Su director general, Rafael Grossi, señala en una entrevista al diario francés Le Monde que, aunque “no hay que ser alarmista”, tampoco se puede banalizar “una situación que no lo es”, en referencia al que es el mayor complejo nuclear en Europa, objeto de acusaciones cruzadas por parte de Kiev y Moscú en los alrededores del complejo.
“La instalación funciona, pero con dificultades, de forma que en las circunstancias actuales no se puede excluir el escenario de un accidente. Hay continuas interrupciones de la alimentación eléctrica, problemas con el combustible usado...”, precisa.
Grossi reconoce que está “inquieto” porque aunque la seguridad nuclear ha avanzado “enormemente” desde el accidente de Chernóbil en 1986, “en medio de una guerra la seguridad no es nunca absoluta”.
También que se habían barajado diferentes posibilidades de siniestros nucleares, pero no que un gran complejo como el de Zaporiyia se encontrara en medio de un conflicto convencional como el de las dos guerras mundiales, con carros de combate, movimientos de tropas y trincheras.
El director general, que este jueves fue recibido en París por el presidente francés Emmanuel Macron, para avanzar en la organización de una misión del OIEA que sea aceptada por las partes, insistió en que el objetivo sería la seguridad de la instalación, es decir, “su funcionamiento normal y sin obstáculos”.
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Señaló que él no tiene ningún mandato de mediador entre Rusia y Ucrania, sino que su papel se reduce a una misión “de carácter técnico” para evitar un accidente.
Si la visita llegara a hacerse, los expertos empezarían por un examen sobre la situación de la central, antes de reparar los sistemas de transmisión que han resultado dañados.
También inspeccionarían las piscinas donde está el combustible usado y abordar “la cuestión sensible del aprovisionamiento en electricidad, que es indispensable para el enfriamiento de los reactores”.