El origen del Día Internacional de la Mujer no está exento de polémica. Hay quienes dicen que la huelga y posterior muerte de 129 trabajadoras textiles en Nueva York por un incendio iniciado por la patronal es un mito; hay quienes lo afirman con vehemencia.
Lo cierto es que, mito o realidad, miles de trabajadoras fueron el motor de las reivindicaciones más importantes de los derechos laborales universales. La jornada de ocho horas, las vacaciones, el día domingo libre y los feriados de descanso, además de ser resultado de un estado social de derecho, son el producto de la lucha de cientos de miles de mujeres.
Hoy se suman reivindicaciones, pero la batalla por mejores condiciones laborales y el reconocimiento de las tareas de cuidado siguen. La lucha contra la violencia y los feminicidios son claves: en lo que va del año ya se contabilizaron seis casos con esa carátula, cifra que continúa en aumento.
Como bien dice Alicia Amarilla, una de nuestras entrevistadas, la característica del sistema social paraguayo es que en los momentos más difíciles del país son las mujeres las que llevan adelante la ardua tarea de sostener. Desde la Guerra contra la Triple Alianza hasta hoy, con las ollas populares y las actividades solidarias durante la pandemia, son ellas las que se encargan de tejer redes para construir y reconstruir este país.
Sin embargo, según la investigación Empleo Femenino en Paraguay, desarrollada por Verónica Serafini y María Isabel Egas, a pesar de que tanto hombres como mujeres tienen un nivel educativo similar, la brecha en la participación laboral es de alrededor del 20 % a favor de ellos (según datos de 2015).
En esta edición de Pausa, buscamos hacer un reconocimiento sincero a las mujeres trabajadoras, motor de transformación social, que además han logrado posiciones de liderazgo gremiales al vencer cientos de miles de prejuicios y estructuras.
Marciana Santander Martínez
Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico del Paraguay
Marciana es la segunda de 12 hermanos. Nació y se crió en La Colmena, donde de niña trabajaba en la chacra acompañada de su familia. A los 15 años salió de su casa en busca de trabajo en las urbes, primero en Ciudad del Este y posteriormente, Asunción.
Se dedicó al trabajo doméstico de forma exclusiva hasta los 45 años, cuando sus hijos ya estuvieron “crecidos”. Allí empezó a trabajar de forma ocasional solo por las tardes o los sábados.
Por motivos familiares y de salud, hoy ya no se dedica a su labor fuera de su hogar. En la actualidad se desempeña como secretaria general del Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico del Paraguay y, en esta entrevista exclusiva, retrata la situación de esta agremiación.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un 7,2 % de la población económicamente activa (PEA) empleada se dedica a la labor doméstica. El desagregado por sexo muestra que tan solo el 0,9 % de los hombres trabaja en esta área, mientras que el 16 % de la ocupación femenina corresponde a este rubro. En cifras más fáciles de leer, son alrededor de 231.000 las personas que están activas en esta franja y, de este número global, aproximadamente 220.000 —la mayoría— son mujeres.
“Las condiciones mejoraron mucho a partir de la promulgación de la ley, pero todavía queda demasiado por mejorar. Ya no es más tanto como antes, pero sigue todavía la violación de los derechos”, dice. Se refiere a la ley 5407, promulgada en 2015, que establece disposiciones sobre el trabajo doméstico.
“Ahora, muchas de las compañeras exigen que se les pague lo que corresponde: el salario mínimo, el seguro de salud y también la jubilación, porque muchas de nosotras trabajamos toda la vida y cuando llega la hora, no podemos retirarnos y tenemos que seguir cuidando aunque sea a criaturas o a nuestra familia para sobrevivir”, explica.
Una reivindicación por la que aún luchan es el cumplimiento de las ocho horas legales de trabajo, las vacaciones y el aguinaldo. “Antes, el aguinaldo era solamente un pan dulce, una sidra y ropa usada. Ahora la compañera ya va conociendo su derecho y sabe que le corresponde un pago como a los demás trabajadores”, analiza.
Según sus cómputos, aún se dedican a su labor de 10 a 12 horas diarias. “Hay compañeras que dicen que si vos trabajás puertas adentro, estás expuesta a servir a la hora que te llamen. Todavía es así”, reclama la dirigente.
Con la aplicación de la ley se vio un auge de trabajadoras que optaron por el empleo diario o por hora. “Por medio día pagan G. 60.000, y eso ya da. En una jornada recibís G. 100.000”, expresa Marciana. Si bien esto genera una situación de bienestar a corto plazo, no da la posibilidad a las mujeres de contar con un sistema de previsión social.
