El 10 de marzo pasado, la ciudad de Oruro, Bolivia, reportó uno de los dos primeros casos de Covid-19 en el país, que dio paso a una cadena de contagios que llegaron a ocho nueve días después.
Los solo siete espacios para terapia intensiva en hospitales en una región que tiene más de medio millón de habitantes y las deficiencias genéricas en el sistema de salud nacional hicieron pensar en que se venía lo peor, si no se actuaba de inmediato.
La clave de control del virus
La clave del éxito fue que “hemos tomado en cuenta a sus dirigentes de cada sector y entonces ellos también nos han ayudado a socializar y contener a la gente”, explicó a Efe el gobernador orureño, Zenón Pizarro.
Las medidas inicialmente fueron municipales y luego departamentales, pero Pizarro destaca que la población se ha comportado con “disciplina” y con “unidad” en Oruro, región conocida por tener uno de los carnavales más vistosos y concurridos de Sudamérica.
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El trabajo de consenso previo se hizo con sectores de transportistas, comerciantes y organizaciones barriales, expresó el alcalde de la ciudad, Saúl Aguilar, según un reporte del diario orureño La Patria.
A juicio de Aguilar, aislar a Oruro para evitar la escalada de contagios fue “una decisión rápida y oportuna y arriesgada”, ya que le valió amenazas de juicios.
Los reportes diarios de prensa y los videos en redes sociales han plasmado durante este tiempo la disciplina orureña, con su población en casa y sus calles vacías, las tareas de desinfección con cloro y agua en las vías públicas y el cumplimiento de los horarios de abastecimiento.
Los efectos de la cuarentena
Este lunes Oruro cumple veintidós días de aislamiento, algo que comienza a cobrar factura a la economía de su población, gran parte de ella dedicada al comercio que llega desde Chile, los negocios locales y el transporte público o el pesado.
El gobernador aseguró que “ya se siente” el perjuicio en la parte económica y en el abastecimiento de productos, especialmente en las personas “que viven del día”, como pequeños comercios callejeros en los que se ofrecen golosinas, refrescos o comida.
Pizarro es consciente de que esta situación no concluirá el próximo 15 de abril, día en que en principio debe fenecer la cuarentena, sino que se extenderá por más tiempo, incluso un año, “hasta que salga la cura a la enfermedad”.
Contención de más casos
Para el gobernador orureño, la otra parte del mérito para que los casos de coronavirus no hayan crecido está en las autoridades del Servicio Departamental de Salud (Sedes).
A casi un mes de la detección del primer caso, una mujer mayor de 60 años que llegó de Italia, los positivos en vez de incrementar han descendido, si se tiene en cuenta alguna recuperación.
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Para Pizarro todo esto, aunque lo parezca, “no es un éxito”, porque “pueden aparecer” casos de otros lados, principalmente de gente que regresa a esta región occidental de Bolivia “evadiendo controles”, desde sitios donde los casos se han disparado como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, las principales ciudades del país.
Este domingo pasado el Ministerio de Salud reportó 26 nuevos casos en el país, en la jornada en que más detecciones del virus ha habido.
Los casos confirmados son 183 y las muertes hasta el momento son 11, la mayor parte de ellos en las regiones de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, mientras que en Oruro se ha reportado un “silencio epidemiológico” o ausencia de nuevos casos hace casi tres semanas.