13 ene. 2025

No solo felicitacionesy flores

En pocos días celebramos dos veces a la mujer en el Paraguay, a raíz del Día de la Mujer Paraguaya y del Día Internacional de la Mujer.

Los grupos, chats y redes se llenaron de felicitaciones, y saludos personales y de empresas para la kuña guapa, término con el que nos describimos entre mujeres y de hombres a mujeres para destacar las “virtudes femeninas”. Da gusto sentirnos esos seres especiales, malabaristas de la vida, que atienden tantas cosas al mismo tiempo y son reconocidas por ello en estos dos días con espíritu de fiesta.

Pero me dejan un sabor amargo las estadísticas que muestran descarnadamente la falta de igualdad en el acceso a las oportunidades laborales, en las remuneraciones o posiciones de jerarquía, o el acoso psicológico y sexual con que conviven las mujeres.

Reconozco el largo camino ya transitado gracias a tantas luchas durante décadas que lograron derechos y acceso. Pero es evidente que no es suficiente para evitar que la condición de ser mujer sea sinónimo de “menos” en el mundo del trabajo.

Quiero invitarles a que le demos una mirada crítica desde el punto de vista de la Responsabilidad Social a lo que hacemos para cambiar esa realidad de las mujeres en nuestras organizaciones revisando las políticas de género que tenemos y vivimos, y, más allá de las flores y felicitaciones, asegurarnos de que las mujeres que están a nuestro alcance no solo reciban lo que les corresponde por ley, sino puedan aspirar a desarrollar sus capacidades al máximo y ser retribuidas consecuentemente.

No hay agresiones físicas, heridas o femicidios en nuestros ambientes de trabajo, ¿verdad?

Sin embargo, hay formas sutiles de violencia promotoras de la desigualdad y marginalización, que las practicamos de manera automática porque fuimos educados en la creencia de que los hombres no lloran, no cuidan y tienen que proveer, y las mujeres son las cuidadoras, toman decisiones de menor importancia, son emocionales y pasivas. Aceptando esta lógica tomamos decisiones que van generando posiciones aceptadas de superioridad del hombre en el mundo de las organizaciones que se reflejan, por ejemplo, en que la mayoría de los gerentes son varones y las mujeres son secretarias, jefes operativas, vendedoras.

Te pongo un desafío para enfocar la reflexión, si fuera tu hija, hermana, madre o esposa, donde ellas trabajen, ¿qué garantías de igualdad en el acceso a cargos gerenciales debería haber?, ¿debería figurar en el código de ética que no se admitirá el uso de lenguaje sexista, chistes y burlas que las desmerezcan y hagan sentir mal? ¿Debería haber horarios flexibles de conciliación entre la vida laboral y familiar para hombres y mujeres que faciliten el compartir las responsabilidades del hogar con sus parejas sin afectar sus carreras?

Socia de ADEC.