23 abr. 2025

Naciones Unidas: El embarazo adolescente es una fábrica de pobres en Paraguay

El embarazo de niñas y adolescentes, con 20.000 partos en 2017, supone una “fábrica de pobres” para Paraguay, con la tasa de fecundidad adolescente más alta del Cono Sur, de 72 nacimientos por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años, informó el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés).

embarazo adolescente

El abuso sexual a niñas y adolescentes se da en su mayoría en el entorno familiar.

Foto: Pixabay.

El asesor regional de Unfpa en sistemas de salud y aseguramiento de insumos de salud reproductiva, Federico Tobar, empleó la expresión de “fábrica de pobres” para ilustrar el impacto económico de los embarazos de las menores de 19 años en su propio desarrollo económico y educativo, pero también las repercusiones que tiene para la economía del país.

En el caso de Paraguay, el costo de los embarazos precoces está estimado en unos USD 136,5 millones, una cifra que procede de la suma de los USD 125 millones que se pierden por desempleo, los 4,8 millones que el Estado deja de recaudar y los 6,7 millones de gasto en salud para la madre y el bebé.

“El costo de oportunidad que representa el embarazo adolescente en este país es increíble (...). Todas esas mujeres y sus hijos van a permanecer por debajo de la línea de pobreza y la sociedad en su conjunto va a tener que hacer un esfuerzo (...). Va a frenar el desarrollo”, puntualizó Tobar durante la presentación del estudio.

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El estudio, denominado Milena 1.0, expone que de los 115.895 nacidos vivos registrados en 2017 el 16,5% correspondió a partos de niñas de entre 10 y 19 años.

Esta temprana edad de la maternidad, en muchos casos de niñas madre, además de aumentar el riesgo de morir en el parto, lastra el desarrollo educativo, ya que solo un 50,4% de ellas consigue culminar la educación primaria.

Afecta después a su inserción al mundo laboral, donde el desempleo es mayor en el caso de las mujeres que tuvieron hijos jóvenes y donde también se agudiza la brecha de ingresos en comparación con las que fueron madres más tarde.

Las cifras de Unfpa muestran que los ingresos de las mujeres que tuvieron hijos de adolescentes son un 20% inferiores a las que lo fueron en la edad adulta.

Tobar alertó de que, pese a los avances, todavía se perpetúan estos patrones, ya que “muchos países no se convencen respecto a la necesidad de incorporar políticas proactivas”, como la educación sexual integral o el acceso a los métodos anticonceptivos modernos.

“Tenemos varios países del mundo donde las embarazadas adolescentes son de tercera o cuarta generación. Las nietas repiten el comportamiento de las madres, de las abuelas y de las bisabuelas. Se quedaron en la sociedad del siglo XIX, pero estamos en el XXI”, insistió.

Así, mientras “las economías avanzan” e “ingresan a una fase de consumo masivo”, una parte de la sociedad, en este caso con rostro de mujer, se queda anclada en “parámetros de conducta, de consumo, de educación, de crianza, dos tres, cuatro cinco décadas”.

A eso se añade que las mujeres que han sido madres durante su niñez o su adolescencia “corren un riesgo altísimo de no conseguir formar hogares estables” y de caer en ambientes de violencia de género y doméstica, con repetición de la maternidad con cada nueva pareja.

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Tobar defendió la necesidad de “incorporar el tema en la agenda” para que los países “se sensibilicen e incorporen políticas”.

Sobre este punto, la ministra de la Niñez y la Adolescencia de Paraguay, Teresa Martínez, reconoció que todavía “falta mucho por hacer en materia de prevención de abuso y violencia”.

Martínez culpó de esta situación a que en el país todavía se normalizan “las relaciones tempranas” de niñas que incluso conviven con hombres adultos.

“Es un abuso, no es una relación de pareja”, dijo la ministra.

Unfpa presentó un decálogo de medidas para reducir el embarazo adolescente en el país, como el acceso a métodos anticonceptivos modernos de larga duración, la educación sexual integral (ESI), mejorar la comunicación y eliminar tabúes, así como mejorar los protocolos para detectar abuso sexual.

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Pese a los esfuerzos de ese ministerio por reducir la tasa de embarazos infantiles y adolescentes con una apuesta por la educación, el Ministerio de Educación dispuso en marzo la “no utilización” de un manual de ESI al entender que en la guía prevalecía “la construcción de la identidad sexual en forma libertina”.

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