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“Se debería agregar un apartado a la carta orgánica del Instituto de Previsión Social e instalar un sistema de prorrateo, para que la compañera y el empleador aporten, si uno trabaja por día, por hora o lo que sea. Como Argentina, por ejemplo”, manifiesta y agrega con pesadumbre: “Pero esa voluntad política es lo que no hay acá”.
Marciana habla sobre las tareas de cuidado, que nunca son remuneradas y que sus compañeras realizan todos los días en sus casas: limpian, cocinan, cuidan a las infancias e inclusive a adultos masculinos. La lideresa exige la aplicación real de la ley 5407 y la garantía de cumplimiento por parte de las autoridades pertinentes: “Muchos de ellos son explotadores y por eso no quieren hacer cumplir”.
Hoy está orgullosa de su hija, quien se desempeñó en el servicio doméstico y logró finalizar sus estudios como abogada, y de las jóvenes asociadas al sindicato, que día a día luchan por mejores condiciones para todas las que forman parte del gremio. Destaca el programa de radio en internet Doméstica Ñe'ê. La voz de las mujeres trabajadoras, herramienta que sirvió para llegar a miles y les ayudó a reclamar sus derechos.
“Yo creo que el 8 de marzo tenemos que luchar. Todas las mujeres debemos salir a las calles, pelear, gritar y reclamar que se nos respete, que no haya más feminicidios”, dice para finalizar.
Alicia Amarilla
Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri
La situación de las trabajadoras de la tierra se ve surcada por la pobreza y el calentamiento global, que afecta a la economía feminista de forma aguda, ya que la subsistencia depende de la venta de productos agrícolas o transformados artesanalmente.
“Ahora mismo, con los efectos del cambio climático, hay sequía o llueve demasiado, plagas atacan nuestras producciones… Eso significa que no tenemos mandioca ni almidón, no podemos criar animales porque todo es una cadena”, explica Alicia Amarilla, secretaria general de Conamuri. “Si no hay maíz, no podemos criar gallinas ni generar otra fuente de ingreso”, añade.
“Somos campesinas, nuestra profesión es la agricultura. Ahí está nuestro saber, nuestro desarrollo, nuestra forma de pensar, nuestra forma de alimentación, nuestra forma de ver las cosas; nuestra alegría está en nuestro kokue, en nuestra finca”, sostiene. Este conocimiento tiene que ver con las cosechas, las semillas y la planificación de cada chacra.
Pero, aunque el trabajo femenino rural es mayoría en nuestro país, no hay políticas públicas dirigidas a ellas: “Vivimos en un Estado patriarcal que nos discrimina demasiado, porque no hay un programa de desarrollo dirigido a mujeres campesinas e indígenas”. Esto genera, según Alicia, que muchas busquen otras fuentes de trabajo.
“Las campesinas somos las que migramos hacia las ciudades para el trabajo doméstico o que tienen que ver con el cuidado”, indica Alicia, lo que nos recuerda a la historia de Marciana Santander.
Según Alicia, el Estado paraguayo no identifica a las mujeres como agricultoras, sino como amas de casa. Ese reconocimiento generaría posibilidades de crédito y programas que ayuden a las madres solteras del campo “para que podamos desarrollarnos en nuestro territorio. No queremos salir de nuestra tierra, los pocos que tenemos una parcela estamos ahí, luchando”. Educación, salud y vivienda digna son otras reivindicaciones que considera muy necesarias, además de aquellas políticas públicas que les garanticen el trabajo.
Las actividades de las mujeres rurales comienzan mucho antes del amanecer, con la planificación de toda la jornada en la chacra; luego pasan a las tareas de cocina y el cuidado de los animales. La organización de cada labor recae en ellas. “Como mínimo, trabajamos 12 horas por día. Se sacrifica muchísimo en el campo para sostener todo ese mundo comunitario y familiar, constantemente. Una no tiene espacio para pensar”, explica.
Así, en palabras de la lideresa, la explotación de las mujeres del campo es el triple. Por eso, reivindican la soberanía alimentaria con productos de nuestro país. Habla de “territorio soberano, de semillas nativas —porque las de nuestra tierra están en peligro—, de una forma de alimentación de acuerdo con nuestra cultura y forma de vida”.
“Sabemos que sin agricultura no hay vida. A pesar de toda nuestra situación de pobreza, estamos nutriendo al pueblo, porque por mucho que se produzca, no nos alimentamos de soja en Paraguay: comemos mandioca, batata, poroto, todos productos campesinos”, declara. “Es necesario visibilizar y valorar el trabajo, el papel de la mujer en la agricultura, la artesanía”, puntualiza.
