Se lo conoce como el dinero del futuro. Es el bitcoin, la moneda digital más conocida y, además, la primera criptomoneda descentralizada del mundo. Se vale de internet para mandar dinero de persona a persona a cualquier punto del planeta sin utilizar para ello a una entidad centralizada.
“Es un tipo de moneda, pero completamente digital. Los bitcoins se generan en base al trabajo en conjunto de muchas computadoras online y se basan en un software específico para cada una de esas criptomonedas”, explica Sebastián Stranieri, director ejecutivo de VU, una compañía regional de ciberseguridad.
Esas computadoras, a su vez, se organizan en pools o grupos, en los cuales se concentra el trabajo de procesamiento de las transacciones, para tratar de generar la mayor cantidad de monedas. Para ello, esas computadoras lo que hacen es resolver problemas matemáticos, algo que la red completa premia con la entrega de una cantidad de criptomonedas. Este proceso se llama minado o mining.
Bitcoin fue creado en enero de 2009 por Satoshi Nakamoto, cuya verdadera identidad y nacionalidad son desconocidas hasta el momento; e incluso se piensa que no es una persona, sino un grupo de personas. Es actualmente la más conocida de las criptomonedas, porque fue la primera y su valor se multiplicó en forma exponencial.
Hoy existen más de 150 tipos de criptomonedas y el número va en aumento, dado que se está poniendo de moda que una empresa decida lanzar su propia moneda virtual para financiarse y así generar un ecosistema con su propia moneda de pago.
En el mundo de las criptomonedas o criptodivisas se utiliza un instrumento que se conoce como initial coin offering (ICO, por sus siglas en inglés) para financiar el desarrollo de nuevos protocolos. Esta expresión, traducida literalmente al castellano, significa oferta inicial de moneda.
¿Qué diferencia a los distintos tipos de criptomonedas entre sí? “La aceptación, el nivel de dificultad para el minado, el valor entre cada una de ellas, la capacidad de toda la red de tomar decisiones, entre otras. Bitcoin es solo la primera, la más popular, pero en un futuro podría posicionarse otro tipo de moneda, sin dudas. Otro de los puntos de diferencia es si se trata de una red pública, como blockchain, o si es privada”, responde Stranieri.
Tratándose de operaciones virtuales, las dudas y la cautela son frecuentes cuando se habla de monedas digitales. Según el especialista, es común que frente a cada innovación exista una serie de dudas relacionadas con la fiabilidad, el nivel de riesgo y la seguridad de quien se ve directa o indirectamente involucrado en el cambio."En el caso de las criptomonedas, y específicamente del bitcoin, se puede hacer una comparación con las innovaciones propuestas por dos de las empresas con mayor valuación de Silicon Valley: Uber y Airbnb”, señala.
En ambos casos, la disrupción del bitcoin se produce en un espacio donde no existe regulación, donde la insatisfacción de la población es grande y, por lo tanto, hay miles de usuarios dispuestos a correr el riesgo —en vista de las grandes ventajas que ofrece— y dan uso a la innovación de forma cotidiana.
Cómo funciona el mercado
“En la práctica es muy similar a la banca de inversión. Solo que acá las operaciones pueden hacerse de forma personal, uno a uno, y esto conlleva un nivel de riesgo que puede ser alto, si no se toman los recaudos necesarios”, advierte el especialista.
Para hacerse de criptomonedas, el usuario tradicional deberá cambiarlas por dinero de curso vigente en su país, por lo tanto, ese pasaje debería ser en persona o al menos tener un escrow (contrato de depósito en garantía, en el cual el dinero queda en reserva a través de un tercero). Las transacciones con criptomonedas no son reversibles, por lo tanto, en el momento que enviamos nuestros bitcoins a alguien más, ya están fuera de nuestro control.
Otra pregunta es por qué deberían preferirse éstas a las monedas reales. “Porque son monedas descentralizadas, administradas por todos sus usuarios, y no dependen de organismos monolíticos ni son influenciadas por mercados dominantes o políticas determinadas”, recomienda Nicolás Arias, director de Seguridad e Infraestructura para VU.
Hay varias formas de conseguir los bitcoins. Una es a través del minado, es decir, resolviendo problemas matemáticos con la computadora. Este método no es recomendable, porque la dificultad de las ecuaciones a resolver es muy elevada (concepto fundamental para que la moneda mantenga su valor a medida que aumentan el uso y la disponibilidad).
La otra forma de conseguir bitcoins es comprándolos con dinero real en alguno de los tantos exchangers (que se encargan de intercambiar dinero entre procesadores) que hay en el mercado. Cualquiera sea la forma, los especialista están de acuerdo en que es tan o más seguro operar con criptomonedas que hacerlo con billetes en efectivo.
“Pero hay que usar exchangers reconocidos y hacer las transacciones en sitios de buena reputación. En el caso de sitios que no generen la confianza suficiente, hay que acudir a agentes de escrow, que hagan de intermediarios, pagando un pequeño fee (cantidad o abono fijo que paga el cliente) que lo valide”, recomienda Arias.
Futuro
Las criptomonedas representan una oportunidad de inversión y de intercambio diario, aseguran sus defensores. “Es común que frente a cada innovación existan dudas sobre la fiabilidad, nivel de riesgo y seguridad de quien se ve directa o indirectamente involucrado con el cambio”, afirma Stranieri.
Según Arias, “es dudoso que lleguen a reemplazar en forma completa las monedas reales, dado que estas últimas son soportadas por los países, y no solo entra en juego su valor económico, sino que también se consideran sus valores políticos, estratégicos y de identidad de cada país”.
Ambos expertos coinciden en que es muy pronto como para poder afirmar qué lugar ocuparán las criptomonedas a la hora de preferirlas como medios de transacción frente a otras alternativas, pero todo indica que las divisas digitales van a volverse más populares a futuro.
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