25 nov. 2024

Óscar Denis, el secuestro que pone en aprietos al Gobierno

Félix Coronel, empleado de la estancia Tranquerita, a unos diez kilómetros de la ciudad de Yby Yaú, Concepción, se dirigía en motocicleta hacia Retiro Fondo, el sitio en donde debía continuar con las tareas de tendido de alambrado, cuando encontró que algunas vacas cerraban el camino interno del establecimiento.

Eran poco más de las 15:00 del martes 9 de setiembre de 2020. Coronel detuvo su vehículo, prudentemente. Al observar que los animales seguían quietos, intentó cruzar, pero repentinamente una de las vacas avanzó en su dirección, embistiéndolo en la pierna derecha y echándolo del vehículo. Sintió un gran dolor. Posteriormente, los médicos le confirmarían que su pierna había quedado fracturada.

Imposibilitado de levantarse, Coronel tomó su teléfono celular y llamó a su esposa, Mirna Cantero, a quien contó lo ocurrido y le pidió que informe a su patrón, el dueño de la estancia, Óscar Denis Sánchez, para que envíe a alguien a auxiliarlo.

Denis, de 74 años de edad, de profesión químico industrial, un conocido político del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), ex gobernador de Concepción, ex senador, quien había desempeñado el cargo de vicepresidente de la República por poco más de un año, entre 2012 y 2013, nombrado por el Congreso tras una crisis política, se encontraba ya retirado de toda función pública, dedicado a cuidar la producción ganadera de su familia.

Tras ser informado de lo ocurrido, el ganadero decidió ir personalmente a buscar a su empleado.

EMBOSCADA. Rubén Darío Figueredo, quien desde hace 22 años trabaja como uno de sus principales colaboradores, se ofreció a acompañarlo, pero Denis prefirió que se quede trabajando en el corral del casco de la estancia, en donde se hallaba su esposa, Myrian Stella Bareiro.

“Si él no recibía esa llamada, no iba a salir de la estancia. Yo le dije: ‘Patrón, yo me voy con usted’, y él me dijo: ‘No, quedate, vos trabajás bien en el corral’, después le dijo a Adelio Mendoza que lo acompañe”, relató Figueredo.

Denis subió al volante de su camioneta Mazda, cuatro puertas, color negro. Adelio Mendoza, de 22 años de edad, un joven perteneciente a la etnia indígena Paî Tavyterã, subió a la carrocería para poder ir abriendo los portones internos con rapidez.

En camino al lugar del accidente, un grupo de aproximadamente seis hombres armados, vistiendo uniformes militares de camuflaje, salieron sorpresivamente al paso de la camioneta.

Denis detuvo el vehículo para no atropellarlos.

—¡Eguejy, nde mondaha…! (“¡Bajate, ladrón!”, en guaraní) —le gritó uno de los desconocidos al ganadero, apuntándole con un rifle, según Adelio Mendoza.

Bajaron a los dos hombres y los inmovilizaron, vendándoles los ojos, aunque no les ataron las manos.

“Nos salieron de golpe entre seis personas, vi el rostro de ellos porque estaban a cara descubierta. Tenían buen armamento”, contaría Adelio casi un mes después, en una entrevista con Telefuturo.

IDENTIFICADOS. Tras ser liberado, Mendoza pudo ayudar a identificar a sus captores: tres adultos y tres menores de edad. Los adultos eran Esteban Marín López, Luciano Argüello y Rubén Darío López, alias Loro. De los menores de edad, dos eran indígenas de la misma etnia Paî Tavyterã, al igual que Mendoza, y el otro sería E.D. Villalba, hijo mayor de Osvaldo Villalba (actual líder máximo del EPP) y de Magna Meza, quien tendría 17 años de edad en ese momento, inscripto con nacionalidad argentina. El líder del grupo era Esteban Marín López, antiguo miembro del EPP.

Los secuestradores hicieron caminar a sus dos víctimas en dirección a un bosque, dejando abandonada la camioneta con todas las puertas abiertas, depositando en su interior copias de panfletos con consignas revolucionarias, con la firma de la Brigada Indígena de Ajusticiamiento a Matones de Estancias del EPP.

REPERCUSIÓN. Casi media hora después, tras recibir un nuevo llamado del accidentado Félix Coronel, con el reclamo de que nadie había llegado a auxiliarlo, el empleado Rubén Darío Figueredo decidió ir en otro vehículo, acompañado de otro trabajador.

Encontraron la camioneta abandonada en el camino, con las puertas abiertas. “No se llevaron nada de valor. Estaban todas las pertenencias de don Óscar, como su reloj, cadena y un manojo de llaves que siempre solía tener en la cintura. Miré la carrocería, ahí vi los panfletos, le dije a mi compañero para irnos del lugar porque eso no estaba bien, siempre suelo ver en la tele que ellos dejan panfletos”, relató Figueredo.

Desde la casa principal dieron aviso a las hijas del ganadero, las que se encontraban en Concepción y luego a las autoridades policiales. En pocos minutos, la noticia del presunto secuestro de Óscar Denis empezaba a instalarse en todos los medios de comunicación y en las redes sociales de internet.

El secuestro ocurría apenas siete días después del polémico enfrentamiento entre la FTC y el EPP, en momentos en que aún se debatía con mucho apasionamiento el caso de las dos niñas fallecidas. El lugar de donde había sido llevado el ex vicepresidente quedaba a tan solo treinta kilómetros en línea recta del sitio en que se produjo el anterior incidente, en la misma región de Yby Yaú. Era inevitable considerar que el secuestro podía tratarse de una represalia por parte del grupo armado por la muerte de las hijas de los principales dirigentes.

Era además el primer caso de secuestro de una reconocida personalidad política, indudablemente el de más alto impacto mediático de todos los 14 casos anteriores.


EXTRACTO DEL LIBRO EPP: HISTORIA NO AUTORIZADA

EL MODO EN QUE SE RESUELVA el último secuestro del afectará al destino político del actual gobierno

Adelanto del contenido. Publicamos parte del libro que hoy llega con la edición de Última Hora.

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