“Gracias por tenernos pendientes, por recordarse de nosotros (...) gracias por esta gran comunión espiritual” en la que reside “nuestra fortaleza”, afirmó el obispo, en una misa transmitida por Facebook desde el interior de la curia que está rodeada por la policía.
Álvarez, obispo de Diócesis de Matagalpa, norte del país y crítico del gobierno de Daniel Ortega, está retenido en su curia junto a una decena de personas desde el pasado 4 de agosto.
El miércoles, 26 ex jefes de Estado o gobierno de España y América Latina publicaron un llamado al papa Francisco —que no se ha manifestado en público sobre la situación— a adoptar “una firme postura de defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa”.
La “primitiva dictadura de los Ortega-Murillo” avanza “hacia la persecución de los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las religiosas”, deploran los estadistas, entre ellos, José María Aznar (España), Iván Duque y Álvaro Uribe (Colombia) o Luis Lacalle Herrera y Julio María Sanguinetti (Uruguay).
La reclusión del obispo ocurrió días después de que denunciara el cierre por parte de las autoridades de cinco emisoras católicas y demandó al Gobierno respeto a la “libertad” religiosa.
La policía anunció que la diócesis del obispo es investigada por intentar “organizar grupos violentos” e incitar al “odio” para “desestabilizar al Estado de Nicaragua”.
“Nosotros estamos en las manos de Dios”, expresó el prelado este jueves.
“El señor está entre nosotros (...) el Dios que en cada eucaristía vence la oscuridad, la iniquidad, en cada eucaristía hace temblar los infiernos que los refunde en el mar de su propia maldad, ahí donde no pueden hacernos daño”, aseguró.
Antes ya había dicho que se le ha dado “casa por cárcel”, y que las autoridades están “haciendo sus propias conjeturas” respecto de él.
Siguen tensiones
La retención del obispo ocurre en medio de los roces que la Iglesia tiene con el gobierno marxista de Ortega, un guerrillero de 76 años que se mantiene en el poder desde el 2007, amparado en tres reelecciones sucesivas.
La última ocurrió en noviembre del 2021, con sus opositores presos o exiliados y en medio de cuestionamientos internacionales.
El presidente acusa a los obispos de “golpistas” por apoyar las protestas opositoras que pidieron su dimisión en 2018.
En medio de la crisis, la Iglesia intentó en 2018 y 2019 mediar un diálogo entre el Gobierno y la oposición.
El mandatario reprochó a los obispos haber acogido una propuesta opositora que buscaba resolver la crisis adelantando los comicios del 2021 para recortar su periodo presidencial.
Desde entonces, las relaciones han ido en deterioro. Este año hubo cierre de medios católicos, entre ellos, el canal de la Conferencia Episcopal, y la reciente detención del sacerdote Óscar Benavídez, sin que se conozcan razones.
También se ilegalizó y sacó del país a la Asociación Misioneras de la Caridad, de la orden de la madre Teresa de Calcuta, la que abandonó Nicaragua en julio pasado. En marzo ya había sido expulsado el nuncio apostólico, Waldemar Sommertag, quien participó en 2019 en las negociaciones entre Gobierno y la oposición.
Sin señales de diálogo
El sábado pasado, el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, afirmó que la Iglesia buscaba una salida a la situación del obispo Álvarez, aunque admitió que “no” veía señales de un posible arreglo a lo inmediato.
Al día siguiente, más bien, la Iglesia denunció la detención del párroco Benavídez.
La fiscalía pidió a un juez mantener al sacerdote 90 días en prisión preventiva para investigarlo, informó el independiente Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
El organismo humanitario denunció asimismo en Twitter que el domingo la policía “prohibió" al sacerdote Erick Díaz del municipio El Tuma, salir hacia Matagalpa a participar en una celebración religiosa.
Mientras que el martes, la policía impidió a los feligreses entrar a una iglesia del municipio de Ciudad Darío, en Matagalpa. El párroco dispuso entonces celebrar la misa en el patio de la iglesia.
“El Gobierno ha profundizado la represión contra la Iglesia y sus sacerdotes en los lugares más apartados de Nicaragua”, advirtió el Cenidh en Twitter.
Obispos latinoamericanos han expresado su preocupación por la situación que vive la Iglesia nicaragüense.
“Nuestros sentimientos de cercanía y solidaridad, en estos momentos en que sufren la más dura persecución y represión por su fidelidad al Evangelio”, dijo la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), que se solidarizó de manera especial con Álvarez y los sacerdotes, seminaristas y laicos “que se encuentran bajo el asedio y el control de fuerzas gubernamentales”. AFP