El problema de los aranceles es apenas uno que es necesario considerar en el marco de otros cambios que vendrán desde el gobierno de Trump. Limitar el análisis a las consecuencias de los aranceles parecería una visión simplista. Algunos analistas han llamado la atención sobre el proceso llevado a cabo, por lo que critican y denominan “gobernar desde el caos”. Esto dimensiona las características del fenómeno que el mundo está enfrentando.
Los riesgos generados por una intempestuosa decisión ya generaron tres días consecutivos de pérdidas en las bolsas de valores mundiales, caída del precio del dólar y venta de bonos estadounidenses. En paralelo, se observaron respuestas de todo tipo desde los países afectados. La mayoría trató de negociar reversiones a la decisión de manera unilateral, pero el mismo Trump —dicen las noticias— se burló señalando la postura genuflexa y debilitada de los países, incluyendo a sus supuestos amigos cercanos, ideológicamente hablando.
La Unión Europea se manifestó en contra y planteó un listado de unos 1.600 productos de EEUU que tendrán una tasa del 25%, lo que significará en valores absolutos un monto de 21.000 millones de euros, equivalentes al arancel impuesto al aluminio y al acero. La medida se implementará por fases durante el año 2025, empezando por productos como el tabaco y algunos alimentos para terminar incorporando todos hacia el final de año.
No se sabe si esta reacción o los riesgos para el crecimiento económico y la inflación de los Estados Unidos generaron posteriormente una respuesta a la baja durante 90 días para algunos productos y países que se vio como una tregua, aunque los gravámenes del 25% al acero, aluminio y los coches siguen en vigor, al igual que la tasa universal del 10% para el grueso de las importaciones.
Con China, la posición fue distinta, ya que este país reaccionó: impuso aranceles a los productos estadounidenses y restricciones a las exportaciones de minerales, además de amenazar con investigaciones por conductas monopólicas a empresas de ese país. Trump reaccionó agregando más aranceles acumulando en algunos productos más del 100%.
En este contexto de fuertes negociaciones y posturas, Paraguay necesita moverse estratégicamente, ya que cualquier cambio en las reglas de juego comerciales afecta a su economía y a su situación geopolítica. En estos casos no solo importan los efectos económicos, sino también su posición como un país soberano que debe ubicarse del lado de los países que buscan relaciones diplomáticas en el marco del multilateralismo y del respeto mutuo.
Hay información acerca de que los países que están tratando de negociar unilateralmente se enfrentan a demandas casi extorsivas con respecto a otros ámbitos de la relación económica con Estados Unidos. Ninguna negociación bilateral tiende a ser beneficiosa para los países más débiles o que buscan vender sus productos. Al contrario, tal como se está planteando el problema, la estrategia de Trump no es precisamente ganar-ganar.
La economía paraguaya es sumamente abierta, pero poco diversificada, con pocos productos exportados y países de destino. En este contexto es muy difícil construir una economía competitiva a nivel internacional y resiliente, con capacidad para mitigar el impacto de la volatilidad de los precios y las fluctuaciones del mercado exterior. Por lo tanto, debe apelar a la inteligencia y capacidad de negociación en el marco del multilateralismo, ya que solo será imposible lograr beneficios para el país.