Por algún motivo, relacioné esos instantes gozosos con otro enfrentamiento que tendremos que sostener próximamente con el vecino país: La revisión del Anexo C de la Itaipú Binacional. Es un contrato que definirá las bases financieras, los gastos permitidos y el costo unitario del servicio de electricidad para las próximas décadas. Es una discusión crucial y complicada, tanto política como técnicamente. Sobre todo, porque enfrente, está otro equipo verde amarelo de primer nivel: Hábiles negociadores de Itamaraty.
En 2019, tras el escándalo de la firma de un acta bilateral con Brasil sobre la contratación de energía de Itaipú, que fue considerada como una traición a la patria y casi le cuesta un juicio político a Mario Abdo, los parlamentarios decidieron supervisar lo que se acordaría. Crearon una comisión bicameral de acompañamiento a las negociaciones del Anexo C. Fue reflotado el logo Itaipú, causa nacional. Hasta allí, todo bien.
Ahora nos enteramos de que uno de los representantes del Senado paraguayo en esta comisión es Hernán Rivas, investigado por la presunta falsificación de su título universitario y con serias dificultades de lectura comprensiva. Esta decisión de Honor Colorado me dejó estupefacto. ¿El futuro energético del país será discutido por interlocutores de este nivel? Pues parece que sí.
Por algún motivo ignoto, el senador Rivas es un privilegiado del cartismo. Ha llegado a ser presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados –una humillación que los jueces y fiscales decentes de este país no olvidarán por años– sin poder recordar el nombre de algún profesor que le haya tomado examen o el de algún compañero de estudios. La Fiscalía le sigue dando vueltas al asunto, pero, hasta ahora, el senador no pudo demostrar algo teóricamente muy simple: ¿Cursó de verdad una Facultad de Derecho? Hay otra pregunta aún más acuciante: ¿Tiene algún conocimiento sobre los temas energéticos y financieros que se discutirán? Si los posee, los tiene muy ocultos.
Pero Rivas, más que un problema, es un símbolo. Está allí para evidenciar de dónde proviene el poder omnímodo del Paraguay. Que, por cierto, no es el Palacio de López. Un dedo trémulo lo apuntó y nadie se atrevió a contradecirlo. Rivas es de confianza para el estilo tradicional de negociación con el Brasil de la ANR. La energía de Itaipú ha sido una fuente inagotable de negociados, corrupción y privilegios que deben ser defendidos por encima de los intereses nacionales. Con las correspondientes excepciones individuales y temporales, esa ha sido la regla en el último medio siglo.
El nombramiento de Rivas en la citada comisión toma sentido cuando uno observa qué lejanos suenan aquellos discursos de transparencia y participación ciudadana con los que anunciaban el talante con el cual se discutirá el Anexo C con el Brasil. Este clima de opacidad y falta de diálogo son indispensables para continuar con el mismo esquema que permite que el pacto entre la ANR y una burguesía fraudulenta siga vigente. A los primeros, les permite seguir en el poder. A los segundos, ser cada vez más ricos. Por eso, excesos, como el nombramiento de Rivas, son tolerados. Créame, Rivas no es el problema, es solo un símbolo.
Lógicamente, a la hora de negociar, los que gritarán ¡Olé! serán los brasileños. La diferencia con el fútbol, es que los jugadores albirrojos de Itaipú mostrarán un extraño desinterés en recuperar la pelota.