12 abr. 2025

Nuevas reglas, nuevo orden

El presidente Trump anunció el 2 de abril último las “tarifas recíprocas” que aplicará EEUU a la importación de bienes, en el cambio más radical de la política comercial de este país desde los años de la gran depresión, hace casi 100 años, y con ello empieza a desmontar el orden económico internacional diseñado bajo el liderazgo del propio EEUU a finales de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de impulsar el desarrollo a nivel planetario.
En este sentido, para facilitar el comercio internacional fueron organizadas desde el año 1947, en el marco de la ONU, unas rondas de negociaciones comerciales multilaterales bajo el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), conocidas como las rondas de Uruguay, Tokio y Doha, cuya evolución culminó con la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en el año 1995. Estas negociaciones permitieron reducir drásticamente los aranceles y otras restricciones al comercio, bajo los principios de no discriminación y de la nación más favorecida. Como referencia, EEUU redujo sus aranceles promedio ponderados del 20% del valor de las importaciones en 1930 a niveles cercanos al 2% a principios de los años 2000.

Según datos de la OMC, el comercio mundial creció en términos reales a una tasa promedio del 4% anual entre 1950 y 2023 y en valores nominales pasó de 63 billones a 23,5 trillones de dólares americanos. Este desempeño fue resultado de la especialización de cada país en aquellos sectores y productos donde son más competitivos, porque tienen en abundancia los recursos necesarios para su producción, y, a través del intercambio con otros países, poder proveerse a menor costo de los bienes y servicios que necesita su población, resultando en mayores niveles de bienestar para todos, debido a la mayor productividad global que resulta del proceso de especialización. Así, el mundo experimentó un largo período de 75 años de desarrollo y de reducción de la pobreza en todos los países, pasando por varios ciclos económicos por el camino.

La nueva política comercial de EEUU cambia las reglas del juego de sus relaciones comerciales y, por ende, el orden en el mundo. Ha renunciado a su liderazgo de promover el desarrollo mundial ejercido por más de siete décadas para enfocarse a sus propias prioridades de desarrollo bajo el lema America First, una decisión soberana que un ciudadano de otro país no puede discutir. Sin embargo, por el tamaño y la relevancia que tiene la economía norteamericana en sus relaciones con el resto del mundo, tendremos que jugar el juego con las nuevas reglas. De esta manera, el Gobierno de EEUU decidió la imposición de un arancel mínimo del 10% para todos los países y tasas adicionales para algunos países bajo el principio de reciprocidad, calculadas en función a la protección aplicada por cada país considerando sus aranceles, manipulación cambiaria y otras restricciones a los productos de EEUU. Según estimaciones, la tasa promedio ponderada de los aranceles de EEUU aumentaría del 2,5% a casi el 25%, volviendo a niveles del año 1900.

Para los países del Mercosur y de América Latina fue fijada la tasa general del 10%, pero a varios otros países fueron aplicados la tasa recíproca. Así, a China Continental se le aplica un 34% (los cálculos del gobierno indican que la tasa global de protección aplicada por China a productos americanos es del 68%); a Taiwán el 32%; a Vietnam el 46%; a Japón el 24%; a la Unión Europea el 20%; etc. Sin embargo, según el presidente Trump, están abiertas las negociaciones para reducir estas sobretasas en función a la oferta de cada contraparte, bajo el principio de reciprocidad. Por obvias razones, los resultados finales dependerán del poder de negociación que tenga cada país vis a vis los EEUU, un juego en el cual los países pequeños no tenemos ninguna carta. Con estos números iniciales surgen aparentes ventajas competitivas de acceso al mercado norteamericano para América Latina, que podrían generar oportunidades para atraer inversiones a la región, pero los riesgos son altos debido a que nada impide que impongan sobretasas en cualquier momento.

Debemos asumir esta nueva realidad del orden económico internacional y definir nuestra estrategia de inserción en consecuencia. Es importante evaluar en el ámbito del Mercosur sobre la conveniencia de revisar o no el Arancel Externo Común, dado que EEUU no aplicó sobretasas de reciprocidad. Sin embargo, tenemos que extremar esfuerzos para fortalecer y profundizar el Mercosur, tanto en lo concerniente al mercado interno como a las negociaciones internacionales, donde el poder de negociación está marcado por el tamaño del mercado de cada parte.

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