Teresita Benegas O’Hara
Asociación de Chefs del Paraguay
En el rubro de la gastronomía hay más varones que mujeres y esta tendencia se traduce en una mayoría de liderazgos masculinos. Según Teresita Benegas O’Hara, esto irá cambiando, ya que ve cada vez más equilibrio en los grupos de estudiantes.
Ella se desempeña como CEO del Grupo O’Hara desde hace casi 20 años. Es paraguaya y chef, licenciada en Ciencias de la Educación y docente. Además, preside la Asociación de Chefs del Paraguay.
Con respecto a las posiciones de autoridad en la cocina ocupadas por varones, Teresita encuentra la causa en las labores de cuidado. “Nosotras no solamente trabajamos, sino que tenemos que estar al pendiente de miles de otras cosas al mismo tiempo”, fundamenta, refiriéndose a las tareas familiares y sociales.
Es importante recordar el caso expuesto por la chef e influencer Giannina Alfieri en redes sociales, que planteó que en muchos lugares no se contratan mujeres porque, para los dueños de estos espacios, resultan un problema. Además, son espacios donde la violencia machista florece y es ejercida por quienes están en posiciones de poder, generalmente hombres. “La gastronomía en este país duele y no es solo ahora esto”, afirmó en ese momento.
“Hay muchas cosas que todavía nos falta lograr, y una de esas conquistas o, mejor dicho, un derecho que debemos reivindicar, es el de ser respetadas en todos lados, en todo lugar”, observa Teresita. Las situaciones de acoso en las cocinas son casi una triste tradición entre las profesionales gastronómicas. “Yo creo que hoy podemos visibilizar más eso, estamos más acompañadas, contenidas y unidas también”, analiza.
La brecha salarial no es excepción en este rubro, que de a poco se busca cambiar. Además, son necesarias políticas de parte del Estado para los trabajadores de este sector. Por ejemplo, con respecto al transporte: “Es un dilema regresar a casa en los turnos de la noche o la tardecita, cuando generalmente se sale. Son dos o tres horas de viaje para llegar a destino, hay tantas cosas ahora, tantas, que no funcionan en nuestro país”.
“Para mí, las mujeres son más meticulosas, cumplidoras y responsables; cuidan los espacios de trabajo y la materia prima; son más compañeras y en el rubro son muy valiosas”, asegura la docente y empresaria. Quizás tenga que ver con que la garantía de la alimentación es un rol históricamente tomado por ellas.
Paola Giménez
Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay
Casi el 70 % del magisterio nacional está conformado por mujeres, es decir, el campo laboral de la profesión docente está feminizado. “Parece contradictorio, porque en el área de las autoridades, los cargos son ocupados en su mayoría por varones”, explica Paola Giménez.
Pero, ¿qué implica que un trabajo esté feminizado? Por un lado, se da por descontado que, al tratarse de educación, es una actividad propiamente femenina y, por otro, hay muchas horas de trabajo no reconocidas, sobre todo las que no son las de aula, sino de planificación y corrección.
“¿Cuál es el concepto tradicional de quién tiene que cuidar a quién? La mayoría de las cuidadoras son mujeres, se reproduce ese concepto de que solo nosotras debemos velar por los futuros ciudadanos, y esa lógica patriarcal también afecta a los varones”, analiza.
Paola es docente en las áreas de Castellano y Guaraní desde hace más de una década. Además, es miembro de la conducción nacional y responsable política de la Secretaría de la Mujer de la OTEP-A (Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay-Auténtica).
El cuidado del que habla no se da solamente en los salones de clase. Mientras de día o por las tardes cuidan a los estudiantes, en sus tiempos libres recae sobre ellas otro tipo de trabajo, no remunerado: cuidar a la familia. Eso sin contar a los liderazgos comunitarios que ejercen. Todo esto se dificulta con las cargas laborales que tienen las docentes.
Paola afirma que es mucho más tiempo de lo establecido en el Código Laboral, y también se abocan a su labor sábados o domingos. “Cuatro horas por turno es lo que se trabaja en la escuela, pero se llevan muchas funciones a la casa: la profe tiene que planificar, corregir, verificar, replantear y armar estrategias para que todos los estudiantes logren su cometido”, sostiene.
“Estos tiempos de crisis económica y social, digamos, impactan en la situación de los docentes con una sobrecarga laboral”, expresa. En los docentes recae muchas veces la tarea de contención u orientación psicológica, pero su formación no contempla esto, no están preparados para ello.
