La exposición, con acceso libre y gratuito, está instalada en el pasillo lateral del templo, como parte de las actividades por el novenario y la fiesta patronal de la parroquia, que se celebra este jueves 24.
Se trata de paneles que resumen la vida y obra de este personaje, considerado “casi una leyenda, pero que, sin embargo, es un personaje absolutamente histórico, con una riqueza de vida sorprendente”, señala el padre Julián de la Morena, impulsor de la muestra.
“Lo que mostramos en esta pequeña exposición es la potencia de un hombre que parece casi un personaje de leyenda; sin embargo, es un personaje histórico, absolutamente, que creó un vínculo con los naturales de esta parte del continente de un modo impresionante. Un vínculo de amistad verdadera, tanto es así que le llaman ‘pa’i’, que era mucho más que un sacerdote, era el que tenía poderes, y de hecho también lo conocen como ‘el hechicero de Dios’, aquel que comunica una experiencia de Dios, pero con una potencia humana enorme”, señala De la Morena sobre este misionero franciscano.
Mirada amorosa
El sacerdote agrega que fray Luis de Bolaños era un hombre que desde el primer momento supo mirar a los nativos desde una perspectiva cristiana plena. “Él les entiende, les ama, les cuida. Bolaños comprende que (los indígenas) deben ser evangelizados en su propia lengua, libremente. Por ello vio todas las maneras posibles para que no se les impusiera la fe, de tal manera que no era necesario que se convirtiera el cacique; él quería que la fe sea abrazada por deseo del pueblo y no por seguir al líder de la comunidad”, apuntó.
Historia
Fray Bolaños nace en 1550 en Marchena (Sevilla, España). En 1572 parte del puerto de Sanlúcar de Barrameda, junto con un pequeño grupo de religiosos, en la expedición del adelantado Juan Ortiz de Zárate. La travesía estuvo marcada de varios percances, hechos que quedaron registrados en el poema La Argentina, de Martín del Barco Centenera, que menciona desde grandes tormentas y hambrunas hasta deserciones, enfrentamientos armados y motines.
Fray Luis de Bolaños llegó como diácono a la joven ciudad de Asunción, que apenas tenía 40 años de haber sido fundada, y tuvo que esperar 10 años para que apareciera un obispo que lo ordenara sacerdote. Pisó estas tierras junto con su compañero, fray Alonso de Buenaventura.
“La huella que dejó fray Luis de Bolaños en Paraguay y todo el Río de la Plata es enorme, aunque su vida fue discreta y sencilla. Su persona es la de un gigante que ha dejado una influencia capital para la cultura y religiosidad paraguaya”, remarca el padre Julián, de la fraternidad sacerdotal San Carlos Borromeo y curador de la muestra.
El guarani
“Fray Bolaños es el primero en evangelizar en guaraní. Junto a fray Juan Bernardo crea una gramática y un vocabulario guaraní, y junto a otros traducen la doctrina cristiana y elaboran el llamado Catecismo de Lima. La consolidación del idioma guaraní como lengua nacional se le debe a los franciscanos y sus reducciones”, apunta el padre Julián.
En este sentido, De la Morena resalta la actualidad de la figura de este franciscano, desconocido por muchos y que falleció en Buenos Aires.
“Este personaje, que vivió hace ya cuatro siglos, es, sin embargo, absolutamente actual, porque parte de lo que nosotros vivimos hoy, inconsciente o conscientemente, se debe a la huella que este hombre dejó y que obviamente otros la han continuado. Un hombre de fe verdadera y gran sabiduría, que consiguió comunicar dos mundos, el hispano, franciscano-católico con el mundo guaraní, creando un punto de amistad impresionante”, comenta el sacerdote, también español, de la parroquia San Rafael.
Fundaciones
Según la crónica de la época, al llegar a Asunción tras tres años de travesía, fray Bolaños y fray Alonso de Buenaventura se quedaron en la ermita de la ciudad y empezaron a predicar a los indígenas sin alejarse mucho de allí. Cuando lograron hablar la lengua de los nativos, los religiosos se centraron en la fundación de las reducciones, llegando a la evangelización y a la pacificación de los naturales del Paraguay, relata parte de la exposición, que tiene el objetivo de llegar a otras localidades del Paraguay y la Argentina, por donde trabajó Bolaños.
