02 abr. 2025

No todo es lo que parece

Pese a que pasaron los días santos, el tatacuá vernáculo siguió trabajando a full en la semana que acaba de despedirse. Varias cocina das se concretaron y la mesa está servida con consecuencias aún insospechadas.

Cuando el pacto azulgrana operaba a lo loco tendiendo un manto de impunidad a lo largo y ancho del suelo patrio, los senadores tuvieron un dudoso acceso de honorabilidad y provocaron la renuncia del ahora ex contralor general de la República Enrique García.

En teoría, la alianza abdocartollanista tenía en agenda una serie de acciones de beneficencia (para ellos) que debían concretarse a tambor batiente. Pero algo o alguien cambió la partitura y García –que era uno de los eslabones de esta cadena de impunidad– salió del cargo a caja destemplada.

Posteriormente, el Parlamento le dio un tratamiento exprés al desbloqueo de las listas sábana, luego de cajonear por años este viejo reclamo ciudadano.

Primero, el Senado aprobó la propuesta sin hacer mucha alharaca. Luego, a la tarde, los diputados completaron a medias la tarea. Esta inusitada rapidez legislativa es tan sorprendente como sospechosa. Sin duda, recibieron una orden superior.

(Era tan triste como cómico verles a los miembros de la Cámara Baja estar al borde del desmayo porque la sesión seguía un poco después de las 24.00. El Congreso argentino, por ejemplo, suele debatir hasta las 3.00 o 4.00. Allí, por lo general, se ofrecen argumentos claros y se dan alucinaciones magistrales. Acá, cerca de las 1.00, nuestros diputados empezaron a acusarse de tráfico de influencia y compra de bancas. Para preservar la integridad del cuerpo, los legisladores de seguro no vuelven a sesionar en horario nocturno. Un sincericidio masivo puede ser letal).

Finalmente, se desbarató un esquema de coimas en la fuerza aduanera que debía luchar contra el contrabando. El general retirado Ramón Benítez, con su típica pasión patriótica, encaró esta misión, pero se equivocó en su cometido y en vez de combatir el contrabando lo promovió.

Pero ¡ojo! El esquema caído no es el de la miserable claque de aduaneros que se volvió multimillonaria a costa de las necesidades del Estado y enriqueció a sus padrinos políticos. Ese grupo de ladrones está vivito y coleando, y cagándose de la risa de la desgracia ajena.

El presidente Mario Abdo Benítez necesitaba de buenas noticias. Por suerte, las consiguió. El malhumor social contra su persona crece de manera alarmante y ni siquiera un año de gobierno tiene. Colaboró para el fastidio general el enfriamiento de la economía y un liderazgo presidencial soso y desconectado de la sensibilidad de la sociedad. Necesitaba un golpe de efecto y lo logró con estos dos golpes: la lucha contra la corrupción y la eliminación de los impresentables ocultos en las listas sábana. Se dieron buenos pasos en estas dos áreas, pero sin otras políticas adicionales todo quedará en aguas de borraja o en una mera puesta en escena.

Detrás de todo hay una situación decisiva para el país. Supuestamente, la aparente caída del pacto azulgrana, el ataque a los hombres escombro de la política tradicional y la supresión de los recaudadores esconden una puja entre Marito y su vicepresidente. Es cuestión de esperar.

En Paraguay no todo lo que reluce es oro; y si lo es, ha de ser producto del contrabando o del pago de una coima.