07 abr. 2025

No sabemos si es, pero se parece mucho

Arnaldo Alegre

Si muge, da leche y es un animal cuadrúpedo, muy probablemente sea una vaca. Si tiene cuatro ruedas, motor autopropulsado y un chasis a condición, es muy factible que sea un auto.

Si tu actual procurador general de la República y tu titular de la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas trabajaron –además de tu propio primo y otros parientes menos conocidos– para uno de los más importantes prófugos del momento de la región, a quien le considerás por cierto un “hermano del alma” porque su familia te escondió cuando eras también un prófugo de la Justicia, como mínimo tenés que salir a decir algo más o menos decente o esclarecedor, mucho más si ocupás el cargo político más importante de la República.

Pero esas sutilezas personales no son la especialidad de Horacio Cartes. Respaldado por el hecho de que hasta el momento es la única billetera generosa y activa (por cierto, cada vez más menguante) del Partido Colorado, el presidente se siente por encima del bien y del mal. Aunque a juzgar por los hechos y su polémica carrera empresarial (fundamentalmente por la joya de la corona: la tabacalera) está más hacia lo último que lo primero.

El caso de Darío Messer lo ha dejado muy expuesto. Y el entramado parece ser muy sórdido. Al punto que algunos de sus enemigos, fundamentalmente los más impenitentes, ya agitan el cuco del mameluco anaranjado de las prisiones estadounidenses.

Al parecer usaron alguna tintorería que opera en el sistema de ese país para hacer ciertos lavados. Pecado mayor y más temido desde el FIFAgate que se ha cebado en toda la dirigencia deportiva regional.

El presidente ama las buenas noticias, sobre todo cuando afectan a su figura. Durante su gestión tuvo muchos hechos valederos: domesticó a la banca usurera, realizó grandes inversiones, hizo históricas colocaciones de bonos y mantuvo alejado al país de los cíclicos vaivenes económicos negativos de la región.

Pero se dejó tentar por el mayor de los vicios paraguayos: la eternización en el poder. Violó la Constitución para forzar una reelección mediante una enmienda espúrea y también torció los parámetros constitucionales para obtener la senaduría activa.

El presidente está más mudo que nunca. Su silencio no es tan incómodo porque ya está dejando el cargo.

Pero de todos modos la ciudadanía necesita una explicación, aunque más no sea para corroborar elípticamente que las sospechas existentes hacia su persona son absolutamente ciertas.