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Con amplia sonrisa y renovado brillo en la mirada, Juan Bautista Castillo Benza (73), Toto entre sus amigos y Nizugan en su faceta artística, recupera energías junto a su familia, luego de una grave descompensación a causa de su enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC.
“Me salvé para algo. Hoy tengo renovadas energías y uno de mis sueños por cumplir es darle una nueva cara al Centro de Eventos NiCa”, cuenta con entusiasmo, mientras enseña los planos para remodelar el teatro que está ubicado en Luque.
Nizugan confiesa su alegría por recibir tanta atención y afecto de familiares, amigos y colegas en este difícil tramo, y agradece el homenaje que le ofrecerán los humoristas de Ab Ovo, mañana, a las 21. Esa noche, el show Emancipatum, que se presenta en el Teatro Latino (Teniente Fariña esquina Iturbe), será a beneficio del tratamiento médico del ventrílocuo.
De los problemas de salud que le tocó vivir, hace unas semanas, rescata lo positivo. “Durante mi internación en IPS, sentí el cariño y respeto de los médicos y enfermeras, que me trataron como a un rey. Me confesaron la gran emoción que les transmití con Cachito, a ellos primero, después a sus hijos. Algo hice bien”, dice con sencillez el artista.
Nizugan disfruta contando su rica historia de vida, llena de anécdotas. Es autodidacta. Sus primeros pasos en la magia los dio con su padre, quien le enseñó trucos con dedales, vasos y botellas. Sus tíos le inculcaron el talento en el campo del canto, el humor y el teatro.
Se considera un cantante frustrado y agradece a la ventriloquía y a la magia la oportunidad que le dieron de cantar en público “sin que le echen del escenario”, bromea Nizugan.
DESTACADO. Las influencias más importantes en su formación artística de magia fueron los libros de Kesselman y Aldo Musarra, a quienes tuvo la suerte de conocer en persona en el primer congreso de magia, al que asistió siendo un principiante.
“Por error, me senté al lado de ambos, sin conocerlos. Me presenté como mago formado con los libros de Kesselman y Musarra. Luego ellos se presentaron, y yo casi me desmayo. Cuando me vieron trabajar, ellos y mis colegas quedaron impactados ante mi habilidad. Los dos me presentaban orgullosos como su alumno. Nadie podía creer que no sabía los nombres técnicos de lo que hacía. Fue un honor”, recuerda Nizugan.
VENTRILOQUÍA. Otro pasaje que dio brillo a su rica trayectoria es el de la ventriloquía. Castillo empieza su relación con ella a partir del muñeco Panta, creado para entretener a la primera de sus tres hijos. “Hice a Panta (caricatura del compadre Rafael Rojas Doria) para que mi hija tome su leche; luego pensé en explotar esa veta artística”, recuerda.
En la década de 1970, Nizugan debutó con Panta ante el público, en un evento para celebrar el Día del Canillita. Dos años después nació Cachito, caricatura inspirada en otro amigo, Cacho Mora.
La tevé impulsó a ambos a viajar por todo el país y el exterior, alegrando a niños y niñas de tres generaciones.
EN EL MUNDO DE LA MAGIA
Nizugan empezó a jugar con la magia a los 5 años, motivado por su papá, quien hacía trucos con dedales, botellas y vasos. A los 18 años, siendo vendedor de platería en Luque, decidió dedicarse al arte y estudiar teatro en Asunción, con Azucena Zelaya de Molinas, quien vio un talento natural en él.
Un tío cantante lírico, otro actor y otro cómico le inculcaron la pasión por estos géneros del arte. Todo lo aprendido con ellos lo incluyó años después en su repertorio de ventrílocuo, potenciado gracias al muñeco Cachito. Mario Halley Mora le escribió varios guiones para desarrollar con el muñeco.
Entre los artistas nacionales que sumaron a su crecimiento artístico menciona a Azucena Zelaya de Molinas, Perlita Fernández y a sus compañeros Simeón Escobar y Ramón Parra.
Con dos libritos de los magos Kesselman y Aldo Musarra empezó a dedicarse a la magia.
Es el primer mago paraguayo en incursionar en la magia de corte folclórico nacional.
EL MAGO Y SUS PERSONAJES