Caracterizado por su carisma, alegría, humildad, espíritu de servicio y caridad, el sacerdote Freddy Romero, oriundo de Carapeguá, Departamento de Paraguarí, rompe barreras y abre caminos a través de la música.
Desde los 8 años comenzó a ejecutar la guitarra en la Escuela de Música de Carapeguá, con tan solo 11 años, sintió el llamado de Dios para la vida sacerdotal y así formar parte de su iglesia y llevar su palabra a cada comunidad. Con 17 años ingresó al Seminario y a las 27 años se ordenó como sacerdote.
Además de ser religioso, es compositor, músico y requintista. Y con su arte revoluciona las celebraciones y consiguió atraer a los fieles en la Parroquia Santa Ana, del Bañado Sur de Asunción, a través de la Misa Cumbia.
Romero destaca que los pobladores del característico barrio capitalino son muy alegres, sencillos y muy hospitalarios, pero reconoce que hay varios desafíos en esa zona debido al aumento de los vicios hacia las drogas.
Preocupado por esa situación, el sacerdote trabaja muy de cerca con los niños y jóvenes del lugar para alentarlos a encaminarse “hacia el camino correcto”.
Misa Cumbia en el Bañado Sur: Su origen
El padre Freddy recuerda que cuando llegó al Bañado Sur no tenían casi fieles en la parroquia y eso le llevó a analizar la situación y se interiorizó sobre los gustos de la comunidad.
“Yo escuchaba que la gente le metía a full la cumbia, cantaban y bailaban, entonces a partir de ahí me surgió la idea de que podríamos hacer aquí la Misa Cumbia. Una vez llamamos, dijimos que íbamos a hacer una Misa Cumbia y la gente comenzó a venir en masa y a llenarse el templo. A partir de ahí hubo un antes y un después en la parroquia”, expresa a Última Hora.
Con sus conocimientos de la música le fue fácil adaptarse para consolidar un nuevo estilo de celebraciones, sin dejar de lado la Santa Eucaristía y la lectura del evangelio. Alegra a las personas con los cánticos propios de la liturgia.
Algunas de las letras de las canciones son propias y otras son canciones que adaptó al estilo de la cumbia. Así también, interpreta polcas y hace bailar a los feligreses.
Desde que implementó la Misa Cumbia, las personas fueron a la parroquia en grandes cantidades y actualmente tiene una buena concurrencia de los fieles cada miércoles a las 19:00.
“Como me he dado cuenta que la música atrae a la gente, entonces estoy utilizando ese arte como un instrumento para hacer llegar a la gente el evangelio de Cristo”
Su mayor desafío como sacerdote en el Bañado Sur es lidiar el día a día, con los vicios. En la comunidad está la Escuela Santa Ana en donde hay muchos jóvenes, varios de ellos “se están perdiendo”, por lo tanto tiene que lidiar con drogas, entre otras cosas, que le causa mucho sufrimiento.
A pesar de todo esto, el padre Freddy trata de dar enseñanza y luz a las personas del barrio, una zona bastante complicada, con “muchas heridas, mucha pobreza”, pero sin embargo, pese a todo, ve que hay mucha esperanza y mucha fe.
Misa para niños
Freddy Romero también ofrece una misa el último domingo de cada mes que es dirigida principalmente a los niños, a la cual denominó “Misa Mita’i”.
En esa celebración todas las canciones son animadas y disfrutadas por los pequeños, quienes van a la misa disfrazados de su santo favorito.
A veces, el padre ingresa vestido de payaso y cuando va empezar la santa eucaristía se saca el atuendo.
Su arte por la música, un don que le prestó Dios
Al ser consultado qué significa la música en su vida, el sacerdote manifiesta que actualmente es como un hobby, pero a la vez también “lo es todo”.
Asegura que la música es un don que Dios le concedió y siempre suele decir que “no le regaló”.
