Concepto y modalidades
CBDC es la versión digitalizada del dinero de curso legal que hasta ahora se imprime y acuña en soportes físicos: Billetes y monedas.
No debe confundírselo con las criptomonedas privadas (Ej.: Bitcoin), el dinero de las billeteras móviles (dinero electrónico) ni los saldos en las cuentas bancarias (dinero bancario), pues CBDC sería la misma moneda emitida por el banco central, pero en un soporte nuevo. Puede ser una moneda minorista, disponible para las personas y las empresas como el efectivo de hoy día; o mayorista, restringida solamente a operaciones interbancarias e interinstitucionales. Al ser un pasivo del banco central, CBDC estaría exenta de riesgos asociados a otras formas de dinero electrónico (incluso al dinero bancario) como los de crédito y liquidez.
Hace varios años, un experimento uruguayo demostró cuán parecido y fungible con la moneda tradicional podría llegar a ser CBDC. En el marco del programa piloto e-Peso (2017-18), el Banco Central del Uruguay emitió alrededor de 10 millones de pesos uruguayos digitales para un máximo autorizado de 10 mil usuarios durante un lapso de 6 meses. Los e-pesos fueron fiel reflejo de billetes en sus distintas denominaciones, circularon a través de billeteras electrónicas con la infraestructura de pagos instalada y fueron reconvertidos a dinero físico al término del experimento.
Justificación
El primer argumento en favor de CBDC fue el declive en el uso del efectivo observado sobre todo en los países desarrollados. El Banco de Suecia lanzó el proyecto e-Krona para desmaterializar la corona sueca cuando Escandinavia se transformaba en una sociedad sin efectivo. El dilema era que el efectivo se adaptara o pereciera. Pero este argumento fuerte en ciertos países desarrollados decae en los emergentes, donde el billete físico continúa presente en gran volumen de las transacciones.
Entonces otras razones adquirieron relevancia, entre ellas: Primero, que CBDC brindaría al ciudadano un instrumento de pago con todas las ventajas tecnológicas de las criptomonedas y ninguno de sus riesgos; segundo, que mejoraría la eficiencia de costos en los sistemas de pago y las transacciones internacionales; tercero, que fortalecería la soberanía monetaria de los bancos centrales; y cuarto, que sería un nuevo vehículo de inclusión financiera. Las motivaciones varían entre países desarrollados y en desarrollo, pero partidarios de CBDC coinciden en el objetivo de ofrecer a las personas un nuevo instrumento de pago electrónico con las virtudes del dinero fiduciario.
Por supuesto, ninguna innovación está exenta de riesgos. El primero de ellos es el desafío de adopción, pues dado el avance de los sistemas de pago y las opciones alternas al efectivo: ¿Es realmente necesario este proyecto?, ¿resultará atractivo para la ciudadanía? En ciertas jurisdicciones se ha planteado la emisión de CBDC con intereses para fomentar la adopción y rápidamente se identificó el riesgo para los bancos, pues los clientes preferirían CBDC a depósitos a la vista no remunerados. Este riesgo de desintermediación podría disparar otros con implicancias para la estabilidad financiera.
En países emergentes como Paraguay, el argumento más poderoso se da con el binomio inclusión-formalización. Al ser equivalente al efectivo, CBDC como bien público debería ser accesible a toda la ciudadanía, incluyendo segmentos vulnerables que carecen de cuentas bancarias u otros productos financieros y utilizarían CBDC como canal de acceso. En paralelo a la inclusión, se avanzaría en términos de formalización de la economía subterránea que funciona en base a efectivo.
