Artífice de himnos del pop en español de los 60 y 70, como “Corazón contento” y “La felicidad”, y camaleónico como pocos, este cantante, director y actor de cine, productor y expolítico contó hoy a Efe cómo en este momento de su vida tiene energía para seguir haciendo recitales de dos horas y no dejar de divertirse.
“Dónde estará el punto final, solo Dios lo sabe”, reconoce.
Nacido en una humilde familia de seis hermanos en la localidad de Lules (noroeste), incierta es su fecha de cumpleaños, ya que sus padres le anotaron en el registro cuando pudieron, a los pocos días de nacer. Aunque él lo tiene claro: “Empecé a existir legalmente como ser humano el 8 de marzo”.
Desde pequeño trabajó en distintos oficios para colaborar con el sustento de los suyos, marcados por el abandono del hogar de la madre cuando Ramón tenía 12 años.
“He tenido que trabajar desde muy niño y eso le permite a uno acumular mucha vivencia que termina siendo una gran experiencia para toda la vida. He tenido siempre un espíritu de mirar para adelante y es el que me llevó a irme a los 15 años de mi pueblo y venirme a Buenos Aires sin tener (en la ciudad) familia ni amigos”, recuerda.
Un día, pasó de vender café en la puerta de una radio a colaborar dentro de la misma, algo que le abrió la puerta a acompañar a una conocida orquesta, con la que dio sus primeros pasos en el mundo artístico.
Desde entonces, todo vino rodado. Primero comenzó grabando como Nery Nelson y luego ya como Palito -nombre que un directivo le puso por su delgadez-, antes de saltar a la fama en Argentina en 1960 en el programa de televisión “Club del Clan”, con otros cantantes del momento.
Ya en solitario, llegó la difusión de sus canciones y las giras: no tardó en recalar en España, donde nació su abuelo.
A su llegada a Madrid, cuenta que fue a la artista española Pepa Flores, antaño niña prodigio conocida como Marisol, a la primera persona a la que conoció del ambiente artístico, y evoca cuando compuso para ella la pegadiza “Corazón contento”.
“Me empiezo a enterar que su versión estaba número 1 por todo Latinoamérica. Y ahí nació una amistad muy linda. Escribí la música para varias de sus películas”, afirma sobre Flores, a quien vio por última vez hace unos años en Buenos Aires.
“Siempre me quedé con la idea que ni ella ni yo nos teníamos que morir sin encontrarnos un día y reírnos un poco de aquella juventud”, remarca con emoción.
Ese reencuentro, afirma, sería para darse “el último abrazo” con el “cariño y respeto de siempre”, aunque “quizá no (de) cara al público”, debido a que la artista, con la que presentó varios programas de televisión a finales de los 60, está retirada desde hace años.
Como actor, Palito participó en unas 30 películas, algunas junto a estrellas argentinas como Libertad Lamarque y Mirtha Legrand.
También con la española Rocío Dúrcal (1944-2006), con quien coincidió por última vez en un espacio televisivo.
“Ella ya estaba enferma. Esa vez, cuando nos dimos el último abrazo, me dijo: ‘No sé si nos vamos a volver a ver’. Y me impactó eso muy fuerte”, señala.
En 1981, Ortega contrató a Frank Sinatra para actuar en Argentina, un hito que dejó al argentino al borde de la bancarrota.
Sin embargo, señala sentirse agradecido con la leyenda, ya que “se portó maravillosamente bien” con él cuando en 1985 junto a su familia se trasladó a Miami (EE.UU.), donde produjo espacios televisivos.
En los 90, Palito ingresó en la política y fue electo gobernador de la provincia norteña de Tucumán, como aliado del entonces presidente Carlos Menem, para ya en 1999 aspirar sin éxito a la vicepresidencia argentina.
Una etapa de la que no se arrepiente, aunque reconoce que se quedó “unos años más” que no tenía que haberse quedado.
Cuenta que “La felicidad” es la canción de su catálogo que “más vuelta al mundo” ha dado y asevera no creer en la suerte, ya que está seguro de que cada uno “es arquitecto de su propio destino”.
Mañana celebrará su cumpleaños con algunos de sus íntimos amigos y más adelante lo hará con sus hijos -tiene seis, casi todos dedicados al mundo artístico- y su esposa, la actriz Evangelina Salazar, a quien conoció en un rodaje hace ya 50 años.
Sin parar de trabajar en su estudio, antes de final de año publicará nuevo disco, pero será en abril cuando presentará el primer tomo de su autobiografía.
“En el que empiezo a contar prácticamente desde que tengo noción en la vida. Gracias a Dios el espejo de la memoria no se me ha empañado”, reconoce un Palito convencido de que la edad es una “cuestión de actitud”.
Rodrigo García Melero