09 abr. 2025

Nunca más

El escritor alemán Günter Grass, en su libro A paso de cangrejo, sostiene que, como el crustáceo, es necesario a veces dar unos pasos hacia atrás para ir para adelante.

Recordamos los 30 años del inicio de esa transición democrática, luego de 35 años bajo el yugo de Stroessner y sus secuaces.

Todos sufrimos hasta ahora las consecuencias de lo que fue ese nefasto régimen que apresó, torturó y mató a miles.

Una de las consecuencias es esa cultura del miedo, el miedo a decir lo que uno piensa o a expresar una postura crítica ante un abuso de autoridad. Ocurre en el trabajo, pasa en los ministerios, pasa en las escuelas; en la vida real.

El autoritarismo está latente en todos los ámbitos.

En el diario experimentamos hace unos días la censura que afectó a uno de nuestros compañeros.

Levantaron en la versión digital una columna de opinión, por mencionar la denuncia de un ciudadano, que asegura que lo despidieron de una empresa de electrodomésticos por su orientación sexual.

La situación se revirtió horas después, luego de la movilización de los compañeros.

La libertad de prensa es un derecho ratificado en la Constitución Nacional, aprobada justamente tras la caída del tirano.

Ayer nomás, en la marcha para celebrar los 30 años de la caída del régimen y del inicio de la democracia, el Gobierno ordenó cercar la Plaza de los Desaparecidos, donde se anunció el inicio de la movilización pacífica.

En esa manifestación vimos encabezar la marcha a héroes civiles como el doctor Joel Filártiga, uno de los más férreos opositores a la dictadura.

Y días atrás, el presidente Mario Abdo Benítez, hijo de quien fuera el secretario de Stroessner y uno de los hombres más fuertes de la dictadura, se burló –con una siniestra carcajada– cuando le consultaron sobre el golpe de Estado del 89.

Así cuesta mucho creer en las “credenciales democráticas” que dice tener nuestro presidente.

En la historia más reciente también recordamos que durante la presidencia del tabacalero Horacio Cartes estudiantes secundarios, todos menores de edad, llegaron a ser imputados por manifestarse exigiendo mayor democracia en el MEC y una educación de calidad.

Una quincena de estudiantes desfilaron por la Fiscalía para declarar sobre las manifestaciones.

Menos mal que estas medidas represivas no los detuvieron. Nunca dieron marcha atrás en sus reclamos.

Como se dio entre 1954 y 1989, las Fuerzas Armadas incluso espiaron en pleno 2015 la histórica Marcha Nacional de Colegios Públicos y Privados.

Alumnos de distintas clases sociales, creencias religiosas, ideologías, de diferentes barrios, de todo el país. Nos demostraron con su ejemplo cómo la ciudadanía puede moverse en conjunto para exigir un derecho tan básico que sigue sin cumplirse: educación pública gratuita y de calidad.

Esa marcha fue espiada por militares. No contentos con eso, el MEC exigió informes en todos los colegios acerca de los estudiantes en la protesta.

La memoria no debe ser corta para que situaciones como estas nunca más vuelvan a darse. Para que nunca más espíen a nuestros jóvenes. Para que nunca más nadie sea víctima del terrorismo de Estado. Porque es mejor seguir en transición que volver a la tiranía. ¡Dictadura nunca más!