Desarrollo
Años atrás, muchos pensábamos –me incluyo– que CBDC irrumpiría en escena de un momento a otro. A mediados de 2019, en un ensayo para la Federación Latinoamericana de Bancos, entre deseo y convicción decía: “En un mundo donde todo se desmaterializa por influjo del avance tecnológico y las costumbres del nuevo consumidor, el dinero debe hacerlo también. Los bancos centrales no pueden estar ajenos a estas tendencias: El consumidor necesita una moneda segura y respaldada por el Estado, en una versión acorde a los tiempos, que facilite su accesibilidad como bien público. El dinero del futuro es el dinero digital de curso legal emitido por bancos centrales” (disponible en: https://felaban.com/). Meses antes, Uruguay había concretado con éxito su programa piloto; meses después, el 14 de noviembre de 2019, Christine Lagarde inauguraba el festival Fintech de Singapur con un inspirado discurso sobre la nueva moneda digital.
Pero en 2025, solo una decena de proyectos CBDC se ha lanzado oficialmente y menos de cinco se encuentran operando (ver gráfico con datos de Atlantic Council). En primer lugar, diría que no ha sido fácil identificar las fallas de mercado ante la diversidad y novedad de instrumentos de pago disponibles, ni construir consensos sobre los objetivos de política pública y la capacidad de CBDC para satisfacerlos. Luego, la variedad de diseños posibles ha dificultado el debate. Y, finalmente, considerando las implicancias para la economía, varios bancos centrales han determinado que la decisión final del dilema técnico de emitir o no CBDC recaería en la esfera política.
Por ejemplo, en Estados Unidos la Reserva Federal planteó el dólar digital ante la suspicacia de algunos de sus propios gobernadores, como Christopher Waller y Michelle W. Bowman. La Reserva abrió una consulta pública con base en un documento de trabajo Moneda y Pagos: El Dólar Estadounidense en la Era de la Transformación Digital, y en marzo de 2023, al testificar ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, Jerome Powell declaró que una moneda digital del banco central ciertamente requeriría aprobación del Congreso.
En Suecia, la consulta pública concluida en 2023 concluyó que una moneda digital era de momento innecesaria para la sociedad y, si bien el proyecto e-Krona prosigue, el Riksbank también estima que la decisión final debería ser política.
En Uruguay, el proyecto piloto fue discontinuado por varios años hasta que en 2022 se intentó retomarlo sin que de momento se registren cambios importantes. En cuanto a la decisión política, el banco central uruguayo en su momento planteó una modificación a la carta orgánica para prever expresamente la emisión de billetes digitales, más en línea con el objetivo de legitimación política que para satisfacer una necesidad estrictamente legal.
Dicho ello, los retrasos y complicaciones no han disminuido el fervor. Al cierre del año pasado, más de 130 países y uniones monetarias, que representan el 98% del PIB global, se encontraban explorando CBDC. Hoy el deseo de ser pioneros cede a la consigna de hallar un diseño que agregue valor.
Paraguay
Paraguay está en fase de investigación. En 2021, el BCP instituyó un grupo de trabajo sobre moneda digital que ha organizado seminarios, elaborado estudios y dado a conocer documentos técnicos en los cuales se analizan los posibles beneficios, desafíos e implicancias para la estabilidad financiera y monetaria de un eventual guaraní digital. Los antecedentes están disponibles en el micrositio de investigación del BCP. Los libros conmemorativos del septuagésimo aniversario de la banca matriz (2022) y octogésimo del guaraní (2023), también disponibles en el micrositio, contienen artículos sobre CBDC de técnicos del BCP y de Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales.
En términos del sistema de pagos, CBDC sería un nuevo instrumento. En el último decenio, el BCP ha logrado avances relevantes tanto en modernización del sistema de pagos con el Sipap, cuyo volumen transaccional al cierre del año pasado se situaba en torno al triple del PIB, como en inclusión financiera, a través de un entorno regulatorio apropiado (Ej.: regulación del dinero electrónico, cuentas básicas de ahorro) y acciones encaminadas en una Estrategia Nacional de Inclusión Financiera. A noviembre de 2024, 1.837.212 hombres y 1.849.231 mujeres contaban con al menos un producto en el sistema financiero, según datos estadísticos del BCP. Por su parte, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, Paraguay tiene una población de 6.372.623 habitantes (estimación actualizada 2024) y el 66% está en edad de trabajar.
