<em>Por Miguel H. López</em>
<em>mlopez@uhora.com.py</em>
La historia de su retorno, descubierto mediante el control aeroportuario por la pandemia de la gripe A H1N1 el pasado 1 de mayo, tiene su punto desencadenante en marzo de 2008 cuando un juez paraguayo remitió a Honduras, su lugar de exilio político, un pedido de extradición.
Discretos contactos internos en Paraguay de familiares y aliados en las esferas del poder político no fueron suficientes para cerrar acuerdos ventajosos, pero sus asesores consideraron pertinente el tiempo para su regreso. No obstante, existen puntos no aclarados en este hecho, atendiendo a que aún teniendo el pasaporte vencido en la década de los ’90, salió del aeropuerto de Tegucigalpa, pasó por la escala de Sâo Paulo y aterrizó en Asunción, sin restricciones.
Derivado al hospital de Policía, Rigoberto Caballero, en decisión particular y cuestionada del comandante de la Policía Nacional, comisario general Viviano Machado, Montanaro ingresó bajo declaración de agudo cuadro broncopulmonar y otras afecciones. Progresivamente, las versiones surgidas de su círculo familiar y los médicos que lo atendían instalaron confusión sobre su cuadro e incluso llegó a hablarse de senilidad que imposibilitaría su comparecencia en tribunales para responder por crímenes de lesa humanidad.
Las víctimas de la dictadura realizaron todo tipo de manifestaciones y acciones ante la Justicia impidiendo en primera instancia la evaluación siquiátrica de Montanaro ante el temor de que por complicidad médica fuera declarado inhábil mental. Posteriormente, fue conformada una junta médica integrada por profesionales representantes de las víctimas y la contraparte.
La defensa de Montanaro tampoco logró que el juez de liquidación y sentencia, Digno Arnaldo Fleitas le otorgara la prisión domiciliaria inicialmente y fue ordenada su permanencia en el Rigoberto Caballero, ya que no había sido determinada la lucidez del ex ministro stronista para afrontar un proceso judicial.
Ya en la segunda quincena de junio, los jueces Fleitas y Andrés Casati, que atienden el proceso a Montanaro por la muerte del activista opositor y docente Mario Schaerer Prono, adoptaron resoluciones contradictorias que provocaron confusión en las instancias policiales donde se debía dar cumplimiento a la orden judicial.
Fleitas determinó que el ex jerarca stronista permaneciera ingresado en el Policlínico, mientras se sustanciaran las diligencias que determinaran su habilidad mental o no; en tanto Casati ordenó su inmediata remisión al penal de Tacumbú atendiendo que los médicos le habían dado el alta.
Ante tal determinación, la defensa de Montanaro interpuso un recurso de Hábeas Corpus reparador y la Sala Penal de la Corte solicitó a ambos magistrados la remisión de los detalles de los procesos abiertos en contra del ex ministro del Interior.
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En medio de la indefinición, este miércoles el Ministerio del Interior dispuso que la Policía Nacional diera cumplimiento al mandato judicial y trasladara a Montanaro a Tacumbú. Desde la Corte surgieron rumores de que la ministra de la máxima instancia, Alicia Pucheta de Correa había comunicado a través de su secretaria la suspensión de la medida hasta tanto se resolviera el Hábeas Corpus. Finalmente, ésta desmintió el rumor y alrededor de las 17.00 Montanaro fue ingresado en medio de una aparatosa custodia a Tacumbú, donde fue alojado con presos comunes en Sanidad hasta que los médicos evalúen su cuadro y determinen si será derivado al pabellón de la tercera edad o permanecerá bajo observación médica.
Las víctimas de la dictadura, se hicieron presentes frente a la penitenciaría reclamando que la Justicia ejecute el proceso de manera transparente y ajustada a derecho.
Montanaro fue ministro del interior de Stroessner en los últimos 20 años de la dictadura, los más cruentos en los que la represión llegó a niveles de exterminio en algunas zonas rurales, principalmente en las experiencias comunitarias campesinas de las ligas agrarias y en la persecución de los militantes comunistas