- Fátima E. Rodríguez
- Comunicadora
El libro de Sebastián Bruno forma parte de la colección Paraguay Contemporáneo de la editorial SB de Argentina. Fue presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires y ahora, se presentó en Asunción. Durante la presentación, el autor explicó que el contenido se trata de su tesis para optar por el título de Doctor en Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y que como hijo de la educación pública desde la primaria hasta el doctorado, sentía que debía publicar como una cuestión de honestidad.
Mediante este trabajo, Bruno explica como muy pocas veces se ha explicado: ¿De dónde vienen? ¿A dónde van? ¿Quiénes son? Los y las paraguayas que migran hacia Argentina. Y lo hace con datos. Hace un recorrido histórico desde fines de la Guerra de/contra la Triple Alianza (1870). Se enfoca en las dos principales zonas de destino: Las ciudades del nordeste argentino (Formosa y Posadas) y el área metropolitana de Buenos Aires.
Existen pocos estudios sobre el acceso a los mercados de trabajo de quienes emigran desde Paraguay, tanto en el país de origen como en el país de destino y este es uno de los más completos y complejos porque no solamente toma los números y datos, sino que también propone un marco teórico que intenta recuperar las especificidades. Sin descartar la lógica de “la expulsión de la población” y “la descampesinización” que plantean los autores como Tomás Palau o Gerard Halpern, Bruno da los números y las informaciones para comprender mejor la foto de un fenómeno que dependiendo de dónde se está puede ser un problema o una solución: Migrar. ¿Es un problema para las autoridades que cerca del 10% de su población tenga que ir a otro país para trabajar, tener salud o seguridad social? ¿Es una solución para las familias que no encuentran protección social y trabajo que sus miembros vayan, mediante sus cadenas y redes a trabajar en otro país? Bruno no plantea estas preguntas, pero todo lo que ofrece permite pensar las respuestas y comprender no solo las motivaciones, la historicidad, y las dinámicas.
A riesgo de caer en reduccionismos que criticamos, utilizamos aquí la figura de “Mito y Realidad” para dar un pantallazo al documento que ofrece el autor. Mito, en su aserción de” exageración” u “historia imaginaria que altera la verdaderas cualidades de una cosa” y “Realidad” como los datos que nos plantea Sebastián Bruno.
–¿Cuántos paraguayos hay en Argentina?
Mito: “Existen un millón (o dos millones) de paraguayos en Argentina”
Realidad: El último relevamiento censal de 2010 registró 550.713 inmigrantes paraguayos, quienes consolidan su protagonismo cuantitativo que se acrecienta desde fines del siglo XX: Ellos representan al 44,2% de la población migrante limítrofe y 30,5% de la población nacida en otro país. Está comprobado que los censos son una fuente idónea para el relevamiento de los migrantes, tanto aquellos que se encuentran en situación “regular” como “irregular”.
Desde 2001 los inmigrantes paraguayos constituyen el principal colectivo de extranjeros en Argentina.
Si se analiza desde la población de Paraguay, los migrantes en Argentina representan históricamente entre el 6 y el 9% de la población que está en nuestro país. Es decir, existe una suerte de “goteo” permanente de población paraguaya hacia Argentina, que en momentos de crisis o conveniencias económicas se convierten en “chorros”.
–¿Dónde vivían antes de migrar a Argentina?
Mito: “Vivían en la zona rural y van directo desde su comunidad”
Realidad: Más del 50% de los paraguayos que migran a Argentina provienen de ciudades grandes y medianas del Paraguay, como Asunción, las ciudades de central, Villarrica, Encarnación, entre otras. Si bien es
–¿A dónde van los y las paraguayas que migran?
Mito: “Solo van a Buenos Aires, Formosa y Posadas”
Realidad: Solo existen algunos pocos municipios de Argentina donde no hay una sola persona migrante de Paraguay. Es una población la encontramos en prácticamente todo el país, incluso en localidades en la Patagonia (extremos sur del país). Aunque es cierto que existe una concentración de la población en el Gran Buenos Aires (donde está el 75% de los migrantes), en Formosa y Posadas.
–¿A qué se dedican?
Mito: “Las mujeres se dedican al trabajo doméstico y los varones a la construcción porque quienes emigran son jóvenes, provienen de zonas rurales, y tienen pocos años de estudios”
Realidad: Existen migrantes de todas las edades, de origen rural y de origen urbano, y con distintos niveles educativos que se dedican a la construcción y al servicio doméstico.
El trabajo de Sebastián Bruno desmonta el mito de la explicación de la trayectoria laboral de la población migrante paraguaya hacia la Argentina sobre el vínculo entre nivel educativo, la edad, y otros factores que suelen aludir para referir que acceden a estas actividades. En el caso de las mujeres en Buenos Aires, sostiene que “lo distintivo de la situación de las trabajadoras paraguayas es que la posesión de un mayor capital educativo no implica una reducción significativa de la direccionalidad de la inserción laboral al servicio doméstico”. En otras palabras, ser paraguaya y mujer en Buenos Aires se traduce en un “mandato laboral” de inserción en el servicio doméstico; con muchos obstáculos para encontrar trabajos alternativos.
La migración como bono demográfico
Sebastián Bruno dice que “el estudio muestra que existe una persistencia de la emigración joven. Paraguay hace una apuesta de su “bono demográfico” (que es un momento único de la población, con una proporción muy grande personas en edad de producir respecto de las personas en edades dependientes), pero buena parte de ese “bono” está pagando “dividendos” en Argentina y, en menor medida, en España y que según la información más actualizada disponible casi el 12% de la población de Paraguay entre 20 y 39 años está en Argentina”.
“Viendo el fenómeno desde Paraguay, si pretendemos aprovechar el bono demográfico, resulta fundamental generar oportunidades de vida en la población en origen, de manera que la emigración sea una opción individual; alternativa a la posibilidad de desarrollarse en el país. Eso significa redoblar los esfuerzos en el aseguramiento del acceso a la salud, a una educación de calidad y, especialmente, a desarrollar actividades laborales con al menos un umbral mínimo de protección social. Solo de esa forma es factible garantizar el derecho ‘a no migrar’, que es tan o más importante como el de migrar en condiciones de protección”, dice.