Desde el estallido de las revueltas populares contra el gobierno de Bachar al Asad en marzo de 2011, cerca de 610.000 personas han perdido la vida en el país árabe, entre ellas unos 161.000 civiles, de los que más de 25.000 eran niños, dijo este martes en un comunicado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
La oenegé, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno, contabilizó desde entonces unos 52.500 fallecimientos por disparos y fuego de artillería atribuidos a las fuerzas gubernamentales, además de otros 26.400 por bombardeos de la aviación siria.
Los ataques aéreos de Moscú, que desde 2015 interviene en el conflicto sirio en apoyo a Al Asad, causaron casi 8.700 muertos en los últimos años, según datos de la organización.
En la actualidad, Damasco también recibe apoyo militar de milicias chiíes iraníes y libanesas, mientras que Turquía ejerce como valedora de la oposición y además sus fuerzas controlan de forma directa algunas áreas sirias cercanas a la frontera entre ambos países.
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A lo largo de estos once años, intervinieron en el conflicto con bombardeos limitados o armando y entrenando a grupos opuestos a Damasco, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, este último todavía lidera allí una coalición internacional de lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), derrotado territorialmente en Siria a principios de 2019.
La infancia sigue sufriendo
En una nota con motivo del undécimo aniversario de la guerra, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó de que la violencia, los desplazamientos forzosos y la falta de servicios básicos siguen lastrando a los menores en Siria, donde el pasado año unos 900 niños perecieron o resultaron heridos.
“Cerca de 5 millones de niños nacieron en Siria desde 2011, no han conocido nada más allá de la guerra y el conflicto. En muchas partes de Siria continúan viviendo con miedo a la violencia, las minas y los artefactos explosivos remanentes de la guerra”, advirtió el representante de Unicef para la nación, Bo Viktor Nylund.
Según datos de la ONU, más de 14,6 millones de sirios necesitan ayuda humanitaria, incluidos 5,3 millones de personas que siguen desplazadas dentro del país, pese a que los frentes de batalla permanecen prácticamente congelados desde hace un par de años, con la mayor parte del territorio en manos de Damasco.
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La provincia noroccidental de Idlib es considerada el último bastión opositor en la nación árabe, concentrando la mayor parte de la violencia esporádica en la actualidad; mientras que el noreste también escapa al control del Gobierno sirio al permanecer en manos de una autoproclamada autoridad autónoma kurda.
El impacto de la invasión a Ucrania
La oenegé Oxfam Intermón considera que la inseguridad alimentaria podría agravarse en Siria a raíz de la invasión rusa a Ucrania, principalmente por su “dependencia de las importaciones de Rusia”, país golpeado con una batería de sanciones internacionales y medidas punitivas en las últimas tres semanas.
La guerra en Ucrania podría exacerbar la escasez de comida y disparar la inflación alimentaria, en momentos en que seis de cada diez personas en Siria no saben cómo obtendrán su próximo almuerzo, explicó hoy Oxfam en un comunicado.
De acuerdo con los resultados de una reciente encuesta realizada por la organización, el 90% de los sirios solo pueden permitirse comer pan, arroz y, a veces, ciertas verduras, agregó.
El 15 de marzo de 2011 dieron comienzo las protestas contra varias décadas de hegemonía de los Al Asad en el país, un movimiento que nació bajo el lema prodemocracia “Una Siria sin tiranía”, en línea con revueltas similares entonces en marcha en otros países árabes, como Egipto y Túnez, como parte de la denominada Primavera Árabe.
Las manifestaciones se extendieron rápidamente de la ciudad meridional de Deraa a otras partes del país, donde toparon con la brutal represión de las fuerzas de seguridad sirias hasta que eventualmente, en una fecha sobre la que no hay acuerdo, la situación degeneró en un conflicto armado generalizado.
Algunos sitúan el inicio de la guerra a finales de julio del 2011 con la creación del Ejército Libre Sirio, un movimiento opositor de militares sublevados que se enfrentó a las tropas leales a Al Asad.
Entre 2011 y 2012, comenzaron a surgir varias milicias rebeldes y el Gobierno a asediar y atacar localidades que mostraban su oposición.