10 feb. 2025

Oda a los estoicos de esta tierra

Muchas veces, es verdaderamente una tarea hercúlea hallar esperanza en este país, considerando los múltiples problemas que decoran la corrupción que no es delito, como lo dijo una innombrable candidata. Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial parecen coordinar acciones para decepcionar cada jornada. Las políticas de reinserción para aquellos que se equivocaron son casi nulas; y uno no puede salir sin que varias veces alguien nos apriete en la calle pidiendo alguna monedita o un dos mil’i.

Quienes desgastan su vista —y en particular su vida— estudiando 17, 18, 19 o más de 20 años para encontrar un buen empleo, ven luego reducidas sus posibilidades porque el partido prima, esa es la política de desgobierno.

El autoritarismo avanza, la impresión es que no va a detenerse. Los debates en el espacio que por excelencia debería ser uno en donde se hable hasta que sangre la lengua, son coartados por la mayoría bruta, porque no quieren escuchar sus verdades, la del cruento dictador que oprimió por más de 35 años y que se encargó de institucionalizar la delincuencia y el crimen. Mientras las necesidades apremian, ellos prefieren insultar. No quieren admitir que siguen con muchas de las mismas prácticas, hoy ornamentadas por las formas, por el trato amable pero inhumano.

Es difícil ponerse en el lugar de aquel que tiene un trocito del poder y contribuye con esa pequeña porción para degradar aún más esta maltratada democracia, para beneficiarse a sí mismo, destrozando la concepción del servicio público. Vemos que aquellos que dicen haber sido seleccionados con el voto popular solamente piensan en sus negocios, en esa compraventa que envuelve a un importante sector privado que mira y se hace el desentendido, que prefiere ser cómplice por omisión o acción.

Hacen leyes para el garrote, atacando a sus otrora aliados, para amedrentar, para burocratizar aún más. También hay normas para el acceso a salud, seguridad y educación, pero estas caen en saco roto, son letra muerta.

El sufrimiento aparenta no amainar, una gran parte de la ciudadanía sigue clamando por una vida digna. Hay que decir que no estamos mejor, porque una victoria de la Selección Nacional es un espejismo, una entelequia, un fugar instante de alegría. Es también nuestra culpa, porque podemos juntarnos entre miles para ir a la cancha, pagando una entrada, viendo en ocasiones un espectáculo lamentable, pero no es posible que esos millares salgan a reclamar sus derechos. Así que repito: Es también un poco nuestra responsabilidad.

Empiezan cercenando a los electos democráticamente, cortando mandatos, achacándoles delitos sin pruebas, ilusiones ópticas, expulsando a legisladoras que decían la verdad, porque no quieren escuchar lo que es cierto. Ellos viven sumidos en sus propias mentiras, creyéndose sus cuentos, seguros de que están haciendo bien, llenándose la boca de palabras lindas, pero inmunes al llanto de las personas en los hospitales, al dolor de los otros sin hogar, al padecimiento de aquellos con parientes que cayeron en las drogas.

Dan asco, buscan infundir temor, se la pasan viajando a costa del pueblo, hablando de números estratosféricos que no bajan a la realidad. Prefieren plantear diferencias semánticas entre desocupados y desempleados, repitiendo que no están satisfechos, suponiendo que eso podría dar esperanza, cuando produce desazón, porque hasta dónde entonces podemos seguir cayendo en este hoyo llamado Estado.

No están haciendo lo que deben hacer, no pretendan recibir aplausos por desempeñar la faena, dejen de arrear para la hurra, ya no acosen a quienes no están de acuerdo. Tienen que comprender que el colectivo que sufragó no representa a todos, dejen de una vez esa candidez, que bien saben que no la tienen. Hay un montón que no fue, hay otro montón que no los eligió, y hay otro resto que ya no está.

Aquí es cuando decimos “hay que seguir cavando, ya vamos a salir a algún lado”. Esta calamitosa situación no puede ser perenne, hubo tiempos peores, es el tonto consuelo. No nos dejemos ensuciar por tanta podredumbre. Yo aplaudo hoy a los otros que lo hacen bien, hay que seguir por ese camino, aunque cueste demasiado. Buena semana.

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