Venden sobre aquellos, una idea de estados militarizados, autoritarios, donde todo el mundo va con uniforme y rostros de infelicidad, porque todos sabemos que nadie es feliz sin libertad, ni libremercado ni comida chatarra, ya que estamos. Bueno, sin elecciones libres ni respeto a la libertad de expresión y los derechos humanos tampoco, pero por suerte, a nosotros nos va cada vez mejor, porque votamos cada cinco años…
También venden esas imágenes que se fijan en la memoria, esa clásica que muestra al líder de gran bigote y panza prominente, el padre de la patria que visita a los niños en una escuela, y se hacen fotos todos juntos y los niñitos, el futuro de la nación, sonríen felices, locos de contento.
Bueno, pues resulta que al final del día, todos son iguales, los dictadores digo, y los malos presidentes malos y los autoritarios de manual. Es posible que recuerden las fotos del dictador Alfredo Stroessner con niños y niñas, donde el sátrapa ponía cara de abuelito cariñoso cuando, en realidad, era un degenerado, además de dictador autoritario y violador de derechos humanos, claro.
Ahora resulta que aquello que nos vendieron como lo que sería un gobierno moderno, el gobierno del más mejor, el más capaz, el más inteligente (solo porque estudió en USA), pues está resultando un absoluto fiasco. El gobierno de Santiago Peña le está fallando al país.
En muchas áreas de nuestra realidad, Peña ha demostrado que no tenía idea de lo que iba a hacer, el caso del transporte público es una.
Hasta ahora no tienen un proyecto razonable para mejorar el sistema de transporte público que es un desastre, es castigo y humillación a la población todos los días. Una vez Peña hizo un video en un ómnibus, pero eso no resolvió el problema ni aportó una solución. Lo más grave no es que el presidente no tenga idea de lo que es movilizarse en transporte público, lo grave es que no le importa el padecimiento de la gente. Porque, seamos sinceros, hay más probabilidades de encontrar un unicornio en un bus chatarra, antes que ver a un diputado o un ministro en la línea 30, y menos en el Metrobús...
La gran estafa. Que levante la mano quien no escuchó el caso del bebé que falleció porque no había terapia neonatal. Osman se llamaba, y apenas vivió tres días porque en el Hospital Regional de Villarrica no había terapia neonatal, o sea, sí había porque Santiago Peña fue a cortar la cinta al lado de la ministra de Salud, para habilitar la terapia, después cerraron todo y se fueron.
El problema es que cuando llegaron Osman con sus padres la terapia que había habilitado Santiago Peña no estaba habilitada. El bebé falleció, pero Santi ya tenía una foto inaugurando algo.
Después surgió el tema de los pupitres de oro que le encargaron a aquella empresa que se dedica a la confección de frazadas, edredones y sábanas.
Van a gastar 32 millones de dólares de los recursos del Estado paraguayo, pero van y le hacen grabar un video a los niñitos de una escuela agradeciéndole al presidente por los pupitres. Expusieron a unos niños haciéndolos quedar como la juventud hitleriana y solo faltaron los pipus y las hurras al Partido Colorado. Fue una despreciable manipulación.
Los niños paraguayos no tienen nada que agradecerle a Santiago Peña ni al Partido Colorado. Las rutas, los puentes, los alimentos del almuerzo escolar y los pupitres se financian con recursos públicos, con los impuestos de la gente, no con la plata del presidente. Santiago Peña cruzó una línea que no debía.
Es preferible que Santi siga figureteando, colgado del éxito de la Selección, y deje en paz a los niños.