El trabajo periodístico retrata la triste y cruda realidad del barrio Corumba Cué, llamado “barrio zombie” por los vecinos, que desde hace cerca de tres años se encuentran acorralados por la delincuencia y ven con sus propios ojos y a cualquier hora del día cómo los adultos abusan de los menores.
El esquema de explotación estaría encabezado por una mujer dentro de la comunidad. Las niñas, al llegar a su periodo menstrual, son calificadas como “mujeres”. Son inducidas al consumo de drogas, para recorrer luego las calles a la espera de clientes.
Son niños y adolescentes con precio que recorren las calles a partir de las 22:00, enajenados por los efectos del crac y otros estupefacientes, además del alcohol. Las niñas que recién se inician son obligadas a ofrecerse por 20.000 a 30.000 guaraníes. Todas vigiladas por algún adulto o joven que habla por ellas como captador.
En una de las imágenes se observa cómo un hombre de la tercera edad intenta subir a su vehículo a una niña, quien se resiste con todas sus fuerzas. El equipo captó además un aguantadero, donde se producirían los encuentros entre las menores con camioneros que estacionan en lo que sería un taller mecánico de rodados de gran porte.
Filmaron el ingreso de niñas de entre 12 y 13 años al taller; otro día observaron que iban acompañadas de una mujer adulta al lugar.
Registraron también vehículos lujosos y más sencillos que recorren el área buscando alzar a las pequeñas. Algunas esperan sentadas sobre la ruta Transchaco, pasada la medianoche. Al final, muchas amanecen tiradas en la vereda haga frío, calor o llueva.
Además de la grave explotación a la que son sometidas las niñas, lograron captar a adolescentes reclutados para vender crac. Con mochilas en sus espaldas, se encargan de llevar las drogas, cuya ganancia rinden a un grupo delictivo dominante de la zona.
La venta de drogas no tiene límites de horario, generando descontrol; además, surge con esto otro problema, que es el robo domiciliario o en la vía pública, ya que los adictos no cuentan con los recursos para comprar su vicio.
Una zona de Mariano Roque Alonso es llamada “barrio zombie” por los vecinos, quienes se encuentran rodeados por la delincuencia, explotación sexual, tráfico de drogas, robos y sospechas de trata.
Indígenas se vuelven violentos
Los nativos se vuelven agresivos ante la negativa del pago del llamado peaje o al darse cuenta de que son filmados o denunciados por los vecinos, que se encuentran organizados ante el descontrol.
Muchos de los antiguos residentes del barrio decidieron ofertar sus casas al no aguantar la situación y otros aún resisten e imploran a las autoridades poner un alto a la lamentable situación.
Días atrás un grupo de indígenas de la parcialidad Maká atacó a pedradas una vivienda, además de golpear con puños y patadas a un hombre y a su hijo.