26 abr. 2025

No tengan miedo

El papa Francisco, en ocasión del rezo del Regina Caeli, reflexionó: “Hoy, lunes de Pascua, resuena el alegre anuncio de la Resurrección de Cristo. La lectura del Evangelio (cf. Mateo 28, 8-15) nos cuenta que las mujeres, asustadas, salen apresuradamente del sepulcro de Jesús, que han encontrado vacío; pero Jesús mismo se les aparece en el camino diciendo: “No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (v. 10).

Con estas palabras, el Resucitado confía a las mujeres un mandato misionero hacia los Apóstoles. De hecho, ellas dieron un admirable ejemplo de fidelidad, dedicación y amor a Cristo tanto en su vida pública como en su Pasión; ahora son recompensadas por Él con este gesto de atención y predilección. Las mujeres, siempre las primeras: María, la primera; las mujeres, las primeras.

Primero las mujeres, luego los discípulos y, en particular, Pedro, ven la realidad de la resurrección. Jesús les había predicho repetidamente que, después de la pasión y la cruz, resucitaría, pero los discípulos no lo habían entendido, porque aún no estaban preparados. Su fe tenía que dar un salto cualitativo, que solo el Espíritu Santo, don del Resucitado, podía desencadenar.

Al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, oímos a Pedro declarar con audacia, con coraje, con franqueza: “A este Jesús, Dios le resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hechos 2, 32). Como si dijera: “Yo doy la cara por Él. Yo doy mi vida por Él”. Y luego dará su vida por Él.

A partir de ese momento, el anuncio de que Cristo ha resucitado se extiende por todas partes y llega a todos los rincones de la tierra, convirtiéndose en el mensaje de esperanza para todos. La resurrección de Jesús nos dice que a la muerte no le corresponde la última palabra, sino a la vida. Al resucitar al Hijo unigénito, Dios Padre ha manifestado plenamente su amor y misericordia por la humanidad de todos los tiempos.

Si Cristo ha resucitado, es posible mirar con confianza cada hecho de nuestra existencia, incluso los más difíciles, llenos de angustia e incertidumbre. “¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!”. Que la Virgen María, testigo silencioso de la muerte y resurrección de su hijo Jesús, nos ayude a creer firmemente en este misterio de salvación.

(Frases extractadas de https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2020/documents/papa-francesco_regina-coeli_20200413.html).