Durante la misa central, el obispo Ricardo Valenzuela habló sobre los primeros meses de gestión de las autoridades nacionales electas este año, muchas de ellas sentadas al frente de la explanada de la Basílica Menor, como el caso del mandatario Santiago Peña y el vicepresidente, Pedro Alliana, quienes estuvieron acompañados de varios ministros.
El religioso advirtió que el tiempo corre y no se detiene; por tanto, es imperioso avanzar con acciones.
“Es urgente activar las instituciones porque el hambre, la enfermedad, la falta de empleo digno y la inseguridad no se detienen. ¡No hay tiempo que perder!”, dijo al arrancar la lectura de su carta política.
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Aunque considera que la ciudadanía fue generosa en confiar nuevamente en la Asociación Nacional Republicana, pese a los desaciertos y omisiones que originaron pérdidas.
“Todos reconocemos que el pueblo paraguayo es noble y generoso; cree en las promesas electorales; es paciente y sufrido; pero no es prudente abusar de la confianza depositada en ustedes”
En ese sentido, apeló a los gobernantes a que asuman los problemas del país, cuyas soluciones no pueden demorarse. Por ejemplo, puede aumentar la deuda externa y transformarse en “eterna”, así también seguirá creciendo el déficit fiscal y fluctuando el precio de los combustibles, señaló.
La advertencia del obispo Ricardo Valenzuela
“Así también, si no se pone en marcha una política económica razonable la injusta pobreza crecerá y nuestra gente no estará mejor, sino peor”, arremetió el obispo haciendo alusión a la campaña electoral del cartismo que se resumía en la frase “Vamos a estar mejor”.
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Recordó que la carta de los obispos, “Saneamiento moral de la nación”, cumplió 44 años y aunque el contexto cambió desde la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, la democracia no trajo la bonanza que se esperaba.
“La carta de los obispos, “Saneamiento moral de la nación”, cumplió 44 años. En ella, los obispos realizaron un profundo diagnóstico de la situación del país en el marco de una dictadura (año 1979). El contexto ha cambiado; sin embargo, la actual democracia no trajo la bonanza que todos esperábamos”, indicó.
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“El progreso y las inversiones se expandieron y alcanzaron a grandes sectores de la sociedad, pero hay siempre un importante segmento de la población que carece de los más básicos recursos para una vida digna. Ya pasaron siete gobiernos, de cinco años, en democracia; y en todo ese tiempo no supimos frenar la sangría de la corrupción que está volviendo anémica al país”, reclamó.
Una “apatía” ante la inseguridad
También habló de la inseguridad reinante en el país que pone en zozobra al pueblo con delincuentes, motochorros y asaltantes domiciliarios que tienen en jaque a barrios enteros de poblaciones vulnerables.
Al respecto, criticó que no se observa una voluntad política para mejorar la situación, sino más bien “una apatía que ya empieza a repercutir en la paciencia colectiva”.