En sus palabras, antes el gremio contaba con la libertad de decidir y determinar el rumbo de las políticas educativas. “A pesar de todas las dificultades que enfrentamos, el desafío es recuperar el rol histórico y protagónico que hemos tenido los docentes”, reivindica.
“Hoy prácticamente el modelo neoliberal impuesto hace que el docente adquiera solamente su herramienta curricular, alejado y distanciado de su rol político, y me refiero a lo político no en un sentido partidario, sino en su capacidad de entender que la educación es también política; con ella pensamos qué sociedad queremos”, analiza.
Paola reivindica la organización como un medio de exigir mejores condiciones en la educación para la comunidad educativa en general. “Creemos que podemos fortalecer el modelo de Estado que está en nuestra Constitución, el Estado Social de Derecho”, manifiesta. Además, plantea que es necesario fomentar el pensamiento crítico para romper con las viejas estructuras autoritarias que se arrastran desde la última dictadura.
Lulú Cuevas
Mujeres que Crean
Lo primero que identifica Lulú Cuevas es que en el ámbito de la publicidad, en los puestos de directorio o de tomas de decisión, casi siempre hay más hombres que mujeres, mientras que generalmente las tareas operativas y de creación de contenido son realizadas por ellas.
Lulú es vicepresidenta del Círculo de Creativos del Paraguay y cofundadora de la asociación Mujeres que Crean, que nuclea a trabajadoras del sector publicitario y la comunicación.
“Quienes están a cargo de las agencias en general como gerentes, como CEOs, son todos —o casi todos— hombres; ahí hay una balanza que se inclina muchísimo más hacia ellos que hacia las mujeres”, indica. Ella ve en el rubro un despertar que tiene que ver con la importancia de sumar a más figuras femeninas a estos espacios de liderazgo, pero “todavía la correlación está muy tirada hacia un lado, no es suficiente”.
En publicidad es muy común tener que lidiar con micromachismos a diario. “En mi carrera, cuando empecé como redactora muchas veces me tocó que mis jefes escuchen más a mis compañeros varones, incluso ahora me pasa como directora creativa que clientes hagan más caso al redactor que estaba a mi cargo que a mí”, sostiene. En Mujeres que Crean, la organización que fundó con otras compañeras del rubro, cuentan con espacios en donde pueden verbalizar e identificar estas violencias diarias.
Como esperábamos, hay una brecha salarial también. De hecho, desde la organización están en proceso de sacar un informe sobre el tema para visibilizar la situación, que se agrava especialmente en puestos de decisión, no tanto en los operativos y al principio de la carrera.
“Generalmente las mujeres cobran menos como juniors y en los puestos de decisión de lo que ganan los hombres. Y sabemos que hay una cuestión de negociación, pero es necesario que dentro de los departamentos de recursos humanos se vea equidad en el pago del salario, tanto para ellos como para ellas”, establece.
La ausencia femenina en espacios de toma de decisión hace que la comunicación en su totalidad no se piense desde la diversidad ni con una perspectiva de género. “De a poco las cosas van cambiando. Por ejemplo, antes a esta altura del año los materiales publicitarios eran desarrollados casi enteramente por varones, y ahora ya tienen en cuenta que estas son fechas en que las mujeres tienen que ser las protagonistas y debemos representar todo lo que significa nuestra lucha”, indica.
La publicidad todavía tiene un rol dentro de la opinión social en general, y por eso, según Lulú: “Es importante tomar la tarea con responsabilidad, pensar la comunicación de la perspectiva de género, evitar los estereotipos, reflexionar, que realmente las adolescentes y niñas vean a las mujeres representadas de forma correcta”.
Lourdes Gómez
Asociación Paraguaya de Empresarias Ejecutivas y Profesionales
En el ámbito de grandes empresas, en cuanto a la participación en el campo laboral aún llevan la delantera los hombres; la mujer suele ocupar los cargos en funciones de administración o recursos humanos. Lourdes Gómez es presidenta de la Asociación Paraguaya de Empresarias Ejecutivas y Profesionales (APEP), formadora, experta en negocios y formalización de empresas.
Ella plantea que la situación cambia cuando se trata de profesionales y empresarias independientes. “En el ámbito de las mipymes, el 95 % en nuestro país lo lideran las mujeres, que deben encontrar en muchos de los casos el tiempo para dirigir la empresa, el hogar y su propia formación”, desarrolla.
