourio; a partir de entonces su colección de medallas aumentó. Nuestra atleta ya empezaba a hacerse conocida a nivel internacional. Podemos decir, sin exagerar, que en los últimos años prácticamente llegó al podio cada vez que se presentó; con ella, Paraguay empezó a tener representación en boxeo.

Cuando Minerva Montiel entrena para los campeonatos, a menudo hace sparring con hombres durante por lo menos 12 asaltos de tres minutos, para llevar su acondicionamiento al límite. En el boxeo olímpico, los combates masculinos y femeninos constan de tres asaltos de tres minutos cada uno.

El entrenamiento es global. Uno de los aspectos principales es la comida. “Si no me alimento bien, no voy a entrenar bien”, dice la boxeadora, a la par que explica que debe compaginar una nutrición completa con el cuidado para mantenerse en su categoría. Para eso, en la villa del Comité Olímpico Paraguayo (COP) cuentan con un nutricionista deportivo que se especializa en dietas para atletas de alto rendimiento.

Otro aspecto que requiere sumo cuidado es el psicológico: “Si no me sale una técnica, hay que evaluar por qué. Si guarda relación con el movimiento o es un pensamiento negativo que tengo”. Por eso, trabaja con un psicólogo deportivo de forma periódica.

Lo físico se da por descontado porque hay un proceso de preparación de muchos años que prácticamente arrancó cuando Minerva decidió dedicarse al boxeo. Además del sparring, práctica obligatoria en el entrenamiento para deportes de combate, también trabaja cardio y musculación. Sus prácticas se enfocan en resistencia, velocidad, agilidad y, claro, entrenamiento técnico.

Por supuesto, al ser una deportista de alto rendimiento se enfrenta a la posibilidad de contracturas musculares y, en el peor de los casos, lesiones. Por eso, al entrenamiento lo acompaña el cuidado de la salud con fisioterapia y consultas médicas permanentes.

En apariencia, no hay ningún aspecto descuidado en la preparación de nuestra deportista destacada, pero ella encuentra uno: la falta de práctica con otras oponentes femeninas que estén a su nivel, en el país y afuera. Cada región tiene un estilo diferente de boxeo y para los deportistas es importante ese roce con sus colegas de otros lugares.

Todo esto sirve para que, en el momento final, Minerva se concentre en su objetivo: llegar cada vez más lejos. “Cuando entro al ring debo estar preparada, elegir la estrategia, la distancia, y con el entrenamiento me siento lista para enfrentar esa situación”, afirma.

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En el año 2022 Minerva Montiel compitió en el Mundial de Turquía, obtuvo la primera medalla de bronce en pugilismo de élite del país en el Campeonato Continental de Boxeo en Guayaquil y se ganó la de bronce en los Juegos Suramericanos en Asunción. Pero su extraordinario rendimiento le salió caro: compitió con una lesión de la cual muchas personas no están enteradas.

Ese es un ejemplo muy claro del entrenamiento en la capacidad de resolución de problemas. “Me lesioné cuando faltaban tres o cuatro semanas para Odesur”, cuenta y bromea: “Mi dedo me dijo: ‘Estoy cansado, jefa’”. Decidió competir de todas formas y operarse después, lo que significó aprender a entrenar “casi con una mano menos”.

“Para mí fue muy emotiva esa medalla, sabía que no había muchas posibilidades”, confiesa. “El nivel está muy alto en la región y una lesión era una clara desventaja, en ese momento mi psicólogo me ayudó mucho porque a veces yo lloraba, me bajoneaba”, recuerda. Se sentía frustrada y esos pensamientos negativos intentaban dominarla. “El dolor distrae un montón”, nos confía. Aun así, se colgó al cuello la medalla de bronce.

Como estas, fueron muchas las situaciones que ella atravesó para llegar a donde está. “Hoy me siento a ver videos de mis primeras peleas y digo: ‘Era un desastre’. Sé que me queda muchísimo por mejorar, pero es impresionante el avance, y todo esto gracias al trabajo que realizo día a día, sin descanso”, cuenta.

