Con un templo totalmente colmado de feligreses, se llevó a cabo el acto de juramento de fidelidad del nuevo obispo. La jornada estuvo encabezada por monseñor Adalberto Martínez y el nuncio apostólico de la Santa Sede, Vincenzo Turturro.
El recibimiento al nuevo obispo fue multitudinario y se pudo notar la presencia de referentes de la iglesia de distintas partes del país, además de autoridades de los departamentos del Guairá, Caazapá y Paraguarí, entre otros.
El monseñor Cabello señaló, durante su primera homilía en Villarrica, que con esta toma de posesión como obispo de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo, empieza una nueva etapa en la vida de la Diócesis y para su persona en particular.
“Agradezco infinitamente al papa Francisco por elegirme para ser el obispo de esta Diócesis tan importante del país. Efectivamente, junto a Concepción, Villarrica es una de las dos primeras diócesis desprendidas de la Diócesis de Asunción, que pasó a partir de ese momento a ser Arquidiócesis del Paraguay”, indicó.
Recordó que Villarrica es la tierra de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como Chiquitunga.
Caazapá es la tierra de misión de Fray Luis de Bolaños y la ciudad natal del presbítero Julio César Duarte Ortellado.
Este a su vez, dijo que viene con humildad y generosidad a ponerse al servicio de la ciudadanía, buscando ser también, como se atribuía Jesús en el Evangelio de San Juan, un “buen pastor” hasta la dar la vida por las ovejas, según resaltó.
Además, refirió que el obispo tiene una misión definida que es proseguir la obra de Jesucristo, nuestro Salvador, que le corresponderá enseñar, santificar, regir y pastorear.
“La tarea del obispo no es siempre fácil. Por eso, he elegido el pasaje de la escritura donde encontramos el llamado de Dios al profeta Jeremías, no por la juventud del que ahora es designado titular de esta diócesis, sino porque, muchas veces, en el desempeño de la misión, el obispo tiene que ‘arrancar y destruir, arruinar y demoler, edificar y plantar’. El Señor nos llama para ser valientes profetas para anunciar su palabra”, remató.
Cabe resaltar que este evento se constituye como toda una fiesta en la zona, ya que después casi tres años la ciudad nuevamente tiene un obispo. El último fue el monseñor Adalberto Martínez, y tras aquel cambio, había quedado como administrador diocesano, el presbítero Blás Arévalo.
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Miguel Ángel Cabello Almada nació el 4 de septiembre de 1965 en Piribebuy. Fue ordenado sacerdote en 1991 en la diócesis de Caacupé. Es licenciado en Ciencia Pastoral y doctor en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Entre sus principales roles destacan: responsable del santuario Dulce Nombre de Jesús en Piribebuy, formador en seminarios propedéuticos y profesor de Teología en la Universidad Católica; vicario parroquial en varias comunidades y director espiritual del Seminario Nacional de Caacupé.
Fue nombrado obispo de Concepción en 2013, donde también presidió la Comisión Doctrinal y trabajó en áreas como pastoral familiar y protección de menores. Ahora asumió oficialmente como obispo de la diócesis de Villarrica.