“La conmoción de la reapertura será, yo creo, tan fuerte como la del incendio, pero será una conmoción de esperanza”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en un discurso durante su visita final a las obras de reconstrucción este viernes.
A Macron le pareció “sublime” nada más ingresar al edificio, mientras que la ministra de Cultura, Rachida Dati, se mostró sobre todo impresionada por la nueva claridad de Notre Dame.
A continuación, las autoridades deambularon en primer lugar por la nave y, después, por otros rincones de la catedral parisina como el coro, la capilla de San Marcial o el imponente órgano.
Aparecieron así tanto los nuevos elementos –por ejemplo, una moderna y sobria mesa para el altar–, como las obras de arte originales que se salvaron de la destrucción prácticamente de milagro, en especial la estatua de Nuestra Señora de París (una Virgen María con el Niño Jesús en brazos), considerada la más icónica de la Catedral.
La reconstrucción ha dejado Notre Dame esencialmente fiel a su configuración precedente, aunque se han hecho modificaciones para elevar los estándares de seguridad y poder evitar siniestros como el de 2019.
Es el caso del “bosque”, una enorme estructura medieval de madera en el techo que ha tenido que ser reconstruida tras ser consumida por las llamas. Se seleccionaron para ello 1.200 robles de distintos puntos de Francia y para recrearlo se usaron las mismas técnicas que en su levantamiento original.
La emblemática aguja sobre el crucero, que se eleva a 96 metros, también es parte de los componentes que se han reconstruido siguiendo el modelo original, pero otros como las vidrieras van a ser actualizadas, no sin polémica, siguiendo cánones más contemporáneos. El proyecto ha contado con un presupuesto de 700 millones de euros y aunque la gran reinauguración se realizará el 7 de diciembre seguida, el día 8, de una reapertura al público con misa incluida, las obras en Notre Dame deberán continuar hasta 2030.