En pleno lunes, y tomando como marco el Día Mundial de la Salud, la Coordinadora por los Derechos Humanos del Paraguay, la Plataforma por el Derecho a la Salud y otras organizaciones se juntaron frente al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS) para un acto simbólico en el que se erigió un monumento al pollo en consideración de que las famosas polladas “salvan más vidas que el Estado”. Una ironía que no está lejos de la verdad. ¿Quién no ha colaborado comprando adhesiones de alguna pollada solidaria a favor de una persona que de pronto se ve en la necesidad de realizarse estudios médicos, recibir un tratamiento y comprar medicamentos cuyos precios son inalcanzables para la gran mayoría de los ciudadanos del país y que no se hallan en la lista básica proveída en los hospitales públicos? Aun contando con seguro médico del IPS, el mayor obstáculo que tropezamos la mayoría de los usuarios del sistema es obtener turno para una consulta.
Si tras infinitos intentos se logra esto último, la primera dificultad con la que se tropieza es que nunca hay disponibles todas las medicinas en la farmacia de la institución y, lo más difícil, por la mala administración y organización, es conseguir cita para los estudios en una fecha razonable que, no deberían ser meses, como normalmente se aguarda. Algo absolutamente irracional e inhumano cuando se trata de un problema de salud que requiere un diagnóstico para poder recibir el tratamiento indicado. Ante esta durísima realidad, y si la afección urge, no queda sino recurrir a los servicios privados que, por cierto, están muy poco controlados por el MSPyBS, lo que hace que sus aranceles sean exorbitantes para cualquier procedimiento, estudio especializado y consultas. Para cualquiera de estas situaciones que forman parte del calvario de los paraguayos en busca de asistencia médica, no queda otra que ampararse en la solidaridad que, afortunadamente continúa existiendo, y que contribuye a paliar las ineficiencias del sistema sanitario del país, que sigue haciendo aguas por todas partes y, como consecuencia, muera gente. Quienes se manifestaron el lunes frente al MSPyBS nos recordaron que el Paraguay no llega aún al mínimo de inversión recomendable para este sector, que es el 6% del PIB. Aunque el actual gobierno anuncia la construcción de nuevos hospitales, hay un problema no resuelto, que es cómo se administra lo que hay y cómo hacer que exista eficiencia y disponibilidad oportuna de los servicios sanitarios.
Es probable que a algunos hasta resulte gracioso lo del monumento al pollo. Pero, en realidad, es muy triste asumir que vivimos en un país donde el acceso a la salud, que es un derecho, no está garantizado y rige solo para una minoría rica que puede recurrir a los servicios privados locales o del exterior.
No hay nada más duro que la incertidumbre a la hora de buscar solución a un problema de salud. Y nada más incómodo que tener que pedir ayuda a los amigos, compañeros, vecinos y parientes para afrontar los gastos porque en los hospitales, incluyendo los del IPS, falta todo. Así que el monumento al pollo es una gran llamada a la reflexión para todos. Desde el ciudadano de a pie, como el más encumbrado al que, seguro, en algún momento se le pedirá que aporte para una pollada solidaria. Un recurso institucionalizado en un Estado incapaz de crear las condiciones para que el acceso a la salud sea real para todos y los servicios sanitarios públicos se encaminen siempre a la excelencia.