16 sept. 2024

No hay plata

Nos fuimos acostumbrando y casi normalizando los maltratos, humillaciones y exabruptos de autoridades y de funcionarios públicos, gente mantenida con nuestro sudor e impuestos en las oficinas públicas.

La explicación creo que es evidente, fueron décadas de malos gobiernos que destruyeron la educación, la cultura cívica y la cultura en general y nos han convertido en esto que somos, pecho frío, como se dice en el ámbito futbolístico.

Un día cualquiera te vas al Departamento de Identificaciones y es como entrar al túnel del tiempo, un tiempo que se adapta perfectamente a El proceso, de Kafka.

Si acaso vas buscando renovar tu pasaporte, mejor que sepas bien cómo funciona la cosa. Tenés que presentar tu cédula al día y tu comprobante “impreso” de cumplimiento tributario.

Después de que te den un número que, con suerte, será después de otros cien números, tendrás que pasar a otra oficina donde otro policía mete tus datos en una computadora para checar si pagaste tus impuestos; entonces él te firma el papelito en cuestión y ahí recién te sentás a esperar. Si el policía de la entrada se olvidó de avisarte que tenías que llevar el impreso a que el otro policía te firme después de checar tu cumplimiento tributario, como me pasó a mí, habrás perdido dos valiosas horas de tu vida y vas a salir de Identificaciones un poco más frustrado con este país. Como son policías y algunos hasta portan armas no recomiendo armar un berrinche ahí, te mordés la lengua nomás porque esa batalla no la vas a ganar…

Lo que más cuestiono del procedimiento anteriormente relatado, dejando un poco de lado que el uniformado se olvidó de darme un dato importante al ingresar al recinto en cuestión, es que en pleno siglo XXI en este país la Policía Nacional no tiene una base de datos unificada. Te piden el cumplimiento tributario impreso, pero había sido hay una base a donde acude el funcionario que te firma la hoja, hoja que si no la tenés impresa, por una módica suma te la imprimen ahí adentro en un servicio tercerizado… Todo parece estar diseñado en contra del ciudadano en situación de paraguayidad. No hay sonrisas, no hay palabras de aliento ni agradecimiento al sujeto que ha cumplido con su obligación tributaria y que –por cierto– ¡les paga sus salarios con su sudor e impuestos!

Cierto que da un poco de vergüenza tener que plaguearse por la renovación de un pasaporte y un solapado maltrato, cuando vemos a diario en las noticias que gente enferma va al IPS y le dicen que no hay insulina o medicamentos para enfermos con cáncer, o que tienen que esperar meses para consultar con un especialista o hacerse alguno estudio urgente; sin mencionar a los niños que pasan hambre en este país.

Las respuestas son confusas porque nadie admite que el problema no es que no haya plata, sino que no alcanza para todos; para ellos y para nosotros. Y en ese partido siempre pierde la gente. Repito, pagamos nuestros impuestos y ellos hacen lo que quieren con la plata que debería ser para todos, para que todos tengamos bienestar, y tengamos servicios eficientes, eso no es mucho pedir a los gobernantes.

Es terrible saber que, mientras a una señora mayor le dicen que no hay insulina, la hija del vicepresidente de la República Pedro Alliana ya cobró sus 18 millones de guaraníes en Diputados, y la Bendi de Yamil Esgaib ya cobró en Londres sus 20 millones. Con nuestros impuestos, diputados y senadores sacan leyes pensadas en un país que no tiene problemas graves: Obligación de entonar el Himno Nacional en colegios públicos y privados (quizá hasta incluyan a la frontera sojera), y la última tilinguería que se les ocurrió: Un proyecto para construir un nuevo panteón, como el de los Héroes, pero que va a ser para paraguayos ilustres.

Claro, para los hijitos e hijitas de los politiqueros siempre hay plata, pero para dar salud, educación y una buena alimentación a la gente nunca.

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