Montanaro llegó al penal de Tacumbú a las 17:00 y en el lugar lo aguardaban numerosas víctimas de la dictadura stronista, que lo recibieron en medio de gritos de “asesino”. Ingresó a la penitenciería a las 17:08, en una camilla y con un fuerte dispositivo de seguridad.
Estaba envuelto en una sábana blanca e intentaron cubrirle el rostro. Llevaba puesto un tapaboca, así como se presentó en el aeropuerto Silvio Petirossi, cuando llegó sorpresivamente al país el 1 de mayo pasado, luego de estar fuera del país por 20 años.
Guillermina Kanonnikof, viuda del desaparecido Mario Schaerer Prono, puso en duda cerca de las 17:12 que quien ingresó envuelto en una sábana haya sido Montanaro. Anunció que pedirá verlo en Tacumbú.
“No sabemos si es él, no se le vio la cara, puede ser cualquier otro, tengo derecho a saber, voy a solicitar verlo, vino totalmente envuelto”, reclamó.
A las 16:50 excatamente Sabino Augusto Montanaro fue sacado de la sala donde estaba internado, en el Policlínico Rigoberto Caballero, para ser trasladado a su próximo destino: Tacumbú.
El traslado por los pasillos se realizó con un fuerte dispositivo de seguridad y ante un considerable número de reporteros gráficos, camarógrafos y periodistas locales y de agencias internacionales que esperaban la salida del quien fuera el temible ministro del Interior del gobierno dictatorial de Alfredo Stroessner (1954-1989).
El hijo de Montanaro, que se encontraba en el Policlínico junto a otros pocos familiares, intentó evitar el traslado hasta que se le presente una orden judicial.