Mujeres en marcha

Ladies of Harley es un grupo de mujeres que montan las motos de la icónica marca estadounidense para salir a rodar por las rutas del país, o del extranjero, combinando su pasión por estos vehículos de dos ruedas con un envidiable afán de aventura; pero también están las que simplemente acompañan a sus maridos en esta afición.
“Somos mujeres apasionadas por la marca Harley-Davidson. No necesariamente tenemos que contar con nuestras propias motos, la mayoría va como acompañante y son los esposos los que manejan, aunque sí hay algunas que lo hacen. Algunas tienen motos, otras no, es independiente eso”, explica Lorena Zorrilla, también integrante de la asociación.
Este grupo nació hace tres años, al mismo tiempo que el HOG (Harley Owners Group) Asunción Chapter, es decir, el capítulo local del club de propietarios de motocicletas de la marca más famosa del mundo. “Hay de todo. Mujeres que vinieron por su voluntad, que compraron sus motos porque las aman, y otras que se acercaron a raíz de la pasión de sus maridos”, cuenta Lorena y destaca que la historia de las ladies está íntimamente ligada a la del HOG.
El HOG es el club oficial mundial de la Harley-Davidson y su creación data de hace más de 30 años. Fue en 1983 cuando la marca decidió fundarlo, en respuesta al deseo de los propietarios de motocicletas de tener una manera organizada de desarrollar su pasión y mostrar el orgullo de poseer un vehículo tan prestigioso.
La cantidad de dueños de Harleys nucleados en ese grupo se estima en alrededor de 1.300.000 en el mundo. En Paraguay, son 150 los miembros del club, entre hombres y mujeres, con predominio de los motociclistas masculinos. Lo que los une es la pasión por las motocicletas y todo lo que eso implica, porque la marca no es solamente la moto en sí. “Es toda la parte social que eso acarrea, los amigos que hacemos, que son como una segunda familia”, revelan sus integrantes.
Los miembros del HOG participan con sus esposas; y las ladies están más abocadas a lo que tiene que ver con la vida de pareja y de familia. “Una cosa no va separada de la otra, porque la marca en sí está muy ligada a lo que es la pareja. Es cierto que hay mujeres que manejan solas, pero la mayoría somos pareja. Tenemos ladies que son solteras, que manejan sus propias motos, porque no hay un requisito en ese sentido. Algunas tienen su moto y su esposo la suya”, afirma Lorena.

No a la violencia
La imagen clásica del motociclista es la del hombre rudo, vestido de cuero negro y, muchas veces, violento. Esta no es precisamente la visión que desean proyectar los fanáticos de Harley, y mucho menos las fanáticas, porque excepto la atracción por el cuero, ellas y sus maridos están alejados de ese estereotipo y sus actividades nada tienen que ver con la violencia.
La misión de las chicas (uno de sus objetivos) es precisamente romper con ese estigma que tienen los motociclistas y que está relacionado con la mala vida. “Nosotros mostramos que eso no es cierto: somos refamilieros, hacemos actividades para toda la familia. Generalmente incluimos a los chicos y hay una o dos camionetas de apoyo que van a nuestros paseos”, aclara Lorena.
El HOG es una entidad sin fines de lucro y las ladies se encargan de llevar adelante actividades solidarias. “Si hay algún accidentado, nos juntamos entre todos. Dependiendo de la actividad, depositamos las donaciones en una cuenta, o le entregamos directamente al afectado”, resalta.
Las chicas son las responsables de las acciones benéficas. Por ejemplo, colaboran con un centro de Tobatí que alberga a niños que han sido abusados y fueron derivados por orden judicial a ese lugar. Cada año hacen actividades para recaudar fondos para este centro; y el mes pasado organizaron el Pink Ride, un evento sin fines de lucro cuya recaudación fue entregada a Amacma para ayudar en la lucha contra el cáncer de mama.
“La marca Harley-Davidson está muy ligada a esta causa. A nivel internacional apoya a organizaciones que trabajan con mujeres con cáncer de mama. Como HOG organizamos al menos dos rodadas al mes y esta vez nos tocó a las ladies, por tratarse de un evento benéfico”, explica Zorrilla.

