Siguiendo la lectura del domingo, las vidas opuestas de la viuda y el escriba, el obispo recordó que Jesús desenmascara a quienes aprovechan la fe para elevar su propio estatus.
‘‘Rezan haciendo ostentación de largas oraciones. Se sirven de Dios para proclamarse que es como los defensores de su ley. Y esta actitud de superioridad y de vanidad les hace llevar a despreciar a todos aquellos quienes cuentan con poca cosa o se encuentran en una posición económica con desventaja, como es el caso de esta pobre viuda’’.
Para el obispo, la verdadera caridad se hace no con lo que te sobra, sino con lo que es necesario y recordó a la comunidad que el amor a Dios implica servir a los hermanos más necesitados sin esperar nada a cambio. ‘‘Nosotros no sabemos el nombre de esta pobre viuda, no conocemos su nombre, pero sí su corazón y eso es importante para Dios’’.
La tentación por el deseo de aparentar o figuretear, y de contabilizar nuestros gestos de generosidad, cuando estamos demasiado interesados en la mirada de los demás es otro punto señalado por el obispo. ‘‘Nos va a hacer mucho bien a nosotros, nos va a ayudar a despojarnos de todo lo que es superficial, superfluo, para ir a lo que realmente sí importa y a permanecer siempre humildes’’.
Recordó que estamos llamados a dar enseguida, sin reservas, algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo de manera egoísta.