Residir de nuevo en el Paraguay que existe al otro lado de Calle Última, después de un largo tiempo, nos permite a veces tener una perspectiva diferente, que no siempre se aprecia desde el centralismo de Asunción ni se refleja adecuadamente en las páginas de los grandes diarios y en los canales de televisión.
Un ejemplo concreto lo hemos sentido con la tragedia que vivió la ciudad de Tobatí, Cordillera, cuando la última gran tormenta dejó a barrios enteros inundados por el desborde de los arroyos. Miles de personas perdieron su hogar y casi todas sus pertenencias. El tema fue una de las principales noticias para las grandes empresas de comunicación, que enviaron equipos de prensa a transmitir en directo las imágenes de la tragedia, con gente humilde y desesperada, metida hasta el cuello en el barro para salvar un colchón o una heladera, al igual que familias enteras refugiadas dentro de los grandes hornos de las olerías.
Lo que vino después, en cambio, ya no fue noticia. Los voluntarios que recorrían las calles juntando aportes en cadenas humanas de solidaridad o los vecinos que colaboraban entre sí armando humeantes ollas populares para dar de comer a tantas personas hambrientas. Esas imágenes probablemente ya no tenían el mismo impacto en los titulares de portadas.
Hace tiempo que, con algunos colegas, nos venimos cuestionando el mito que nos enseñan en facultades y redacciones de que solo la mala noticia “vende”. La denuncia del escándalo de corrupción que tapa otro escándalo. Sí, es importante desnudar a los bandidos que dicen ser nuestras autoridades, para que alguna vez sean castigados y dejen de robar. Pero si nos quedamos solo en eso, generalmente nos queda la angustiante sensación de vivir siempre al borde del apocalipsis, y que no hay otro país posible.

En la noche del jueves estuvimos en la Plaza Amistad de Tobatí. Nos enteramos de que un grupo de jóvenes, artistas regionales, comunicadores, bomberos, policías, habían decidido realizar un gran festival solidario para ayudar a las familias que siguen necesitando de todo.
Fue una noche increíble, en donde artistas como el ypacaraiense Jaime Zacher y su grupo Bohemia Urbana no solamente nos deleitaron con canciones que expresan con mucha calidad musical al Paraguay actual, sino demostraron una humanidad y generosidad sin límites. El cantante tobateño Dany Meza, del triunfador grupo Tierra Adentro, mostró cómo se puede ser grande sin olvidar a sus raíces y a su gente. Las montañas de víveres y de abrigos que se iban acumulando junto al escenario validaron ese gran esfuerzo comunitario. Pero los grandes medios no estaban allí, solos unos dinámicos jóvenes de un artesanal canal alternativo contaban a través de Facebook lo que allí estaba pasando.
Sí, otro mejor país es posible. La gente de Tobatí, al igual que mucha otra gente, lo testimonia, pero hace falta ir a su encuentro.