A esta conclusión llegaron científicos del grupo Ecología de Comunidades Marinas y Conservación de la Universidad de Laguna que lideran un estudio, en el que también colaboran investigadores de las universidades de Barcelona y de Liverpool, titulado High Taxonomic Diversity And Miniaturization In Benthic Communities Under Persistent Natural CO2 Disturbances.
El estudio ha sido publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society B y, según informa la Universidad de La Laguna, los investigadores ya han detectado el predominio de especies de algas e invertebrados de pequeño tamaño en las zonas estudiadas.
Para la investigación se ha hecho uso de una “herramienta revolucionaria” para la ciencia denominada “Metabarcoding”, que mezcla la secuenciación masiva con la visualización mediante códigos del barras del ADN.
Esta técnica permite detectar la diversidad real de las algas y los invertebrados marinos a través del gen mitocondrial COI, sin depender del sesgo del ojo humano.
La aplicación de este método basado en el ADN favorece la realización de mediciones muy fiables, estandarizadas y replicables para la evaluación de la biodiversidad real de un ecosistema, consiguiendo por tanto una comprensión más realista de los cambios futuros, añade el centro académico.
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La parte de campo de este estudio científico se ha llevado a cabo en el Observatorio Marino de Cambio Climático en la punta de Fuencaliente, en la isla de La Palma, un enclave de Canarias con un sistema acidificado, un gradiente natural de CO2 que genera zonas muy similares a los escenarios del futuro predichos por los expertos del Panel Intergubernamental para el estudio del Cambio Climático (IPCC) y generados por el exceso de dióxido de carbono atmosférico.
“Es como si tuviéramos la oportunidad de observar hoy los diferentes escenarios que nos esperan debido a la acidificación oceánica “, explica José Carlos Hernández, biólogo marino de la Universidad de La Laguna.
En el mundo solo existen otras dos zonas volcánicas con similares características, la isla de Ischia en el mar Mediterráneo y Papúa Nueva Guinea en el océano Pacífico, por lo que se consideran áreas con gran interés científico.
Los investigadores también descubrieron altos niveles de diversidad taxonómica en las zonas acidificadas, lo que se debe principalmente a la presencia de especies pequeñas y crípticas que anteriormente no se detectaban con las técnicas de muestreo tradicionales y visuales, como son las algas rojas cespitosas o los poliquetos.
Algunas de estas especies incluso poseen esqueletos calcificados o conchas, como pequeños moluscos y equinodermos, lo que indica que pueden estar adaptándose a las condiciones futuras previstas por el IPCC.
Sin embargo, aunque exista un aumento de la diversidad taxonómica, hay una disminución de la diversidad funcional, porque con la acidificación desaparecen especies importantes para el ecosistema como las algas coralinales costrosas y las esponjas que dan sostén y refugio a muchas especies y que son muy características de los ecosistemas bentónicos.
A modo de conclusión, los investigadores destacan que los ecosistemas bentónicos subtropicales mantendrán altos valores de biodiversidad en un escenario de acidificación oceánica, aunque tenderán hacia una miniaturización debido al predominio de pequeñas especies de algas tapizantes y epífitas, y de pequeños invertebrados asociados.
Esto ocasionará una homogenización de la comunidad de graves consecuencias al provocar grandes pérdidas de los servicios ecosistémicos, advierten los investigadores.