Me llamo Soledad Concepción Rolón Quintana, tengo 40 años y soy oriunda de la ciudad de Zeballos Cué, pero crecí en Mariano Roque Alonso y soy casada con dos hijos; uno tiene 19 años y el otro cuatro años.
Mi vida fue muy difícil, yo dejé de estudiar en el colegio a los 15 años porque mis padres eran muy humildes. Recién a mis 30 años terminé el colegio y a los 33 años estudié Enfermería. En el 2014 culminé mi colegio y ya me inscribí en la facultad en el 2015 en la Universidad María Auxiliadora (Umax). Terminé en el 2017 mi tecnicatura en Enfermería, la cual me valió el contrato en el Hospital de Mariano Roque Alonso donde continúo trabajando. Seguí estudiando y el año pasado en el 2022 terminé mi licenciatura en Enfermería.
Cuando dejé el colegio a mis 15 años tuve que trabajar, mi mamá ya era una persona muy mayor porque me tuvo a los 47 años. Ella ya no podía solventar los gastos de estudios, nuestras dificultades siempre eran económicas porque anteriormente, el Gobierno no te daba un cuaderno gratis y había que comprar uniforme y mi madre no podía más.
Desde los 15 comencé a trabajar haciendo limpieza en casas o lavando ropa ajena y teníamos mucha necesidad, por eso no podía retomar nuevamente mis estudios, pero luego me decidí y terminé el colegio con mis 30 años.

Uno de los momentos más duros los viví en el año 2019 cuando apenas me estaba recibiendo de enfermera y le estaba diciendo a mi mamá que íbamos a progresar, pero luego mi madre falleció y con ello la vida me volvió a truncar, pero no me rendí, defendí mi tesis el año pasado y también se va a cumplir un año de que mi papá falleció de cáncer en el momento de mi defensa de tesis.
Hay gente que me desalentaba cuando estudiaba y me decían que ya era “vieja”, para seguir medicina y cuando empecé con la carrera, yo trabajaba en la Municipalidad de Mariano Roque Alonso y luego me comisionaron al Hospital Distrital de Mariano y tuve una compañera que me llegó a decir que para qué estudiaba Enfermería si yo ya tenía 35 años y que el Ministerio de Salud ya no me iba a contratar a esa edad. Y así lastimosamente existen personas que te desmotivan.
Los sábados eran mis clases en María Auxiliadora e incluso, llegué a no irme un día y otros compañeros se enteraron de eso y empezaron a decirme que yo debía seguir estudiando y no hacer caso a los malos comentarios y ahí volví a retomar la facultad y aprendí a no escuchar lo negativo de las personas.
Yo era la única mayor entre los jóvenes que estaban estudiando para terminar el colegio en el colegio llamado Rca. de Uruguay y también fui una de las mayores en la facultad.
Desde pequeña me gustaba la Enfermería y habían cursos y talleres de primeros auxilios en la Municipalidad de Mariano Roque Alonso y tengo casi todos los certificados de Promotora de Salud, Auxiliar de Enfermería y otros, pero el problema era que yo no contaba con mi certificado de bachillerato y por eso debí retomar mis estudios en el colegio.
Siempre fui la que cuidaba de todos en casa, cuidé de mi abuela enferma y mi tío y en el transcurso del estudio, tuve mi segundo bebé que ahora tiene cuatro años y tampoco fue motivo para dejar mis estudios.
Ejemplo de lucha
En el Hospital Distrital de Mariano Roque Alonso empecé en el área de vacunación. Hace dos meses me pasaron en el Programa de Adultos Mayores.
El Programa de Adultos Mayores consiste en hacer un seguimiento a los pacientes encamados, visitas y se realizan trámites para ver si conseguimos donaciones de pañales y si conseguimos les llevamos a los que son más vulnerables porque nosotros realizamos visitas domiciliarias.
Algunos abuelitos me tratan como su hija o su nieta y se siente muy bien cuando te demuestran su cariño. Una vez, una de las abuelitas que tenía alzheimer no me soltaba la mano, mi mamá falleció a los 82 años y es como si le tuviera en frente y revivís todo lo que no pasaste con tus padres y todos tus seres queridos al verle a ellos. Son muy agradecidos y son como niños.
Así como existe gente que adora a sus abuelitos, hay muchos adultos mayores que son bastante olvidados y es por eso que se les realiza un seguimiento para ver si hay personas que están viviendo en malas condiciones y ver cómo están cuidados y el departamento encargado toma la denuncia pertinente para hacer Justicia por ellos.
La mejor experiencia de mi carrera fue en la pandemia cuando estaba a cargo de la vacunación masiva porque la gente te agradecía cuando te ibas a visitarles a aplicarle las vacunas del Covid. Fue muy reconfortante ayudar en ese momento de pandemia y estar al frente. Fue bastante difícil trabajar en esos años, pero se logró salir adelante.
En el Hospital de Mariano había muchos conocidos que fallecieron y fue todo un colapso nervioso. Lo más profundo que nos tocó a nosotros fue el fallecimiento de una compañera embarazada a causa del Covid. Diría que esa situación fue la más triste en toda mi carrera.
Si hay que darle un consejo a alguien, les insto a no rendirse y tratar de luchar por los sueños porque para estudiar la edad no importa, no hay límites para poder cumplir el sueño de estudiar y salir adelante por más de que hayan muchas dificultades en la vida.
Tanto a las mujeres como a los hombres les digo que no hay edad para aprender y sobre todo, que luchen por sus sueños, porque yo me decidí y dije que iba a ser alguien en la vida, ya tengo mi título, tengo mi casa, mi familia y muchas veces por las necesidades que uno pasa cuando niño, uno piensa en tirar todo por la borda y cree que no se puede, pero no es así, si se quiere, uno puede.
El año pasado falleció mi papá justo cuando ya estaba en el término de la tesis. Me retrasé unos meses y fue otro golpe duro que atravesé a lo largo de mi vida y de mis estudios.
Lo más maravilloso que tengo es pensar que mis padres están siempre ahí, viendo con orgullo mis logros y son mi fortaleza. También mis hijos son mi mayor fuerza para salir adelante porque sin ellos, simplemente no podría.