29 abr. 2025

Muchos pacientes salen de alta y deben volver a una casa en duelo

LO MÁS DIFÍCIL. Familia enfrentó el alta de su mamá, quien no sabía que su marido falleció. DURA REALIDAD. Internados buscan recuperarse de Covid y llevar la ausencia de otro ser querido.

Las internaciones múltiples por cuadros graves por Covid-19 se replican en las familias. Muchas de ellas enfrentan en proceso de duelo la espera de la recuperación de otro de sus seres queridos. Los parientes así, se debaten entre la alegría de superar a la enfermedad con la tristeza de comunicar a los sobrevivientes que vuelven a una casa, donde duele la ausencia de uno de sus miembros.

Graciela Gamarra, una de las impulsoras de la carpa de la Solidaridad en el Ineram, vivió uno de los más desgarradores viajes de su vida de vuelta a casa, tras el alta de su madre, quien estuvo internada por unos 20 días. La mujer, que pasó días inciertos en el hospital, no sabía que mientras ella se aferraba a la vida, en otro servicio su compañero de camino perdió la batalla.

Tras una larga jornada de organizar y recibir las donaciones en la carpa, Graciela Gamarra se dispuso a ir a tomar un baño nocturno a su casa, para volver a su temporal residencia levantada con lonas donde con otras 135 personas formó una comunidad de apoyo y asistencia.

Eran las 22:00, ya no aguardaba ninguna noticia, hasta que de reojo vio a uno de los voluntarios salir con una enfermera y con ellos a su madre en silla de ruedas. Graciela, que no esperaba el alta médica, con la emoción, asimiló la noticia solo al escuchar el llamado con el nombre de su madre. Para su progenitora no hubo carteles ni globos pero sí un abrazo y un “te amo” desde lo más profundo.

“A mí me tomó de sorpresa, no preparé nada, solo fui hacia ella y le dije ‘te amo mamá, vamos a casa’. En ese momento de alegría no pude dejar de preocuparme, no sabía cómo decirle que papá no sobrevivió”, comparte Graciela.

Tras el abrazo con su hija, en sus primeros minutos fuera de la sala, lo primero en los labios de la madre de Graciela fue, ‘¿y tu papá, por qué estas vestida así’?

“Ella se dio cuenta por la ropa que llevaba puesta. Yo no atiné a decirle nada. Nosotros queríamos estar los tres hermanos juntos, ver cómo decirle. Pedimos que nos avisen unos días antes para prepararnos, pero no se dio de esa manera. En el auto empecé a llamar a todo el mundo, a familiares, a todo el vecindario, no sabía qué hacer y no podía responderle. Nos habían sugerido esperar unos días antes de contarle pero eso no iba a poder ser”, relata Graciela. Al final al llegar una de las hermanas le dio la noticia, la mujer volvió a requerir oxígeno y empezó su ingreso a la tristeza.

Durante el periodo de internación, Graciela y sus hermanos veían la forma de hacerle llegar cartas, que a veces tenían respuestas. El mensaje de vuelta siempre contenía la pregunta, ¿cómo está tu papá?, a lo que Graciela respondía: Papá te ama mucho mamá.

En la casa de los Gamarra, el primero en contagiarse fue su papá de 71 años, en una de sus jornadas laborales. La segunda fue la mamá de 61. El proceso en la familia fue bastante rápido, tras el positivo el padre fue deteriorándose y al tercer día la mamá mostró los primeros síntomas que se complicaron a la par y la llevaron a urgencia del Ineram con falta de oxígeno.

Fuerte por ambos

Graciela, durante una semana pasó del servicio del Hospital de Limpio al Ineram. En el primero su padre esperaba por una cama en UTI, mientras su mamá era estabilizada en el otro. “Algún día voy a escribir la historia, pasamos de todo, un día se fundió la ambulancia donde le trasladabamos a papá, tuvimos que empujar, hicimos de todo para conseguirle una cama, hablamos con todos, no hubo puerta que no tocáramos”, señala Graciela. Mientras también en el Ineram, el ingreso de su mamá de 61 no fue sencillo con la falta de espacios.

Graciela, quien permanece en la coordinación de las donaciones en la carpa del Ineram, recalca que es necesario tomar más conciencia y espera que esta se dé, sin que las personas tengan que experimentar su misma historia. Con su mamá en estado grave, su familia despidió a su papá tras unos 26 días, en los cuales escucharon de varios centros asistenciales que no podía ser ingresado, por con contar con UTI y por protocolo. “Ni con camas, ni con posibilidad de pagar por una cama o comprar los medicamentos, papá no tenía oportunidad por el protocolo que prioriza a personas más jóvenes, con más posibilidades”, recuerda.

Al final, llegó desde un servicio privado la posibilidad de trasladar a su papá, aunque el llamado lo recibió horas después de su partida. “Me llamaron a decir que tenían una cama, eso fue tres horas después de que papá falleció. Esa vez la doctora lloró conmigo y me dijo: Otra vez llegamos tarde”, rememora. Graciela de la experiencia renueva su compromiso de seguir con otros familiares de pacientes ahí, apostados en las a fueras del hospital donde con las donaciones armaron una farmacia, mientras en su casa se libra otra batalla para la recuperación total de su mamá con sicólogos y neumólogos.

Más fuertes
Las carpas de parientes de pacientes se fortalecen en los distintos hospitales, con mayor asistencia de voluntarios y organización. En redes sociales las organizaciones civiles surgidas espontáneamente ante la necesidad de alimentos y medicamentos comparten en transparencia los aportes en su redes sociales, tanto bajo el usuario Donaciones Ineram como también Carpa de Contingencia FCM, ambos cuentan con listas de medicamentos disponibles y registro de las personas que se acercan a dejar sus aportes. La solidaridad permitió incluso que estos centros envíen a otros hospitales parte de lo que les acercan entre alimentos y fármacos.