Con fray Alonso fueron pioneros en Paraguay en la formación de reducciones, que tenían el objetivo de proteger y promover a los indígenas; muchas de ellas actualmente son pueblos.
Las mismas tenía la organización comunitaria hecha con el espíritu del carisma de San Francisco de Asís, inspirada en tradiciones autóctonas de reciprocidad y retribución solidaria.
Es así que fundó el pueblo de Itá, en 1585; luego San Buenaventura de Yaguarón, en la misma época, a 50 km de Itá, con la participación de 1.700 naturales de Acay.
En 1607, Bolaños funda San José de Caazapá, donde obtuvo la amistad de más de cuarenta caciques del lugar. Esta se concreta con el apoyo de nativos de Itá.
Y fue allí, en Caazapá, donde Bolaños obra el prodigio de hacer surgir agua de la ladera rocosa, hoy conocida como Ycuá Bolaños. En aquel entonces, los indígenas lo amenazaron y exigieron solución al problema de la sequía, a lo que el fray franciscano con su gran fe respondió: “Pehupi pe ita ha peguerekota y”, y siguiendo las órdenes, alzaron una piedra y en ese lugar brotó una naciente, un ycuá.
Entre sus fundaciones figuran: Altos, Itá, Yaguarón, Ypané, Guarambaré, Atyrá, Candelaria, Tobati, Yuty y otras más.
Devoción mariana
La devoción del pueblo paraguayo a la Inmaculada Concepción, su cercanía a la Virgen María como una madre protectora, es fruto de la evangelización franciscana, explica De la Morena.
Allí donde existía un asentamiento franciscano, surgía la devoción a la Inmaculada. En el fraile Bolaños, este fruto se traduce en la devoción hasta hoy extendida de la Virgen de Caacupé, desde finales del siglo XVI. Un ejemplo de ello es la ciudad de Tobati, que se ha encuentra vinculada con la ciudad de Caacupé en su devoción a la Inmaculada Concepción.
Amigos hacia un ideal
Fray Luis tuvo amigos y verdaderos. Sus grandes compañeros de fe y misión fueron fray Juan Bernardo, de origen guaireño, y san Roque González de Santa Cruz, natural de Asunción. En su juventud, Roque fue uno de los primeros discípulos del fraile Bolaños en la cátedra de Pastoral Indígena, lo que marcó los primeros años de misión del que hoy es el primer santo paraguayo.
La confianza puesta en el fraile Bolaños era tal que recibió el encargo de jesuitas de dar testimonio sobre la vida y martirio de san Roque, relata parte de la exposición.
Pa’i Tucú y las flores
Nuestro franciscano no se detuvo: Construyó ciudades, construyó también las primeras reducciones y protegió la lengua guaraní. Anduvo siempre a pie, nunca en un caballo o burro. “Siempre caminando, por lo que lo llamaban pa’i Tucú (saltamontes). No buscó imponerse, hizo de pacificador entre los conquistadores y los indígenas, evitando varias guerras”, añade el padre Julián.
La muestra también tiene un toque especial: Las flores. Es posible observar en el lugar orquídeas y claveles. Y este detalle tiene una explicación.
“Bolaños llega de Sevilla, que tiene un clima particular, con la primavera llena de flores y un verano con un calor terrible. Y eran los claveles y geranios las flores que resistían el clima de Andalucía. Como fray Luis siempre vivió en pequeñas aldeas, en medio de la naturaleza, hemos también colocado estas flores en medio de las plantas tropicales junto a la muestra. Es un detalle de su tierra”, culmina el padre Julián, añadiendo que pretenden conseguir donantes para poder llevar esta muestra a los lugares fundados por Bolaños, “para que, de esa forma, no dejemos en el olvido su persona y podamos hacer vivo hoy su legado”.
Los restos de fray Luis de Bolaños se encuentran en la iglesia de San Francisco, en Asunción, y en Buenos Aires.