Video y fotos: Ylda R. Mikinich
Su lengua avá guaraní es diferente al “guaraní paraguayo”. El padre común, equivalente al Dios cristiano, es Tumpa (con ‘m’), no Tupã, el que pregona el ñe’ekavi (buenas palabras), el porãu (amor) y el jopói (solidaridad).
Juan Lino Flores es miembro del pueblo originario Avá Guaraní de la comunidad Santa Teresita de Mariscal Estigarribia, en la región del Chaco Paraguayo, y tiene la particularidad de haber sido el primer indígena paraguayo de su grupo étnico en haber sido ordenado sacerdote católico el 4 de junio de 2005.
Desde hace un año, el sacerdote ejerce su misión pastoral en la parroquia de San Ignacio, Misiones, donde principalmente se destaca en la pastoral de rehabilitación de adictos.
El “Altar del Maíz”, rescate de la cultura indígena
El pa’i Lino, como se lo conoce popularmente, fue quien acompañó desde el inicio la construcción del gran retablo con frutos del agro para la misa del papa Francisco en Ñu Guasu, conocido como el “Altar del Maíz”, obra a cargo del reconocido pintor y escultor misionero Koki Ruiz, con un numeroso equipo de artesanos de la comunidad de Tañarandy y de la ciudad de San Ignacio.
“Es una práctica antigua de nuestro pueblo Avá Guaraní y de muchos otros pueblos indígenas, orar y cantar para purificar situaciones, lugares, objetos y personas”, explica el pa’i Lino.
El domingo 28, antes de la partida de la caravana encargada de trasladar las piezas del retablo desde San Ignacio hasta Ñu Guasu, el pa’i Lino tuvo a su cargo otro ritual de bendición y purificación, siempre combinando prácticas de su cultura indígena con la de su condición de sacerdote católico.
“En el Paraguay hubo una valiosa integración de las culturas del cristianismo y de las formas de vida de los indígenas, algo que se vivió principalmente en las Reducciones Jesuíticas, como la que existió en la región de San Ignacio, Misiones”, explica el sacerdote.
Lino cuenta que no fue fácil el camino recorrido como primer indígena ava guaraní en abrazar la vocación del sacerdocio. “Por ser indígena, tuve el doble de complicaciones, hubo luces y sombras, pero creo que abrí un camino para mis hermanos”, destaca.
Su comunidad, la Misión Santa Teresita, en el Chaco, fue el lugar que eligió el papa Juan Pablo II para su histórico encuentro con los indígenas en mayo de 1988, algo que sin duda lo marcó. Por ello, él se siente feliz de poder colaborar en la preparación del retablo del maíz que ideó Koki Ruiz, porque justamente es un homenaje a la fusión de las culturas indígena y católica.
“La madre tierra está herida”
“El valor con que nuestros pueblos originarios protegen la naturaleza y los frutos de la madre tierra es algo que el papa Francisco destaca en su reciente encíclica”, sostiene el pa’i Juan Lino Flores, un mensaje que también es rescatado por el artista Koki Ruiz en la obra social colectiva del retablo del maíz.
“Los seres humanos y especialmente los paraguayos, les faltamos el respeto a la madre tierra. Nuestra madre tierra está muy enferma, está sufriendo y ya no puede protegernos. Por eso ocurren los terremotos, las inundaciones, las sequías. Estamos destruyendo el sueño del yvy marane’y, la tierra sin mal, que buscaban nuestros ancestros guaraníes”, expresa el sacerdote.
Flores destaca que para los pueblos indígenas, “nuestra madre tierra no es un objeto, sino un sujeto. Afortunadamente, hoy hay como una vuelta del espíritu de nuestros ancestros. En ese camino queremos avanzar y eso es algo que coincide plenamente con el mensaje cristiano, con el mensaje del papa Francisco”.