“En el Viejo Mundo hay muchos primates que se adaptaron a la vida en el suelo, pero nadie sabe por qué este comportamiento falta en los primates del Nuevo Mundo”, comentó Claudio Monteza, quien hace su doctorado en el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y en la Universidad de Konstanz, Alemania.
Monteza explicó que durante las investigaciones llevadas a cabo en una estación del Smithsonian situada en la Isla Barro Colorado, en el panameño lago Gatún, se observó que “los monos capuchinos están acostumbrados a las personas, pero nunca” se les vio pasar tanto tiempo en el suelo del bosque como los de Coiba.
“Nunca vimos a las mamás cargando bebés bajar al suelo como lo hicimos en Coiba. Incluso, los grupos más habitados en Barro Colorado son muy cuidadosos con los bebés”, sostuvo Monteza en un informe difundido este viernes por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés).
Nota relacionada: El reto de proteger animales durante la pandemia del Covid-19 en Bolivia
Coiba es la isla panameña más grande en el Pacífico Oriental y el hogar de plantas y animales únicos, pero carece de jaguares, pumas, tayras (comadrejas grandes), coyotes, jaguarundis y de ocelotes, todos identificados como depredadores de los monos capuchinos, lo que podría explicar su valentía de bajar de los árboles.
Para comprobar esta teoría, Monteza y su equipo colocaron cámaras trampa a cierta altura de las bases de los árboles de Coiba y de una isla cercana mucho más pequeña llamada Jicarón.
“Los resultados fueron los que esperábamos en ausencia de depredadores: el tamaño de las tropas de monos, la cantidad de individuos en el suelo al mismo tiempo, en la isla de Coiba era mucho mayor que en cualquiera de los sitios de tierra firme”, explicó el investigador.
El Smithsonian señaló que los primates que descendían de los árboles jugaron un papel importante en la evolución humana, pero las explicaciones aún controvertidas generalmente implican cambios en el clima o la dieta.
Así, hace millones de años, cuando el Istmo de Panamá surgió del mar para formar un puente terrestre entre América del Norte y del Sur, las corrientes oceánicas globales cambiaron, lo que tal vez provocó una tendencia de sequía en África y la sustitución de los bosques por sabanas, lo que obligó a los ancestros humanos a pasar más tiempo en el suelo.
Otros sugieren que los antepasados humanos llegaron al suelo para buscar hongos.
Nota relacionada: Cientos de gatos, perros o conejos, víctimas indirectas del coronavirus en Pakistán
“Nuestro estudio indica que los depredadores probablemente juegan un papel clave al explicar por qué no hay primates terrestres en los neotrópicos”, comentó la investigadora Meg Crofoot, actual directora del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y profesora en la Universidad de Konstanz.
Cuando no hay depredadores, los primates pueden volverse más terrestres, incluso si los cambios en la estructura del bosque no los obligan, pero Coiba es un lugar único donde también descubrimos que estos monos están utilizando herramientas de piedra. ¿Es eso el resultado de la falta de depredadores, o la capacidad de los capuchinos de usar una nueva fuente de alimento podría ser la explicación en sí misma?, se preguntó Crofoot.
El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en la Ciudad de Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian, un ente que promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad, capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos y fomenta la conservación.