Esto fue en marco de la celebración del octavo día del Novenario de la Virgen de Caacupé, donde el también administrador apostólico de las Fuerzas Armadas presidió la misa centrada en el tema: “La voluntad del Padre: Escuchar el clamor de los pobres y ser instrumentos de su amor”. El presidente Santiago Peña participó de la Homilía, en un adelanto de su visita a Caacupé, junto a miembros del Gabinete y de las fuerzas públicas, que escuchaban atentos la dura prédica.
El cardenal recordó que no basta con invocar a Dios, sino que es esencial cumplir con su voluntad, que se traduce en el compromiso de atender a los más vulnerables, destacando que las acciones al prójimo deben manifestarse en acciones concretas de Justicia y solidaridad con los pobres, los marginados y los oprimidos.
Dios –dijo– se identifica con los pequeños, los jóvenes, niños, personas con discapacidad, con los necesitados. También con el que pasa hambre, no tiene techo ni trabajo y está sin protección, enfermo y mucho menos puede acceder al costo de un tratamiento o de los medicamentos.
Mencionó a los que están hacinados y olvidados en la cárcel, que generalmente son jóvenes sin familia, sin recursos, sin horizontes, según el cardenal. Tampoco se olvidó de aquellos que se vieron empujados a abandonar su tierra, expulsados, ya sea del campo a la ciudad, ya sea buscando el sustento de su familia.
‘‘Dios tiene predilección por los pobres, pero no quiere que permanezcan en esa condición, excluidos y descartados de una vida digna y plena. Es por eso que el amor a Dios debe concretarse en la caridad, no como limosna, sino como derecho a una vida digna, a su promoción humana integral’’.
Dijo que esto será posible solo en una sociedad justa y equitativa que debe garantizar acceso a salud, educación, empleo y vivienda digna, respetar las tradiciones indígenas, apoyar a los campesinos con acceso a tierras y arraigo comunitario, y administrar responsablemente los recursos públicos para el bienestar ciudadano.
GESTIÓN. “Las necesidades son muchas y los recursos son escasos”, señaló el purpurado al tiempo de instar a quienes administran el Estado a ser responsables y eficientes en la gestión de los recursos públicos, destinándolos a políticas sociales que mejoren la calidad de vida de la población. En este contexto, condenó la corrupción pública y privada, calificándola de ‘‘un grave pecado personal y social que perpetúa la desigualdad’’.
“No se puede decir ‘Señor, Señor’ y al mismo tiempo robar los recursos públicos, condenando a cientos de miles a una vida indigna”, afirmó el líder de la Iglesia paraguaya.
En otro punto de su prédica hizo hincapié en el maltrato y el abuso de los bienes de la naturaleza y sus efectos, como las sequías o las inundaciones, que profundizan el sufrimiento de los más pobres en el presente y proyectan un futuro incierto para las próximas generaciones.
Esperanza. En el marco del Adviento, invitó a los fieles a reflexionar sobre la importancia de la conversión personal y social. “El Señor nos juzgará por cuánto hemos amado y ayudado a nuestros semejantes”, recordó. Asimismo, animó a prepararse para el Jubileo de 2025 bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, exhortando a “organizar la esperanza” para superar la inequidad social y fortalecer el tejido moral y social del país.
También se dirigió a los integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional. Los alentó a enfrentar su misión con integridad y alto sentido de Patria, honrando la memoria de los camaradas que entregaron su vida en el cumplimiento de su misión.
“Sabemos de su capacidad de sacrificio, de disciplina, de lealtad y de honor. En ustedes ciframos una gran esperanza, pues tienen como misión la seguridad, el bienestar y la paz en nuestro país. Vivimos tiempos y situaciones difíciles. Oramos por los caídos en servicio, por ustedes y por sus familias”, finalizó el arzobispo metropolitano.
“Todos somos peregrinos de esperanza, especialmente los migrantes’’.
07:00: Ricardo Valenzuela y prédica César Villagra. 19:00, Bonifacio Romero, peregrinación Comunicadores Católicos.