Declaración de principios
La actividad principal de los harleros (como también se conoce a los amantes de las motos Harley) de Paraguay es recorrer el país montados en sus biciclos. Los paseos pueden ser cortos o más largos, y por lo general los riders van y vuelven en el día. La aventura consiste en recorrer lugares desconocidos para los motociclistas, pero que, según los comentarios, pueden resultar atractivos como destino turístico.
En cada rodada salen entre 30 y 40 motos. Pueden participar también los chicos, que son llevados en camionetas. Algunos van con sus hijos en la moto, pero solo está permitido que lo hagan a partir de los 12 años.
Los que integran el HOG deben ser propietarios de motos, como lo indica el nombre. Claro que si una persona está interesada en sumarse a la rodada puede hacerlo, aun si no es dueño de una Harley, pero en ese caso debe ir como acompañante. Los chicos también pueden hacerse miembros del HOG, para lo cual deben ser inscriptos por sus padres. Es un club que congrega a toda la familia.
En Paraguay hay varios motoclubes de la marca, y la pertenencia a alguno de ellos no impide a esos motociclistas ser miembros del HOG. La mayoría de los 150 integrantes del grupo oficial pertenece a sus propios motoclubes.
El HOG no está identificado con ningún movimiento político ni religioso y tampoco existen restricciones que tengan que ver con el origen social. “La clase de personas a las que les gusta la cultura Harley es muy variada y hay exponentes de todo tipo de profesiones, incluso amas de casa. Somos un grupo heterogéneo y lo que nos une es esta pasión”, asegura Lorena.
Pero acceder a una moto de la marca es costoso, lo que puede convertirse en un filtro que limite la pertenencia al grupo, ¿o no? “Hay gente que heredó la Harley o la consiguió a un precio económico; no necesariamente hay que tener un nivel de ingreso elevado, pero sí, es un juguete caro”, admite la lady of Harley. Ella explica que se pueden encontrar promociones desde 12.000 ó 14.000 dólares y que hay facilidades de financiación, por lo que cada vez se torna un poco más accesible convertirse en un harlero.
No obstante, los precios de los mejores modelos sí están alejados de las posibilidades de una persona de ingreso medio. Por ejemplo, un Softail Heritage Classic cuesta 40.900 dólares y el Tri Glide Ultra, 74.500 de la misma moneda.

Mecánica avanzada
Las ladies también deben batallar contra otro prejuicio: el de que las mujeres no entienden de mecánica. Si bien esto puede ser cierto en algunos casos, entre las harleras hay chicas que pueden competir con sus pares masculinos en cuanto a sus conocimientos sobre cómo funciona una moto y reconocer sus partes.
Claro que no todas se preocupan demasiado por tomar lecciones de mecánica básica. María Lina Díaz explica el porqué: “Una mujer viaja generalmente como copiloto, y entonces no se concentra tanto en aprender sobre mecánica; no es tanta la preocupación que una tiene como cuando es piloto”.
La pasión de las ladies paraguayas por la Harley es, en la mayoría de los casos, una consecuencia de la de sus esposos. Karen Müller relata que su afición comenzó hace unos dos años, gracias a su marido, quien es el que maneja la moto. “Cuando le empecé a acompañar a los paseos, me empezó a gustar mucho. De a poco fui comprando todo lo referente a Harley, comencé a tener accesorios y a equiparme para la moto”, relata.
María Lina, por su lado, explica la razón del atractivo que ejercen estas icónicas motos. “La Harley inspira; es su estilo, su historia, todo. Es un conglomerado de muchísimas cosas y no me cambiaría a otra marca. Probé otra moto, una Indian, pero no es lo mismo porque no tiene la comodidad de la Harley, la prestancia, el sonido, que es único. Es diferente”, detalla.
Karen relata que a ella no le da miedo subirse a este vehículo (como acompañante de su esposo) y que como viajan en grupo, existe una sensación de seguridad. Hasta ahora todavía no siente muchas ganas de manejar sola. “Mi marido me llegó a mostrar, pero no me animé, porque las Harley son muy pesadas, aunque tampoco manejé nunca otras motos”, revela.
También es un aprendizaje para la vida. María Lina asegura que ser harlera le aporta muchísimo. “En estos dos años que llevo andando como lady aprendí muchísimas cosas: lo que es el compañerismo, andar en grupo, la paciencia, la templanza, cosas que aplico en mi vida diaria”, describe.
Para Karen, ser una Lady of Harley significa hacer muchas amistades, conocer gente de diferentes países y la posibilidad de tener una vivencia de mucha hermandad. La fascinación por la marca se convirtió para estas mujeres en una forma de vida que incluye una visión optimista y altruista. Buenas excusas para vivir una pasión.