Dueño de una notable humildad y sencillez, el presidente de la fundación que lleva su nombre agregó que no se considera a la altura del nombramiento. “Creo que todos tenemos que hacer lo que podemos para ser útiles a la sociedad, a otras personas en el mundo”, expresó.
Para el mecenas nacido en Uruguay y paraguayo por opción, los reconocimientos son más que todo una forma de ver que “estoy por el camino correcto con mis actos”.
Son múltiples los apoyos financieros que el director general del Museo de Arte Sacro realizó en Paraguay, valiosos aportes al patrimonio e institucionalidad cultural y social de nuestro país.
Sin embargo, él mismo menciona tres de estos, entre los más destacados. Se trata del apoyo económico en obras de refacción y restauración en el Museo Casa de la Independencia (2003), la iglesia de Yaguarón (1990) y de la iglesia La Candelaria (1997).
Acerca de su participación en la restauración en el templo de Yaguarón, recuerda: “Había que restaurar todo el interior del templo, los objetos, muebles, trabajo que hacía Estela Rodríguez Cubero, quien fue la que me convocó, y ahí estuvimos”.
Luego le tocó colaborar con la restauración total de la iglesia La Candelaria, uno de los templos más destacados de la época de la Colonia. “Estaba en pésimo estado, por caerse, y se hizo un trabajo en forma, cuidando cada detalle, como, por ejemplo, un tratamiento especial a las tejas antiguas”, detalló.
Sobre su acercamiento a la Casa de la Independencia, recordó que desde el momento en el que entró a ver el lugar, en estado deplorable, supo que “había mucho trabajo que hacer allí”. Y así se hizo.
Su aporte le valió el título de Protector Vitalicio de la Casa de la Independencia, que le fue otorgado en el año 2005, “por la reestructuración y enriquecimiento del acervo del Museo de la Casa, donde se gestó nuestra independencia”.
Entre sus aportes más recientes, figura el financiamiento de la restauración de uno de los altares laterales de la Iglesia de la Santísima Trinidad de Asunción. “Y quedó espectacular”, precisó.
El Caballero de las Artes y Letras por el Gobierno de Francia (1998) disfruta mucho leyendo un buen libro como de ver una buena película. No solo se preocupa por el patrimonio histórico y el de las artes, su sensibilidad se extiende además hacia el cuidado de la naturaleza y la protección de los animales.
Su preocupación por los animales lo lleva a contribuir con diversas causas relativas al tema. “Siempre tuve interés en el arte, y no sé decir cuándo fui consciente de esto, es como un imperativo interno que no sé de dónde viene, pero me dice ‘preocupate por esto y por lo otro’”, cuenta el propietario de siete perros, entre ellos la mimada Eloísa, rescatados de la calle, que viven en su casa.
Con respecto al Museo de Arte Sacro, que preside, señala que nació de su deseo de compartir parte de su extensa colección, “que al comienzo, no me fue nada fácil”.
Acerca de cuándo y cómo empezó a coleccionar arte, comenta que comenzó en la adolescencia, en viajes compartidos con sus abuelos, pero su primera pieza fue un Cristo de la columna, comprado de la hoy inexistente Casa Mua (Nuestra Señora casi Humaitá). A los que quieran iniciarse en el rubro de coleccionar arte, aconseja “que comiencen sin apuro, con lo que puedan, sin desesperarse”.