“Como todo emprendedor en Paraguay, sin distinción de sexo, nos enfrentamos a la incertidumbre, a los vaivenes del mercado, la falta de fondos de financiación en condiciones favorables y alcanzables para microempresas y la burocracia; a todo eso se suma que la mujer es, al mismo tiempo, cabeza de hogar y encargada del cuidado de los hijos, de los ancianos y, cada vez más, del sustento”, afirma.
Lourdes calcula que las emprendedoras trabajan alrededor de 12 horas por día, inclusive más. “Los smartphones y las redes sociales siguen conectándonos al trabajo y las actividades profesionales, de una u otra forma, por más tiempo”, exterioriza.
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2016, el ingreso de los varones supera en un 30 % al de las mujeres para las mismas funciones. En ese sentido, según Lourdes, “todavía hay mucho por mejorar al hablar de condiciones de salario equitativo”.
Además, ella identifica una brecha en el reconocimiento del esfuerzo realizado en las labores profesionales. “Sin embargo, se ha avanzado mucho en la ocupación de puestos de dirección, gracias a un alto grado de dedicación, a expensas de ese tiempo que normalmente se comparte con la familia”, contrasta.
“El reconocimiento debería ser por el lado de los ingresos proporcionalmente con la capacidad, el conocimiento y la experiencia que posee la mujer; se tiene que valorar en su justa medida el trabajo que se realiza y mucho más allá; atesorar factores de la persona como el compromiso y la responsabilidad. La situación ideal es cuando ambos aspectos están equilibrados”, profundiza.
Para Lourdes y la APEP, la tarea más importante es el empoderamiento de las mujeres en iguales condiciones para su crecimiento, hay que darles toda la información necesaria para que se animen a emprender, a capacitarse y a presentarse en diferentes proyectos para ser beneficiarias; apoyar fuertemente la empresarialidad femenina con encuentros de negocios, networking, red de contactos, búsqueda de nuevos mercados e innovación.
“Debemos seguir trabajando en el ámbito empresarial, profesional y laboral para vencer la brecha de equidad e igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, que todavía existe”, expone. “Nuestro rol en el mundo empresarial va en aumento. Hoy día ya nos reconocemos con la suficiente capacidad, por ello nos animamos a postular y luchar por cargos políticos, de decisión empresarial o profesional, sin abandonar los demás roles que nos tocan en la vida familiar, pero en busca de administrar nuestro tiempo”, finaliza.
El cuidado
Tareas como cocinar, lavar ropa, cuidar a los niños, ancianos, personas con discapacidad o enfermedad, si las hace una persona en casa, son actos de amor, mientras que si se adquieren en el mercado y tienen un precio, son contabilizadas y valoradas.
Según un estudio coordinado por las investigadoras Norma Sanchís y Corina Rodríguez Enriquez, publicado por la ONG ONU Mujeres, se puede ver la inexistencia de una responsabilidad social colectiva y, por lo tanto, institucional de los cuidados. Se entiende este como una responsabilidad privada, de cada hogar y, por la división sexual del trabajo, se considera una responsabilidad propiamente femenina.
Las tareas de cuidado constituyen una base invisible del sistema socioeconómico en el que vivimos. Sin cuidados no hay sobrevivencia y, sin embargo, este se restringe a lo doméstico y —generalmente— no hay remuneración alguna. Hasta se naturaliza su existencia.
8 de marzo
Mientras la Primera Guerra Mundial asolaba, en 1917, a Rusia, allí realizaron el Día de la Mujer el 23 de febrero, por el calendario de ese país. En el almanaque occidental, la fecha correspondía al 8 de marzo. Esa misma jornada inició la huelga de trabajadoras de la industria textil de Petrogrado. Fue la piedra fundacional que apuntaló la Revolución Rusa y un cambio de paradigma a nivel internacional.
Datos oficiales
De toda la población ocupada (3.513.422), el 41 % (1.446.613) corresponde a las mujeres. Según datos elaborados por la Dirección de Observatorio Laboral del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, un 69 % de las trabajadoras tienen entre 15 y 44 años de edad, 68 % de ellas viven en la zona urbana y en promedio tienen 10,7 años de estudio.
En cuanto a condiciones laborales, un 6 % de la fuerza de trabajo realiza sus funciones en situación de dependencia y el 66 % lo hace de manera informal. El 71 % de las mismas se desempeñan en el sector del comercio, los restaurantes, hoteles y servicios.
Cifras
- 16 por ciento de las mujeres ocupadas se dedica al trabajo doméstico.
- 220.000 aproximadamente es el número total.
Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez. Locación: Espacio E.
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