“Simplemente Dios me prestó ese don y en algún momento dado tengo que rendir cuentas ante él de lo que él me había dado”, expresa.
Para Romero, por un lado está la vida sacerdotal, que es una vocación que viene de Dios, y por el otro la música. Trata de compaginar ambas cosas a la vez, de manera equilibrada.
Ejecuta siete instrumentos musicales, entre ellos, el violín, el órgano, piano, guitarra, requinto, armónica, guitarra eléctrica y violonchelo.
El sacerdote recomienda a aquellos jóvenes que sienten el llamado de Dios para que “sigan adelante” porque cuando él llama “va formando con el correr del tiempo”.
Si bien admite que al principio tuvo miedo para ser sacerdote, rememora que cada día sentía que Dios lo estaba llamando y le dio la suficiente fortaleza para seguir adelante.
Lleva alegría y esperanza a personas privadas de libertad
El sacerdote Freddy Romero también es capellán en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú y comenta que se siente “muy bendecido” al estar trabajando y compartiendo con las personas privadas de libertad.
Señala que cuando uno empieza a hablar de la cárcel de Tacumbú “se piensa lo peor”, sin embargo, dice que le respetan muchísimo y que los internos lo quieren como si fuera un papá.
“Cada vez que me voy ahí los internos se acercan, me abrazan y ahí también de alguna manera perdí el miedo, por el hecho de que yo tengo que compartir con ellos, tengo que ser como un papá. Ellos ven esperanzas en mí, por lo tanto que yo esté presente con ellos para mí es una gran fortaleza que Dios mismo me está dando”, agrega.
Además, el religioso está al servicio de la Penitenciaría Industrial La Esperanza, La Granja Ko’eju, Casa de Mujeres del Buen Pastor y el Centro Educativo Virgen de Fátima.
“Ellos reciben al sacerdote como una luz en la prisión, ahí el día a día es muy difícil, pero cada vez que ven al sacerdote ven como una luz que les está trayendo esperanza”, afirma.
Cada vez que las personas privadas de libertad lo ven, ya le piden su guitarra para cantar y bailar con él. De esta manera tiene un contacto con todos y brinda alegría tras las rejas.
“A partir de ahí comencé a tener más cercanías con ellos, confían en mí, por lo tanto vamos tratando de hacer de la mejor manera posible mediante mi función sacerdotal y con la música”, sostiene.
Desea reparar el techo de la parroquia Santa Ana
El padre Freddy realizó un concierto el pasado domingo 16 de junio en el Teatro Ignacio A. Pane de Asunción en donde hubo una gran cantidad de personas.
En aquella ocasión, compartió el escenario con varios artistas, como Sandra Paola González, el Grupo Manantial, Dinastía Ortíz, Papu Salas (Argentina), Juan Ayala, Sergio Armoa y Padre Leo Valdez.
La Spirit And Sound Orchestra acompañó el concierto, bajo la dirección del maestro Sergio Cuquejo.
“El mal existe y siempre busca oponerse a las cosas buenas”, afirma
Como anécdota de aquel concierto menciona que dos días antes se le incrustó una aguja que atravesó su dedo anular de la mano derecha y fue a parar debajo de la uña.
Sintió un fuerte dolor y pensó que el concierto no podría ser posible, debido a que el dedo afectado es uno de los más utilizados para ejecutar la guitarra.
Pese a esa dificultad, ensangrentado y con dolor, solo esperó el día del evento y llamativamente el domingo, recuerda, su dedo amaneció sin molestia y ofreció el show que hizo vibrar al público.
“Con esta historia tengo la síntesis de que el mal existe y siempre busca oponerse a las cosas buenas, pero Dios es más grande y, por ende, su poder se sobrepone y aplaca la ira del maligno”, asegura.
Todo lo recaudado en el concierto será destinado a la reparación del techo de la Parroquia Santa Ana, ubicado en las calles 32 Proyectadas y Antequera, de Asunción.