La actriz, directora, dramaturga y profesora de teatro paraguaya, Paola Irún, desde edad temprana quería ser escritora y lo pudo cumplir. Hoy, se dedica a escribir, a conceptualizar y a la dramaturgia en todas sus formas.
“Siempre quise estar en un escenario, de alguna manera. Tardé mucho en decidir dedicarme al teatro porque la figura de mi mamá (Margarita Irún) y sus zapatos que llenar eran muy grandes. Pero una vez que tomé la decisión, me dedico y vivo enteramente de los escenarios en sus distintas facetas”, comparte.
También siempre soñó con ser cantante y pianista, a ninguno de esos sueños llegó; pero está cada vez más metida en la música y lo que es para ella la dramaturgia musical. “Todo es fruto de mucho trabajo y mucha formación; pelear en el país, fuera del país, volver al país y seguir trabajando y desafiándome, no repetirme, algo nuevo siempre. Pero creo que las personas vibran de una manera peculiar y van atrayendo en función a esa vibración si tienen la fortuna de poder ubicarse en esa frecuencia”, manifiesta.
En cuanto a su vida familiar es madre de Gonzalo, de 24 años y Luna, de 10. También es mamá perruna de Francis y Mancha. Para compaginar su vida profesional con la familiar se “parte” en mil pedazos, pero no deja de lado nada. “En mi caso personal, el famoso precepto de que los hijos e hijas truncan la carrera o impiden los sueños, no se aplica, al contrario. Me llena de orgullo cuando se van a ver lo que hago. Lo viví siendo yo hija de una mujer artista e independiente que me demostró que una cosa no quita la otra. Pienso que ese tipo de pensamiento es una constru-cción machista y patriarcal. Por suerte, ya estamos intentando dejar eso atrás; y no por ser madres, tenemos que anular otras cosas”, explica
Sus amigos y amigas, que son pocos, son todo para ella. “Esa familia que se elige, algunos desde la época de colegio, son mi sostén y con quienes me dejo ser tal cual soy, en las buenas y en las malas”, destaca.
Un sueño por cumplir es cantar “pero requiere nacer unas 3 veces más calculando por lo bajo”, sostiene y agrega que también quiere tener una sala propia. “No digo sala de teatro, me encantaría tener un espacio multidisciplinario con diversas actividades la mayoría de los días”, confiesa.
Revela que casi todo el tiempo está trabajando con dos o tres proyectos a la vez, pero siempre se da un tiempo para descansar. “Me gusta dormir cuando es de día, cuando cierro todo y por la ventana entra solo un hilo de luz del sol. Saber que puedo tomarme unas horas (nunca 15 minutos, no sé hacer eso) durante el día es el mayor placer. No ocurre siempre, pero disfruto inmensamente cuando sí. También tengo placeres culposos, todas las series y pódcast de crímenes reales y paranormales. No sé si tan culposos, me gusta el género de terror. A mucha honra”, dice.
Cultura
En cuanto a su profesión podría hablar horas y horas sobre la falta de apoyo y apreciación a las artes. Cree que sería muy bueno tener circuitos culturales y un público masivo y asiduo consumidor de cultura, y que las temporadas teatrales no sean tan cortas, que haya más venues de música que puedan ser recorridos por bandas locales y más espacios experimentales, generar circuitos.
“Aunque hay más movida que años atrás; pero siempre quiero más. Y en cuanto al público, es una responsabilidad nuestra también en el sentido de qué ofrecemos de manera a generar el consumo de nuestro arte. Solo que es una especie de huevo-gallina-que viene primero. Sin apoyo, como generamos nuevos espacios? ¿Sin público, cómo sostenemos sin aquel apoyo? Sin buenos productos, ¿cómo atraemos al público?”, enfatiza.
Y es ahí donde las políticas públicas culturales podrían aportar enormemente, así como la profesionalización en las artes. “Ya que tanto hablamos de sueños, qué maravilla sería el poder erradicar el hecho de estar remando siempre contra viento y marea y posicionar a la cultura en dirección de ese viento y utilizando la marea a favor”, finaliza.