Ahora bien, todavía hay mucho camino por delante tanto en materia de inclusión financiera, donde el acceso a una cuenta de dinero móvil o incluso bancaria no significa acceso al crédito, como de formalización, pues la informalidad continúa siendo un flagelo significativo.
Entonces, en un razonamiento sencillo, la cuestión es si adherir un guaraní digital a la oferta de instrumentos y medios de pago ayudaría a mejorar los niveles de inclusión financiera, formalización y en qué medida lo haría. El guaraní digital podría servir de vehículo de acceso al sistema financiero para personas de bajos ingresos que no acceden a cuentas bancarias. Otros beneficios accesorios podrían ser la reducción de los costos que irroga el manejo de efectivo al sistema financiero y la eficiencia de los sistemas de pago.
Desde el punto de vista jurídico, el BCP cuenta con atribuciones para emitir y regular el ciclo del dinero digital (Carta Orgánica, artículos 4º, inciso b; 19, numeral 23; 39), siempre y cuando este sea necesario para cumplir los objetivos de la banca matriz y asegurar la eficiencia y el buen funcionamiento de los sistemas de pago (Carta Orgánica, artículos 3º y 45). Dicho de otro modo, probada la necesidad del guaraní digital, en estricto derecho el BCP puede emitirlo. Esto sin desconocer la validez del argumento de legitimación política o popular postulado en varias jurisdicciones, el cual inicia en un proceso de socialización como el desarrollado por el BCP a través de seminarios y publicaciones.
¿Qué sigue?
La amplia mayoría de los bancos centrales estudia la emisión de CBDC. Difícilmente convendrán una fórmula de validez universal porque cada uno analiza beneficios y riesgos de distintas opciones de diseño, según las necesidades del país. Las preocupaciones de los países emergentes que buscamos un nuevo vehículo de inclusión financiera y formalización son de segundo orden o menor intensidad en otros como Estados Unidos, donde según Michelle W. Bowman, gobernador de la Reserva Federal, más del 95% de los hogares tiene al menos un miembro con una cuenta bancaria y la mayoría del 4,5% restante carece de interés en abrirla (Considerations for a Central Bank Digital Currency, 18/04/2021, Universidad de Georgetown). De la enorme cantidad de proyectos en curso, la moneda fiduciaria digital puede surgir en varias modalidades y en tiempos distintos.
El Banco de Pagos Internacionales ha favorecido la conformación de grupos de trabajo entre países con intereses comunes como los pagos transfronterizos. Esto puede acelerar el proceso en ciertas jurisdicciones. El Fondo Monetario Internacional provee asistencia técnica a sus miembros y es un repositorio de buenas prácticas, conocimiento y lecciones aprendidas. En cada jurisdicción, es necesario que los bancos y proveedores de instrumentos y medios de pago tengan voz en el diseño y luego promuevan la adopción de los beneficiarios finales: El ciudadano y la empresa. Esto demanda un enfoque democrático y un diálogo franco con el sector privado.
Al final del día, probablemente se requiera de un evento disparador: Que países de gran peso geopolítico adopten CBDC. Un dólar digital surtiría ese efecto, pero dada la aversión manifiesta del Partido Republicano (Plataforma 2024, capítulo 3, numeral 5), hoy es una posibilidad distante. El posible euro digital también merece atención. Quizá podrían adelantarse los países emergentes; en nuestra región, Brasil ha avanzado bastante en el proyecto DREX para el real digital y en Paraguay hemos dado el paso correcto al formalizar el proceso de investigación y socialización de este potencial vehículo de pagos para la supercarretera del Sipap. En todo caso, lo importante es que CBDC no sea la solución en busca de un problema –parafraseando al gobernador Waller– y que si se concreta pueda mejorar la eficacia de los sistemas de pago, del dinero fiduciario como bien público y de la economía en su conjunto.
Fuente: Central Bank Digital Currency Tracker – Atlantic Council (actualizado a septiembre 2024), disponible en: https://www.atlanticcouncil.org/cbdctracker/