Susana Oviedo
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A tres semanas de las Olimpiadas de París, a una semana de la fiesta nacional francesa (14 de julio) y en el día en que tiene lugar la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas en Francia, ofrecemos estas impresiones del embajador del país galo, Pierre-Christian Soccoja, sobre varios temas interconectados con este momento particular de su país en que la ciudadanía debe elegir a sus representantes en la Asamblea Nacional y que reconfigurará el tablero político con una fuerte irrupción de la extrema derecha.
–Este año la conmemoración de la fiesta nacional francesa está precedida por un clima muy particular. Por las elecciones legislativas anticipadas y las muy próximas Olimpiadas de París, el 26 de julio. ¿Qué rescata de este momento político y de puesta en vidriera de Francia al mundo?
–Francia tiene una larga experiencia en la realización de eventos deportivos internacionales. Esta será la tercera vez que organizamos los Juegos Olímpicos. Es el país donde se crearon los Juegos Olímpicos. Tiene esta tradición. Fue una iniciativa de Pierre de Coubertin, en 1896. En la Universidad de La Sorbona fue donde se decidió la creación de los Juegos modernos basados en la tradición griega. Otro punto interesante es que la primera vez que las mujeres podían participar en los Juegos Olímpicos fueron en los Juegos de París, en 1900.
Entonces, ahí estamos, estamos listos para ofrecer Juegos también con una dimensión muy particular porque, a diferencia de otros Juegos Olímpicos en el pasado, todo va a ser en el mero centro de París, utilizando sitios emblemáticos. Algo muy bonito y, al mismo tiempo, un desafío muy grande en seguridad. Sabemos que vivimos en un mundo de violencia y de riesgos; entonces las fuerzas de seguridad van a tener mucho trabajo. Tenemos este evento y al mismo tiempo una situación política y de la sociedad francesa muy polarizada. Lo de la polarización no es algo nuevo, sino de hace muchos años, pero se ha precipitado un poco con motivo de las elecciones. Primero fueron las elecciones europeas, donde se dio un gran triunfo de Agrupación Nacional, partido conservador de derecha. Y ahora, las elecciones legislativas, que no estaban previstas, anticipadas por el presidente de la República para dar la palabra al pueblo. Desde su reelección en el 2022, el presidente Emmanuel Macron no tenía una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, necesitaba siempre buscar coalición. Así ha gobernado, pero no es una manera muy satisfactoria de gobernar, por eso decidió decir: demos la palabra al pueblo que decide y veremos lo que va a pasar. La polarización existía antes y sigue existiendo. Veremos cómo se desarrollan hoy las elecciones.
–Llama la atención la alta participación ciudadana. ¿Normalmente es así?
–Por tradición, Francia tiene una alta participación en las elecciones, en particular presidenciales y legislativas. Los últimos años ha bajado, sobre todo después de que en el 2000 cambiamos el mandato del presidente de 7 a 5 años. La gente pensaba que las legislativas no eran tan importantes. Tenemos un régimen semipresidencial y la verdad que el presidente tiene muchos poderes y luego, cuando la Asamblea es del mismo lado que el presidente, casi todo se decide en el nivel de la presidencia. Quizás lo que está pasando ahora; hay una oposición o no hay una mayoría por parte del partido del presidente. Ahí podemos llegar a lo que se llama la cohabitación entre un presidente de un partido y una mayoría, y un primer ministro de otro partido. Entonces, vamos a ver qué tal cómo se va a desarrollar la cara de la nueva Asamblea Nacional. Yo creo que vamos a ir a una coalición, si no hay una mayoría de cualquier partido, habrá que hacer una coalición que no es la tradición francesa de la Quinta República, como por ejemplo, existe en Alemania, en Italia. No estamos acostumbrados a ese sistema. Por eso, había sido dibujada de esta manera esta Quinta República para tener mayoría estable y un gobierno estable.
–Bueno, ¿surge un desafío, entonces?
–Exacto, sobre todo porque los desafíos que tenemos que enfrentar no solo Francia, sino Europa y el mundo son muy grandes. Sigue la guerra en Ucrania, siguen los problemas de migraciones pasivas llegando a Europa, siguen el problema de la inseguridad y los problemas económicos. Mucha gente en Francia se queja del poder adquisitivo. Hubo mucha inflación después de la pandemia de Covid, y la guerra en Ucrania.
–¿Por qué se da hace años ya este fuerte auge de la derecha no solo en Francia, sino en buena parte de Europa?
–Mucha gente se queja del problema de inseguridad, del problema de la inmigración. Estos problemas, que ahora se tratan a nivel europeo, parecen que encontrar soluciones, por lo tanto, la gente busca soluciones a nivel nacional. Y quizás durante los 30 últimos años, mucha gente tiene la impresión de que estos asuntos no han sido tomados en serio. Y la realidad es que en Francia tuvimos, por ejemplo, el terrorismo islámico. Cada día vemos los flujos de migrantes, que no son refugiados políticos, sino la mayoría gente que llega por razones económicas en un continente que tiene ya sus problemas económicos. Personas que no son bien acogidas, porque tenemos pocos recursos para acogerlos, y generan de una manera indirecta, no siempre, una forma de delincuencia que va dándose en todos los países de Europa. Crea mucha inseguridad cultural también, para mucha gente que no reconoce a su país. Hoy en día en París, barrios enteros son africanos o son barrios musulmanes.
–¿Y ese descontento es capitalizado por el relato de la derecha?
–Exacto, porque tienen la impresión de que los otros partidos no lo toman en serio. Entonces, se capitaliza por partidos, como el de Agrupación Nacional, en Francia, que nunca ha estado en el poder, y mucha gente dice: “Bueno, ¿por qué no les probamos a ellos? Hemos probado a los socialistas, hemos probado a la derecha tradicional, hemos probado al centro, y mira dónde estamos. Entonces, hay más que un sentimiento, una realidad de un fracaso de la integración de estos inmigrantes en la sociedad francesa, en particular. La gente piensa: “Vamos a probar algo que nunca hemos probado”. Y mucha gente a veces vota sin mirar los programas políticos.
Votan porque están cansados de la situación y no tienen más esperanza. Entonces, hay esta polarización. Del otro lado, parte de la población, también está preocupada por el cambio climático. Hay muchos jóvenes que votan por ecologistas, porque para ellos el tema es esencial para el futuro del planeta. Y también vemos ahora un voto comunitario en Francia, en las ciudades alrededor de París, de gente que vota por candidatos de la extrema izquierda, por razón de comunitarismo. Eso también es algo nuevo, que antes no existía.
–A días de las fiestas nacionales francesas, al recordar el valor de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ¿cómo ve hoy la tendencia a un retroceso en materia de derechos humanos?
–Es importante mirar lo que está pasando, denunciando todas las violaciones de los derechos humanos hoy. Pero tomar en consideración también al pasado de dónde venimos y que muchos países de Europa ahora son libres, países democráticos. Claro, tenemos una guerra ahora en Ucrania, pero yo diría que siempre hay amenazas a todos los derechos humanos. Lo que veo hoy es que en todas estas amenazas que tenemos, sobre todo de la seguridad, los movimientos de migraciones, el cambio climático en cierta forma ahí hay riesgos. Pero que haya un retroceso, no creo.
Los desafíos que tenemos que enfrentar no solo Francia, sino Europa y el mundo son muy grandes. Sigue la guerra en Ucrania.
La polarización existía antes y sigue existiendo. Veremos cómo se desarrollan hoy las elecciones parlamentarias anticipadas.
