12 nov. 2024

Muestras de la degradación

Adrián Cáceres – adrian-caceres@uhora.com.py

La semana pasada hubo hechos que una vez más demostraron que una mayoría de la clase política puede seguir sorprendiendo para mal, como en el caso del Senado que no reunió los votos para suspender al menos por cinco años la habilitación de nuevas carreras de Medicina. Hubo recomendaciones del propio Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social y del Círculo Paraguayo de Médicos, pero los legisladores prefirieron desoír las argumentaciones técnicas, apostando por aquello tan cuestionado de “mejor cantidad que calidad”.

Por otro lado, egresados universitarios de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción mostraron que la podrida cúpula académica alcanzó a los estudiantes, con la elección de alguien señalado como significativamente corrupto, Jorge Bogarín, como padrino de honor de la promoción 2022 de los estudiantes de Ciencias Políticas.

Si bien está garantizada la presunción de inocencia constitucionalmente, es también sabido que al menos el decoro (acaso palabra desconocida ya) hubiera obligado a los egresados a no caer en la elección de Bogarín para un momento tan mejor calificativo no encuentro, justamente “significativo”. Había que optar por este señor.

Hace un tiempo escuché a un estudiante de una prestigiosa universidad calificar a la ética como un asunto personal. Para mí fue un llamado de atención, me preguntaba cómo llegamos a miles años de debate sobre la materia, y con acuerdos basados en ella que nos ayuden a determinar qué es lo que está bien y lo que está mal, para finalmente señalar que es “personal”. Es decir, la probidad es personal y qué sucede entonces, cuando vivimos en colectividad. Lo que decidieron los alumnos de Ciencias Políticas es también una llamada de atención, y lo que ocurrió en el Senado lamentablemente es lo que hoy no sorprende.

En un caso, Última Hora recordó ayer “que el declarado significativamente corrupto por Estados Unidos, Jorge Bogarín, está por completar su mandato como miembro del Consejo de la Magistratura en representación de abogados”. No entiendo cómo pudo ser padrino de honor de una Universidad, “pese a los antecedentes y con el guiño de las autoridades académicas”.

Sobre la habilitación de carreras de Medicina hay que simplemente reproducir en parte lo que ya dicen el Ministerio de Salud y los médicos. La cartera sanitaria recuerda que países como Brasil, Estados Unidos, Alemania o Japón, rondan el promedio de 0,50 facultades de Medicina por cada millón de habitantes. Hay que leer un poco para saber en qué nivel están sus médicos. Y atienda el dato referente a Paraguay, cinco por cada millón de habitantes, y conste que el Ministerio consideró todavía que son 7 millones de personas en el país, cuando ya sabemos que no llegamos ni a los 6 millones y medio según el último censo. Están jugando con la salud de las personas directamente, y eso es demasiado grave.

Por ejemplo, esto es lo que indicó el Instituto Nacional de Salud: “Los egresados de las carreras de Medicina requieren la formación en los posgrados de las diferentes especialidades, a través de las residencias médicas, para adquirir las competencias que le permitan ejercer la medicina de manera segura en beneficio del sistema de salud”. Pero ojo, no hay plazas para la cantidad de médicos egresados año tras año, quienes ingresan al sistema de salud “sin contar con las competencias mínimas necesarias”.

Para los nuevos politólogos, vale aclarar que no todos apoyaron a Bogarín como padrino, porque “un grupo de estudiantes del curso tuvieron roces con los que avalaron al abogado y prefirieron ausentarse. No quisieron dar declaraciones ante los medios por temor a exponerse y ser afectados en sus cargos en el Estado”. ¿Cómo se llegó a tanta corrupción? Lo peor, son solamente muestras de la degradación en el país, y probablemente seguiremos viendo hechos similares muy a pesar de quienes queremos algo mejor.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.