29 dic. 2024

No desistir en la lucha contra la corrupción y el autoritarismo

Con frecuencia es objeto de debate la señalada actitud fatalista del paraguayo, pero que al mismo tiempo repite con convicción que la esperanza no perece. El espíritu navideño, la alegría, la esperanza y los mejores deseos apenas pudieron resistir ante el embate de la realidad cotidiana. El más reciente informe de la corporación Latinobarómetro ha mostrado al Paraguay como un verdadero caso perdido en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Ante eso, solo queda resistir y no decaer en la lucha contra la corrupción y el autoritarismo.

En el más reciente informe de la corporación Latinobarómetro, a nuestro país prácticamente lo han desahuciado. La oenegé con sede en Santiago de Chile realiza cada año un estudio de opinión pública, aplicado en 18 países de América Latina, representando a más de 600 millones de habitantes. Este año los datos son contundentes: Paraguay es un caso perdido en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico.
En el reporte de este año, los paraguayos y paraguayas encuestados consideran que se está perdiendo la batalla contra el crimen organizado, mientras que otro grupo importante cree que nuestro país ni siquiera tiene chances para hacerle frente a dicho flagelo. En general, este estudio revela una baja expectativa de los ciudadanos del total de los países de América Latina respecto a la batalla contra el crimen organizado y el narcotráfico. El único país que cree mayoritariamente que le está ganando el combate al narcotráfico es El Salvador. En Paraguay, el puntaje es solo 12, en torno a la consulta de que el Estado está ganando la batalla. Puntúan 40 los que consideran que no se puede ganar, y 44, quienes piensan que directamente el país está perdiendo la guerra.

En toda la región, el crimen organizado, el narcotráfico y las maras son el motivo de profunda preocupación de las poblaciones; le siguen claro, la delincuencia y la seguridad.

En lo que respecta a la percepción de corrupción, el Latinobarómetro señala que Paraguay es considerado por sus ciudadanos como uno de los más corruptos. En el promedio, solo somos superados por Perú y Honduras.

Resulta sumamente esclarecedora la mirada que tienen los ciudadanos hacia su propia realidad. Ninguna valoración es ociosa. Recordemos el reciente impasse aún no resuelto como resultado de la interrupción unilateral del Gobierno de Santiago Peña con la Administración de Control de Drogas (DEA), a iniciativas de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad). Recordemos las toneladas de cocaína que llegaron a puertos de Europa desde puertos de Asunción, camuflados como granos y otros productos.

Los ciudadanos saben que las instituciones del Estado, lamentablemente, se encuentran comprometidas por el crimen organizado y el narco. Todo es posible gracias a la impunidad que reina en el país. Como ejemplo mencionemos algo reciente: El pedido de sobreseimiento provisional para cuatro agentes de la Interpol que estaban imputados por, supuestamente, borrar el código rojo de la orden de captura internacional que pesaba sobre Gianina García, esposa del prófugo narco uruguayo Sebastián Marset.

Es necesario repetir que tanto el crimen organizado como el narcotráfico suponen un grave riesgo para nuestra democracia. Un dato del estudio muestra este peligro con precisión: Solamente poco más del 20% de los ciudadanos tienen confianza en el Parlamento y en el Poder Judicial, y esto según el Latinobarómetro 2024 refleja una debilidad de la democracia. Una democracia débil como la de nuestro país está siendo presionada por el crimen organizado y el narcotráfico, que están a gusto entre la corrupción e impunidad.

Otro dato alarmante que surge del estudio apunta a que el Paraguay es el país que más quiere controlar la libertad de expresión, y como es bien sabido, sin libertad de expresión, sin libertad de prensa no hay democracia.

Sigue estando en manos del pueblo soberano la defensa de la democracia y el Estado de derecho. No podemos desistir de seguir peleando por un país que rechace todos los autoritarismos, y en el que los ciudadanos gocen de sus derechos viviendo con bienestar y dignidad.

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