08 sept. 2024

Miserables

A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.

Estas líneas son para ustedes.

Para los miserables que ordenaron cerrar las puertas del supermercado Ycuá Bolaños matando a cientos de paraguayos.

Para los miserables que no tuvieron preparado un sistema de evacuación para una emergencia de esta naturaleza y si la tuvieron nunca la pusieron en práctica.

Para los miserables que no hicieron su trabajo para evitar que unas garrafas, unas simples garrafas, explotaran (esta sería la causa preliminar del siniestro).

Para los miserables que permitieron se ubiquen materiales inflamables en el recinto siniestrado, lo que hizo que se propagase (según las primeras versiones) más rápido el incendio.

Para los miserables proveedores de estas garrafas (si es que ellas son responsables del accidente) que no tienen su producto bajo estricto control.

Para los miserables funcionarios que aprobaron (suponemos que por coima) el funcionamiento de un edificio con evidentes deficiencias de seguridad, como se presume de primera mano.

Para los miserables comerciantes que coimean para que se apruebe la construcción de sus edificios, pese a saber que pudiera tener deficiencias y que pueden matar personas.

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Para los miserables que construyen y habilitan esos edificios a pesar de estar conscientes de las irregularidades.

Para los miserables funcionarios responsables de que la boca para incendios ubicada a lado del supermercado estuviese sin funcionar hora y media después de iniciados el incendio.

Para los miserables empresarios que por una asquerosa migaja de ganancia económica -que les posibilitará quizás morir con un poco más de lujo, más no con una pizca de dignidad- son capaces de poner en peligro a cientos de personas.

Para las miserables personas que no pagan sus impuestos e impiden que la administración pública tenga suficientes recursos para velar por el cumplimiento de las leyes referentes a la seguridad de los edificios.

Para los miserables que autorizaron la construcción de una antena encima del edificios (la que tuvo en zozobra a los rescatistas). Para los miserables que la construyeron. Para los miserables que pagaron por ella, si es que sabían la anomalía que cometían.

Ustedes son los responsables de estas muertes. Dense cuenta de su tamaña responsabilidad. Dense cuenta que familias enteras murieron por su culpa. Dense cuenta de lo miserables que son.

¡Miserables! Este es el precio de su criminal corrupción.

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