Desde ese día cuando Maestrito Montiel le advirtió que se tomara en serio este nuevo desafío, Minerva nunca dejó de poner el deporte en primer lugar. “Tengo que sacrificar muchísimo, hay veces que dejo de lado cosas que me duelen, pero yo sé que el día de mañana voy a ver el resultado de todo este esfuerzo”, dice.

Nunca fue fácil. Al principio no tenía ninguna beca, hacía malabares para trabajar en su entrenamiento y sus estudios, ya que es licenciada en Ciencias del Deporte. Le tomó mucho esfuerzo que le sea reconocido su empeño. “Es importante lo que se está haciendo para fomentar el deporte, pero todavía se puede hacer más”, afirma. Y remarca: “Desde hace casi dos años tengo la beca gracias a mis resultados”. Cabe preguntarnos a dónde llegarían sus logros si el apoyo se hubiese dado desde el principio.

Juan siempre fue un pilar para ella. Primero como padre, luego en su formación, pero ahora ya como colegas. Al terminar sus actividades se encuentran en la vivienda familiar y se sientan a ver las noticias, a tomar tereré o a conversar. Comparten el mismo lenguaje. «Tengo la ventaja de llegar a casa y decirle: ‘Papá, no me sale esta combinación o esta técnica, ¿por qué será?’. Y él me da su opinión y su consejo», nos cuenta. Ella considera que ese es un enorme privilegio.

Ser boxeadora de élite en Paraguay

“Mi mamá quería que me dedicara a otra cosa, algo más ‘de mujer’, tenía miedo que me lastimen”, cuenta Minerva. Esa es una frase que a menudo la atleta tuvo que escuchar desde que empezó su camino, pero mientras que lo de su madre era por preocupación, otros lo dicen con malas intenciones. Para ella ya es normal, y le resta importancia: “Si no suman y no aportan nada, no importan. Es algo que muchas atletas tienen que vivir, una se acostumbra”.

Lo que representa una dificultad son los entrenamientos. “Tengo que competir con mujeres y no hay a nivel país; entonces me toca entrenar con hombres y, obviamente, tienen mucha ventaja por el tema de la fuerza”, explica. Si bien existe una nueva oleada de boxeadoras, aún no llegan a su nivel y, para su entrenamiento, Minerva necesita una oponente que le exija. Claro que, como todo en la vida, tiene sus pros y sus contras: entrenar con rivales masculinos la fortalece. En general, suelen ser incluso de mayor categoría que ella en cuanto a peso.

«Me pone muy feliz ver que otras mujeres se están animando a practicar mi deporte», afirma. Y agrega: «Me gustaría mucho inspirarlas a elegir el boxeo, porque estoy consciente de que soy una referente a nivel nacional». Y sin dudas lo es. De hecho, su referencia trasciende los límites de Paraguay, y no lo decimos nosotros, lo dice la International Boxing Association (IBA).

Su sueño es llegar a las Olimpiadas y dejar el nombre del país bien en alto. Si no es en París, la veremos en Los Ángeles. «Si las cosas no pasan ahora, estoy segura de que se darán más adelante», dice con una convicción que, desde esta redacción, adoptamos.

Básicos del boxeo

En el boxeo destacan cuatro golpes básicos: el jab, el cruzado, el gancho y el crochet. El primero, esencial en la estrategia, es un golpe rápido y recto lanzado desde la posición de guardia con la mano delantera. Al ejecutarlo, se produce una leve rotación del torso y la cadera en sentido horario, mientras que el puño gira 90 grados, en una línea horizontal con los nudillos al momento del impacto. Tras alcanzar su objetivo, se retoma la posición de guardia. El propósito es controlar la separación entre los boxeadores, mantener el oponente a distancia y abrir un camino para golpes más poderosos.

Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Bethania Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.

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